7. Solo es mi defensa 🌼

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—Estoy enamorada —me dice cuando ya estamos a casi dos cuadras de llegar a la fiesta

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—Estoy enamorada —me dice cuando ya estamos a casi dos cuadras de llegar a la fiesta. Nuestros tacones resuenan en la calle desierta, de vez en cuando salen personas de algún callejón o de alguna casa, pero desaparecen tan rápidos como un soplo—. Y creo que ya no sé qué hacer —suelta de un sopetón jugando con el montón de brazaletes que están en su muñeca.

—Oh, esto es un tema delicado —me río—. Deberíamos hablarlo en una heladería. Como esas amigas de las películas o qué sé yo.

—O en una pijamada. Sí...en una fantástica pijamada. ¿Qué te parece hoy día después de la fiesta en mi casa? ¿Te quieres quedar?

La idea me resulta tentadora.

—No veo inconveniente —respondo. Y pienso que ya ha llegado la hora de actuar libre. Tengo diecinueve. Y dependo de mis propias decisiones.

—Fantástico. Entonces ahora vamos a conseguir unos vasos hasta quedar totalmente encendidas.

Lauren toma mi mano y comenzamos a caminar más rápido. Esto se siente bien, al menos es cómodo estar con ella, como si nos conociéramos de la mejor manera posible.

—¿Prefieres el ron o el vodka?

Uf...ya ni lo recuerdo. Creo que el vodka en ese entonces.

—No lo sé, solo elige los vasos tú —respondo entre risas que se detienen al minuto que Lauren se para en seco.

—Belle... —susurra con voz muy suave y asustada—. Belle, llama a Ian...

Demonios, yo lo podría hacer, si ella no se pusiera tan nerviosa como está. Su mano que se ha adherido a la Amyy ha comenzado a temblar y dar unos endebles pasos hacia atrás.

—No lucen como simples prostitutas —dice el tipo alto que se encuentra a unos metros por delante de nosotras, no tiene ningún arma a la vista, pero su altura y rostro macabro, intimidan.

—Suelta mi mano, Lauren... cuando yo te diga vamos a correr de ¿acuerdo?

Ella, muy pálida, asiente.

Sé que llamar a mi abuela o a mi hermano en este momento no servirá de mucho, ellos no saben dónde estoy ni yo tampoco, de modo que su ayuda está fuera de lugar, debo pensar en otra cosa, podemos correr, sí, pero entonces qué haremos, no conozco el territorio, no hay gente a la que pedir ayuda y no ando con mi auto.

Debo llamar a Liam.

Lentamente deslizo mi mano dentro del bolso, y rebusco en él hasta dar con mi teléfono. El hombre y su acompañante se han movido muy lentamente hacia nosotras, diciendo comentarios asquerosos a los que no he prestado atención, sino que he aprovechado de su charla miserable para escrutar mejor mis posibilidades y planear mi próximo movimiento.

Si algún día te vuelves a encontrar en una situación de vida o muerte, no pierdas la calma...respira y analiza tus opciones, cada lugar, cada objeto, busca lo que te pueda servir como arma, incluso si es demasiado peligroso. Ve con exactitud y sin miedo. Si tú te comportas seria, intimidarás y harás que la otra persona actúe de forma insegura y débil. Nunca debes dejar de mostrarte fuerte ante tu enemigo...

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