Capítulo 3.

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Dolor, el sentimiento que nadie quisiera tener pero el Destino juega rudo, tenemos esta vida para aprender y lo único que estoy aprendiendo es a rendirme por el simple hecho de ya no aguantarlo. Nadie podría aguantar lo que estoy pasando.

Me habían roto todos los huesos, estaba a minutos de morir, esos vampiros me habían torturado toda la noche, me desmayaba del dolor cada cinco minutos. ¿Creen que aguanté mucho?.

El lider de todos ellos me tiraba golpe tras golpe, mis ojos apenas estaban abiertos, la sangre que salpicaba por aquellos seres, los succionaban, era asqueroso, y ya rendido le había rogado a Díos que por fín ya me mataran.

Los segundos pasaban y cada vez estaba más débil. ¿Este sería mi final?.
Tenía mucho sueño, demasiado sueño, rendido me concedi dormir.

Frío, calor, dolor; sólo eso podía sentir, deseaba despertar pero no podía estaba sumergido en un sueño profundo.

Escuchaba gritos desde lo más lejano, creo que esos vampiros habían traído más personas, pasó tiempo y perdí el poco conocimiento que me quedaba.

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Empecé a sentir un dolor desgarrador más del que había sentido hace pocos minutos, creo que era el dolor que me causaría la muerte.

En mi sueño empecé a ver a mi madre con un enorme bulto en su vientre, luego en otra escena empecé a ver a un pequeño bebé en sus brazos, luego a un niño corriendo con mi padre y mi madre de un lado a otro, ese niño era yo, me había dado cuenta de que estaba viendo toda mi vida en unos cuantos segundos. Era el momento de irme, era el momento de morir.

-

Para mi sorpresa desperté en un bosque, creo que era el mismo bosque en el cuál había sufrido innumerables heridas.
Una brisa desgarradoramente fría chocó contra mi inútil cuerpo que yacía en el piso, intentaba moverme pero nada me lo permitía. Empezaba a escuchar una voz la cuál no podía diferenciar de si era de un hombre, o una mujer.

"Del polvo fuiste creado y al polvo volverás, la maldición se romperá cuándo finalmente encuentres la paz; sangre dulce encontrarás y ella te guiará".

Incontables veces esa voz repetía las mismas palabras, luego de unos segundos volví a sentir el dolor desgarrador de hace un rato. Pero mi cuerpo empezó a curarse desenfrenadamente rápido; logré levantarme del piso y comencé a caminar en dirección recta, empecé a ver una luz completamente roja y la seguí.

Había caído en un pozo sin fín.

Ya habían pasado dos días, me había lastimado las manos por intentar atajarme de las paredes pero nada daba resultado, lo curioso de mis heridas eran que volvían a curarse en segundos. Era extraño pero reconfortante, el saber que no tendría que sentir dolor por días me había sentir extrañamente bien.

Luego de unas horas de seguir cayendo, logré ver una luz celeste, me había dado cuenta que había llegado al fondo, toqué el agua y me sumergi en lo más profundo. Al abrir mis ojos desperté en una cama.

Estaba totalmente confundido y aturdido, sentí las manos frías de alguien tocarme el hombro y salté del susto.

-Calmate, soy yo, Sol-trató de tranquilizarme-.

-¿Cómo llegué aquí?-pregunté esperando una respuesta rápida-.

-Hablaremos de eso después, ahora descansa, pasaste por mucho-hizo el intento de acostarme nuevamente en la cama pero se lo impedi-.

-No estoy cansado, dime que me pasó-dije ya sin animos de que siguiera dandole vueltas al asunto-.

-Vale, te lo diré pero primero date un baño, te esperaré a bajo y responderé a todas tus preguntas-me sonrió y acto seguido salió de la habitación para luego bajar las escaleras y que se escucharan sus tacones resonar en cada escalón-.

Esencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora