Capítulo 9.

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Tal vez fue bueno cambiar el panorama de las cosas.
Tal vez estaba bien volver a empezar, siendo un monstruo o no, seguía pisando el planeta tierra.

Habíamos tomado la decisión de mudarnos drásticamente, luego de unas semanas nos establecimos en Bellingham, Washington-EE.UU. La pequeña Sophia estaba más que contenta, aunque ella quería socializar con los demás niños, pero muy en el fondo ella sabía que era diferente a los demás.

La estabamos alimentando a base de sangre de animales, para que pudiera controlarse así misma, queríamos que pudiera volver al entorno humano.
Era hipócrita de nuestra parte obligarla a beber sangre animal, ya que nosotros consumiamos sangre humana.

Sol y Gerar habían establecido sus propios negocios, en cambio yo buscaba una forma de establecer mi propio hotel, habíamos conseguido nuevos donadores al pasar del tiempo.

-¡Papá!-vino corriendo hacia dónde yo estaba la pequeña Sophia-.

-¡Ey, hermosa!-la cargué en mis brazos-.

-¿Dónde está mami?-me preguntaba por Sol-.

-Está trabajando, cariño-le di un pequeño beso y la bajé al suelo-.

La niña de un salto subió al techo admirando a los demás niños, jugando, siendo completamente libres.

-¡Sophi, baja, ya sabes que no puedes subir antes de que anochesca!-advertí-.

-Está bien, papá-bajó y se dirigió a su habitación para jugar con sus juguetes-.

Aproveché tal acto para cazar un animal silvestre para saciar la sed de la pequeña niña la cuál me estaba robando el corazón. Había depositado la sangre del animal muerto en una fuente para la cena de Sophia.

La niña bajó totalmente rápido ya que había encontrado el aroma de la sangre del animal, la paré con mi dedo índice la cual apoyé en su frente.

-Todavía no es hora de la cena-frunci el seño-.

-¿No puedo probarlo ahora?-hizo puchero-.

-No, niña, ve a jugar con tus muñecas hasta que llegue tu madre-demande-.

La pequeña bajó la cabeza y subió escalón por escalón triste, me dio risa tal acto.

Había llegado Gerar a la casa y me había preguntado por la niña, le había comprado una nueva muñeca para su colección, pero ella ya no quería juguetes. Ella quería socializar con los demás niños, ella quería ser normal.

Por fín llegó la noche, la luna se escondía detrás de las nubes las cuáles avisaban que habría una enorme tormenta dentro de unas horas o tal vez minutos.

-Pon esta píldora en la cena de Sophia-sacó una caja llena de píldoras-, ya sabes tienes que darselas una cada tres días para que sea resistente al sol-asenti y puse una en su plato y en segundos se disolvió-.

Gerar, se había convertido en un doctor hace muchos años y durante el viaje nos habíamos dado cuenta de que Sophia era sensible al sol, adquiría quemaduras graves al estar expuesta.

Le tomó unas semanas encontrar un método para crear una pastilla la cuál la ayudara, pero el efecto era muy corto.

Sol, había llegado y la pequeña Sophi se lanzó contra ella para que la cargara, ella la llevó a la mesa para que pudiera beber su medicina.

Al finalizar de cenar, la llevó al segundo piso para que pudiera dormir.

Fui a mi despacho a organizar unos papeles importantes para finalmente inaugurar el hotel, habían demasiados papeles y ciertamente sentía un poco de flojera.
Empecé a revisar cada uno de los papeles, al final de todo el deorden encontré un papel, era una carta de Avery; me había informado que las cosas estaban empeorando con los infectados de la región.

Sol, entró a mi despacho un tanto inquieta para luego sentarse en una de las sillas.

-Sophia comenzó a llorar, ella entiende que está enferma y que es diferente pero al menos tendríamos que tratar de llevarla con algunos niños para jugar-sugirió-.

-No, ya sabes lo que puede pasar si se descontrola, es una niña pero tiene la fuerza de cuatro hombres juntos, podría matar a todos si llega a oler la sangre humana-suspire un tanto cansado de la situación, ella y yo ya habíamos discutido muchas veces de la misma situación-, tenemos que dejar de poner a todos en peligro.

Escuché un rechinido detrás de la puerta, era Sophia, Sol se levantó rápidamente pero la niña había subido ya al segundo piso.
Ella me miró de la peor manera e imitó los pasos de la niña hasta llegar a la habitación de la pequeña.

Maldije para mis adentros y salí de la casa, fui al bosque y golpee con todas mis fuerzas el árbol, el cuál calló.

-¿Qué te tiene tan enojado, hijo?-escuché la voz de una viejecita detrás de uno de los árboles-.

Salté en mi posición por la impresión, la miré pero no estaba asustado.

-Tienes que tomar un te, incluso si no eres humano te podría ayudar-salió de su escondite y pude visualizarla mejor, era la abuela de aquélla vez-.

-¿Quién eres?-fue la única pregunta que logré formular-.

-¿No te acuerdas de mí? -me sonrió-.

Y logré recordar, era la abuela de aquél tiempo.

-Debes cuidarte, Dan-dijo para luego desaparecer-.

Intenté buscarla pero no la alcancé, había desaparecido en la sombra de la noche.

Comenzó a llover y lo único que hice fue subirme a un árbol, después de todo nada me podía pasar.

Al amanecer fui a ver a mi pequeña, acababa de despertar, me miró triste y nuevamente se quedó dormida.
Me di cuenta que no quería verme, fui a cazar para la niña, luego de un rato volví y le dejé el desayuno en la mesa.

Fui al centro del pueblo para arreglar los papeleos, al cerrar el trato fui a visitar a Gerar en su lugar de trabajo.

Luego de un rato escuchamos gritos, nos habíamos dado cuenta que había un infectado pero al salir nos dimos una gran sorpresa.

El ser que estaba atormentando a los humanos era Sophia, había mordido a uno de los niños, intenté hacer algo pero ella se dio cuenta de mi presencia y arribó al bosque.

Los humanos llamaron al oficial, me escabulli sin que nadie me viera y seguí los pasos de Sophi. La encontré llorando detrás de un árbol con sangre entre sus labios.
Al acercarme a ella empezó a llorar desconsoladamente.

-Tranquila hermosa, todo estará bien-la cargué en mis brazos-.

Escuché que se aproximaban los humanos y la llevé a nuestro hogar, Sol, llegó lo más rápido posible a la casa y habló con ella.

-

Luego de unas semanas nadie recordaba a Sophi, nadie había encontrado al "demonio disfrazado de niña", así describían a mí hija.

Había inaugurado mi hotel y estaba siendo todo un éxito, estaba ganando bastante dinero.
No volví a hablar con Sol, estaba enojado por que ella no comprendía los riesgos.

5 años después...

Sophia no había salido nunca más de la casa, ella por fín había comprendido el riesgo de salir sin poder controlarse.

Lo más extraño era que no crecía, se quedaba cómo una niña de 8 años y ya tenía 13 años de edad.
Creo que los infectados crecían lentamente; por lo que había entendido ellos eran humanos enfermos.

Todo iba mejorando cada día, todo estaba saliendo bien.
Podríamos decir que ya me estaba volviendo nuevamente un humano, o eso creía.

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