Cuando llegué, con el corazón en la boca, abrí la puerta y observé la pequeña y sucia casa hecha un desastre, con la mesa tirada a un lado. Las patas estaban rotas y la madera había salido desperdigada por todo el suelo como una lluvia furiosa. Además de eso, pude ver como uno de los muy pocos cuadros que teníamos mi familia y yo juntos, se encontraba hecho pedazos, con la foto arrugada y rota por uno de los extremos sobresaliendo ligeramente . Un escalofrío recorrió toda mi espalda y se me puso la piel de gallina. Busqué con los ojos palpitantes de terror algún signo de mi hermana y mi madre. Entré, y cerré la puerta tras de mi, dejándome a solas con la oscuridad que mecía el sospechoso silencio. Todo estaba negro, sin ningún tipo de luz, excepto una pequeña rendija que entraba por la única ventana del estrecho salón. Si es que podía llegar a llamarlo así. Avancé muy despacio, aunque mi respiración era tan agitada que no podía evitar hacer ruido. Mientras caminaba, mis pies chocaban con pequeños trocitos de cristal, y se arrastraban crujiendo y hacían un ruido agudo y muy molesto. Me sentía un poco mareada y asustada por el simple hecho de pensar que les haya pasado algo grave a mi hermana y a mi madre. Llegué a la habitación que compartía con mi hermana, y mis ojos se tiñeron de recuerdos borrosos. Las tardes que pasaba con ella enseñándola a pintar con los pocos materiales que teníamos, que había conseguido robar con éxito del mercado de los silenciosos. Unos pinceles, algunos botes muy pequeños de pinturas frescas y de color suave y claro, como rosa, azul, verde, naranja y amarillo. No teníamos marcos, por lo que la enseñé a pintar flores y espirales en los muebles y las paredes, lo que nos daba mucho más color y vida. Me encantaba ver esa sonrisa dulce acompañada de su cabello rizado color café y sus ojos del mismo color que los de mi madre, miel. Me hubiera gustado poder darles una mejor vida que esta. Traspasé la puerta y crujió. Shive se había pasado toda la tarde del día anterior pintando y manchándose los mofletes de ligeras motas de pintura. Aquí había más luz que en el salón por lo que pude ver las dos camas separadas por una mesita de noche que estaba decorada con los dibujos hermosos de Shive. Unas rosas rojo rubí potente estaban estampadas, como un camino teñido de sangre brillante. Me apoyé sobre los talones doblando las rodillas y extendí un dedo y acaricié los pétalos con una pequeña sonrisa. Agucé el oído y pude escuchar unos sollozos, que provenían de muy cerca de la cama que daba a la pared de la derecha. Justo a mi lado. Miré por encima de la cama y me llevé una mano a la boca. Salté al otro lado y observé con ojos vidriosos a Shive, que se encontraba con las manos amarradas a la espalda con una cuerda. Tenía un trapo sucio enrollado sobre la boca, y sus gritos me llenaban los oídos. Se la veía muy angustiada, no se paraba de mover de un lado al otro, agitando su pelo rizado sudoroso que se pegaba a su frente. Le fui quitando el trapo de la boca pero ella parecía estar avisándome de algo, lo podía ver en sus ojos agitados con las pupilas ensanchándose y haciéndose pequeñas constantemente, estaba muy asustada. Verla en ese estado me llenó de cólera glacial. Estaba llorando. Cuando conseguí quitarle el nudo, se quedó colgando a un lado de su rostro, y mostró sus labios amoratados. Apreté mis manos a los costados y me clavé las uñas mal cuidadas en las palmas. Sentí el tacto de mi sangre pegajosa y me entraron náuseas.
-¿Que ha pasado?—susurré llena de furia—¿Donde está mamá ?
-¡Vete Meve, es una trampa!
La miré demasiado apenada y pude ver el mismo sentimiento reflejado en sus rasgos. Pero más fuerte.
- ¡Meve, vete, por favor! —no era una petición, era una súplica entre lágrimas— Por favor...
Llevé una mano a sus ataduras y la liberé. Cogí sus muñecas rojas y con la piel a tiras entre mis manos. Las froté con cariño para quitarle el dolor que seguramente estaba presente con mucha fuerza. Escruté su rostro bello y pecoso como el mío y vi unos moretones color púrpura brillando intimidantes. Ella se movía inquieta, y se encogió de dolor. Tenía las muñecas rojas y sangraban. Fui a levantarme con la intención de ir a coger algo para curarla pero ella me detuvo apretando más el agarre en mi mano. Yo no me resistí.
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Luna roja
Teen FictionMeve, una ladrona de la aldea Eragon, mantiene a su familia formada por su madre y su hermana pequeña, Shive, a base de robar a los aldeanos. Ella odia vivir allí por la escasez de justicia, tanto como al rey, Kank, como a su querido hijo, Len. Pero...