Capítulo 18.

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Daría toda mi jodida existencia por ella, siempre sería así.

—Así que eres un heredero —carcajeo Avery por lo alto—.

—Fue lo único que se nos ocurrió para serte sincero, al haber pasado treinta años en el mismo lugar y ver que no envejeciamos las personas de la ciudad comenzarían a sospechar. Pusimos nuestras pertenencias en las manos de unos buenos amigos que habíamos conocido tiempo antes, eran buenas personas, cada tanto nos encontrabamos hasta que murieron por la desastrosa vejez —expliqué tranquilo, estábamos sentados en el gran salón—. Nos mudabamos de tanto en tanto hasta que regresamos cómo los herederos.

—Si, me lo habías contado en una de nuestras tantas cartas —sonrió al recordarlo—.

—¿Qué ha pasado con los demás? —preguntó Sol—.

—Han estado todos bien en sus respectivas ciudades, aunque el incidente de hace diez años nos involucró a todos.

—Pero estamos a salvo, es lo más importante —dijo aliviada Sophia—.

Habíamos recordado aquéllos tiempos de persecución, nuestra identidad había estado en riesgo, pero habíamos encontrado la solución junto con los demás clanes.

Había dejado a Ágata en su habitación hace ya dos largos días, Missu me mantenía al tanto de todo, Gerar había hecho algunos estudios en cuanto a su estado físico, su cabeza estaba totalmente bien, pero el hecho de no haber despertado fue por entrar en un estado de shock. Sabía que tendría que darle una buena explicación a sus preguntas totalmente obvias, cuando despertara.

Avery, había dejado pruebas a la policía de que aquél hombre había intentado asesinar a Ágata, habíamos mantenido el problema en privado junto con los agentes de los periodistas ya que Ágata era la dueña de una reconocida empresa de la ciudad de Washington, si la noticia se llegara a propagar se armaría un gran revuelo y sabía que a la pequeña no le gustaría eso. La rata asquerosa solo había permanecido veinticuatro horas en la celda, habia pagado un buen abogado para poder salir de ese mugroso lugar.

Al enterarme quise ir pero Gerar y Avery me lo habían impedido, necesitaba matarla, necesitaba estar totalmente seguro que Ágata estuviera totalmente a salvo. Que podría despertar y caminar por el salón de su mansión sin tener que tropezar con aquella arpía y tomar el agua envenenada que probablemente le daría de beber. Pensar en eso me hizo sentir imponente e inútil al no poder ponerla a salvo del todo, eso me partía mi frío corazón.

—Tienes razón, estamos a salvo, pero no gracias a los infectado —susurró Sol—, han estado inactivos desde ese momento. ¿Qué están tramando?.

—No lo sé, pero es mucho mejor centrarnos en este momento en nuestras vidas, al momento en el que vuelvan a aparecer estaremos listos —dijo Avery—.

—¿Cuánto tiempo te quedarás? —preguntó Gerar—.

—No tengo idea, creo que en estos momentos me necesitarán para deshacerse de la loca Campbell.

—Ella no me preocupa —confesé sincero—, me tiene miedo.

—¿A qué te refieres? —preguntó sorprendido—.

—No se si recuerdas Avery, pero casi la mato ese día —mencioné con diversión—.

—¿Y que harás si se lo confiesa a una persona?.

—¡Joder, Avery! ¡Los vampiros no existen y mucho menos personas con super poderes! —dije riendo entre carcajadas—.

Avery notó claramente mi sarcasmo y comenzó a reír junto a mí mientras que los demás nos miraban divertidos, era extraño volver a estar así, riendo después de tanto tiempo. Pero riendo con sinceridad y no siendo fingida solamente para que las personas pensasen que estaba bien.

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