Capítulo 1.

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23 de mayo de 1930-Canadá.

Se hizo de noche, la brisa chocó contra mi cara y por alguna extraña razón mi piel se erizó, caminé lo más rápido posible, mi madre me esperaba con la sopa de pollo que tanto me encantaba.
Al llegar una extraña sombra salió de la casa del vecino pero lo ignore.

-Oh, hijo ya llegaste-Me saludó mi madre totalmente enérgica y yo hice lo mismo-.

-Sí, ya volví-La abracé-.

-Siéntate, ya cenaremos, tu padre llegará más tarde que de costumbre.

Sólo evite ese comentario ya que me digustaba la idea de que dejara sola a mamá todo el día, conmigo era suficiente para mantener nuestra pequeña família.
Metí la sopa de pollo en mi boca y me enloqueció su exquisito sabor, sólo mi madre podría hacer que una simple sopa tuviera un sabor tan delicioso.

Al terminar de cenar, fui a dormir mientras mi hermosa madre esperaba al testarudo de mi padre.

La mañana siguiente me había dado cuenta que mi padre no había llegado, ignore tal situación y fui a trabajar cómo de costumbre al restaurante.
Llegó una señorita con un vestido rojo totalmente elegante y a su lado estaba un señor el cuál parecía ser su esposo, el mesero los atendió y se quedaron a hablar por horas, la señorita era pelirroja de ojos azules y el señor era pelinegro de ojos verdes, eran perfectos.

Al fin había llegado la hora de salir, nuevamente la brisa fría había chocado por mi rostro, un extraño presentimiento me había consumido.
Con desesperación y agotamiento corrí lo más rápido posible a mi casa, al llegar mi padre estaba sentado mirando a la nada.

-¿Dónde está mamá?-pregunté con desesperación-.

Esperé por mucho tiempo su respuesta pero él  no tenía la más mínima intención de contestarme. Me quite el miedo y entré en la habitación, ahí estaba mi madre con una herida monstruosa en su brazo derecho, inconciente y totalmente pálida, me acerqué a ella y estaba fría cómo sí estuviera muerta. Con una maldita desesperación buscaba sus signos vitales, pero nada.
Llegué a la conclusión de que había fallecido, salí totalmente en shock de la habitación, mi padre me estaba hablando pero no lo escuchaba, sólo había un zumbido largo. Hasta que entré en razón, escuché gritos de los vecinos y fui a averiguar lo que pasaba.

-Corre niño, esos monstruos te mataran-me dijo el señor Smith mientras corría desesperadamente hacía el lado contrario del desastre-.

Pero no hice caso a sus advertencias, fui a averiguar a que se refería, me escondi detras de un arbusto para observar lo que pasaba y una de esas cosas había tomado a la señora Smith del cuello y la había mordido.
Había observado aquélla aterradora escena, luego de unos minutos sentí una mano fría y caí en pánico.

-No te asustes, soy yo, Sol-me dijo mi amiga la cuál me agarró de mi brazo y me llevó lejos de aquél lugar-.

La gente que seguía viva gritaba y suplicaba, pero yo no podía hacer nada, habíamos caminado toda la noche y seguía sin procesar todo los hechos de la noche anterior.

Llegamos a una pequeña casa de madera fuera de la ciudad, a un lado de la carretera, la lluvia había llegado y el frío cada vez era más intenso. Sol había ido a buscar comida ya que yo seguía sin volver de aquél shock.

-No conseguí nada-suspiró aquella rubia de ojos azules-.

-Tampoco creo que consigas nada, estamos a un lado de la carretera y cerca del bosque, mañana probablemente podamos conseguir algo de comida, no te preocupes, Sol-intenté sonreír para que se sintiera mejor pero solamente pude estirar mis labios-.

-Está bien, voy a dormir-sonrió y se acostó a un lado en el suelo frio-.

Encontré una pequeña manta sucia pero eso sería mejor que dejar que muriera de frío, extendi la manta sobre ella y la admire desde lejos.

Me había quedado dormido, esperando que por alguna razón todo fuera un sueño.

-Despierta, despierta, están aquí, Dan por favor despierta-decía alguien con una voz bastante familiar-, despierta maldita sea.

Desperté y vi una escena bastante desgarradora, Sol estaba en brazos de aquél hombre del restaurante con aquélla señorita sonriendo, mirándome fijamente.

-¡Sueltenla!-grité cómo si con un grito pudiera solucionarlo todo, cómo si un grito pudiera asustarlos, cómo si un grito pudiera sacarnos de ese maldito infierno-, ¡Por favor, sueltenla!-volví a gritar y a cambio recibí carcajadas de aquéllos monstruos-.

-¿Porqué debería soltarla?-sonrió aquél hombre-.

-¡Sí! ¿Dinos porqué deberíamos dejarlos ir? Así sería más divertido nuestro juego-mencionó enérgica aquélla pelirroja-.

-S-sólo sueltenla-dije cabizbajo arrodillandome-, tomenme a mí pero no a ella, dejenla en paz.

-¿Qué la deje?-soltó una carcajada-, ella es una de nosotros.

Me quedé atónito, mirando a la nada, cómo si pudiera olvidarlo todo y decir que todo lo que estaba pasando era mentira.

-L-lo siento, Dan-mencionó entre llantos-.

-Ella no quería que te matemos, ella quería que te volvieramos cómo ella. ¿No es gracioso? Habías estado escapando con una de nosotros-miró a Sol y luego se empezó a acercar a mí-.

Negué con la cabeza y empecé a correr, cómo si pudiera escapar, cómo si pudiera correr más rápido que ellos, cómo si fuera más fuerte que aquéllos monstruos.

-¡Corre lo más que puedas, podemos seguir tu aroma!-gritó aquélla loca-.

Me adentre al bosque, sólo había un absoluto silencio, sólo escuchaba mis pisadas, corría cómo si no hubiera un mañana y probablemente no lo iba a haber si me encontraban.

Encontré un riachuelo y me acerqué a la orilla, en lo que empecé a escuchar ruidos de pisadas, sin pensarlo dos veces me tiré al agua, pensando que esos monstruos no me encontrarían.
Ya había nadado por más de diez minutos y me acerqué a la orilla para salir. Encontré un pequeño pueblo en el cuál pedí asilo, una viejezilla me permitió dormir en su casa, me dio comida y me permitió asearme.

-¿Dónde está tu família? Hijo-mencionó la abuela tratando de saber la razón por la cuál permanecía en ese estado-.

-Hace unos días unos seres parecidos a los humanos, atacaron a mi vecindario, todos murieron y esas cosas me quieren a mí-mencioné mirando a la nada-.

-Esos, mi querido hijo, son vampiros, son seres los cuáles necesitan sangre para vivir. Hace 30 años atrás también atacaron a la aldea vecina, yo estuve ahí sólo que pasé desapercibida. Necesitas cuidarte mi niño, ellos son seres sin piedad, pero es mejor que te maten a te conviertan en uno de ellos-me pasó una taza de te y fue a dormir-.

Tenía una extraña corazonada que me decía que saliera de ese lugar, pero no hice caso, me quedé dormido después de unos minutos.

Había amanecido y la señora me había preparado unas cuántas cosas para comer, tenía que retomar mi viaje y esconderme en un lugar mejor, tenía que sobrevivir por mi cuenta.
Tenía que escaparme, ya que esas cosas me estaban cazando.
Todo se había vuelto una asquerosa porquería, ya no tenía padres, ni una amiga de la infancia, todo estaba hecho mierda.

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