Capítulo 9

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De nuevo se sentía confundido y extrañado, sentía un gran dolor en la cabeza y sentía demasiado frío, poco a poco volvió el calor a su cuerpo y sentía como la sangre volvía a circular en sus venas, dejo de sangrar de la cabeza y pudo abrir los ojos, estaba en las trincheras, tirado en el suelo y veía a varios soldados alemanes saltando las trincheras y a otros entrando a estás, vio a un par de soldados hablando:

—Esto está pan comido!

—Es cierto, solo falta tomar Stalingrado y volveremos a casa por Navidad

—Pobres soviéticos, disparan y gritan, nunca se rinden y mueren de un 2 por 3

—Fanaticos...

—Exacto—dijo un soldado alemán

Cuando los vio de inmediato volvió a cerrar los ojos para fingir que seguía muerto, después estos se fueron, volvió a abrir los ojos y miro a los cadáveres de sus compañeros, sintió un poco de lastima pero no era hora de llorar por ellos sino de salir de la trinchera, miro si no había nadie y se levantó del suelo, se tocó la cabeza y no sintió alguna herida abierta, no había ninguna, miro al suelo y vio a un soldado nazi muerto boca abajo, se colocó su gabardina y su casco, se puso su MP40 y camino tratándose de camuflar entre los soldados Alemanes, salió de la trinchera y vio a los tanques Panzer, los soldados nazis y aviones avanzar hacia Stalingrado, sintió una gran tristeza por qué sabía el destino que les esperaba a sus amigos, veía a los aviones Alemanes llegar hasta la ciudad y bombardearla, los edificios cayeron como moscas en cuestión de segundos y pronto se convertiría en la batalla más sangrientas de toda la historia, avanzó un poco triste hacia la ciudad y avanzó caminando por las calles viendo cómo despertaban a la gente que aún quedaba en Leningrado, avanzó hacia los campos fértiles y vio su antiguo hogar, sintió nostalgia en un momento tan duro, vio que obviamente ya no estaba su casa ni el molino de viento que su padre junto a Vladimir Belinski y más hombres construyeron, se metió en una choza y se sentó en la silla mientras se tapaba los ojos y empezaba a sollozar, estaba seguro de que Mika Strekoznova y Ethan Bubak habían muerto, la invasión alemana era demasiada y ellos no tenían tanta defensa, luego trato de comunicarse con la base militar de Stalingrado con su radio militar que portaba, mientras acomodaba la señal un joven soldado nazi lo vio y le pregunto el que hacia allí

—¿Adler, que haces allí?

—Emmm...

—El comandante te está buscando, espero que tengas una buena excusa que decirle

—Si, si, allá voy, solo...—no pudo acabar de hablar cuando una lágrima recorrió sus mejillas

—Venga Adler, no te sientas mal, tomaremos la unión soviética y volveremos a ver a tu hijo

—Por supuesto, pues ve tu primero, yo te alcanz...

—Que te han hecho en la frente—interrumpio mientras se acercaba a él mirando la sangre que le escurría por la cabeza, movió su pelo y pudo ver el oyó de bala sanandose—¡¿Que carajos?!

—Soldado Víktor Petrov ¿En qué lugar de Leningrado se encuentra? —Pregunto la voz de la persona que operaba la radio que salía atraves de la vocina de la radio

—¿E-espia?, ¡Espía!—exclamo mientras retrocedía de el y le apuntaba con su arma

—¿Que pasa aquí?—pregunto el soldado alemán Adler mientras salía del baño

—¡Adler!

—¿Que?, tenían que hacer mis necesida...

—Este es un espía infiltrado, llama a nuestro pelotón

El soldados Adler salió de allí rápidamente mientras que su compañero le seguía apuntando a Víktor Petrov

—Vamos muchacho déjame ir y ...

—¡Quieto!

—Al igual que tú solo quiero volver a ver a los que amó

El pelotón alemán llegó y vio a su compañero apuntándole a un supuesto espia, estos lo amarraron de las manos y se lo llevarían al campamento sino fuera por qué Víktor Petrov se desató y empujó a quienes se lo llevaban, empezó a correr por los campos de mazorca, fue como entrar hacia un laberinto, las balas pasaban al lado de él, huía y huía, era como cuando era niño y huía de los mencheviques, los recuerdos estallaron en su mente y empezó a ver a los hombres de la granja morir y al molino de viento caer como árbol secó al suelo y vio a lo lejos a su madre envuelta en llamas saliendo de la casa, Viktor empezó a agarrarse la cabeza con fuerza mientras trataba de no gritar, oía los gritos de las personas que se estaban quemando, era como el infierno, miro al espantapájaros, miro la forma en lo que lo veía mientras esté también ardía en llamas, finalmente cayó al suelo y se tapo los oídos para ya no oír más voces, empezó a gritar de furia atrayendo la atención de otros soldados nazis, uno de esos llegó y le apunto con su MP40, Viktor se levantó y lo miro seriamente, el soldado alemán que le apuntaba se sentía un poco atemorizado tras ver al soviético con un pequeño agujero en la cabeza, Mientras que para Viktor el soldado alemán era un menchevique burlándose de él, la furia corrio por sus venas y como si de un zombi se tratase se abalanzó hacia el y le lleno la cara de fuertes puñetazos, finalmente dejo de golpearlo y pudo ver el rostro de un nazi empapado de sangre, se levantó y escucho el pisar rápido de unas botas de soldado y no precisamente del bando aliado, se escondió entre las mazorcas y vio como de acercaban sus compañeros hacia los disparos, se quedaron sorprendidos al ver a su compañero muerto y no ver a quien lo haya matado, mientras los espiaba pudo ver, siguió espiando y vio como el soldado que le había confundido con su compañero Adler estaba mirando bien el cuerpo de su compañero muerto el cual era el verdadero Adler, sintió un poco de lastima, si hubiese Sido un nazi y no un menchevique solo se hubiese largado de allí tratando de esquivar las balas, pero luego recordó el genocidio de los judíos y se le pasó, salió del campo de mazorca y se fue de la ciudad, ahora había perdió su radio y su arma, vestía como nazi y si lograste llegar a Stalingrado lo más probable es que lo confundiecen y le acribillen, volvió a recordar al soldado nazi que mató y recordó que no se sentía mal por ellos, por su genocidio de los judíos pero recordó el genocidio que el mismo cometió, uno mayor y igual de cruel, el no era tan diferente a ellos, como dijo Oleg Federev Volkev: En la guerra no hay buenos o malos, solo sobrevivientes.

En mirando al cielo tomo rumbo a Stalingrado.

Erase Una Vez En La Unión SoviéticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora