cinco.

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Buenas Marian, ¿qué tul? Yo tranqui acá en casa, dando vueltas en pantuflas. Hoy se cumplen cinco meses, y eso me hace sentir bien, porque me hace dar cuenta de que soy capaz.

Hoy tengo que buscar unos apuntes que dejé en lo de un compañero amigo de cursada, y los necesito porque se acerca un parcial re jodido en la carrera, así que lastimosamente tengo que salir a buscarlos.

Hace un poco de frío, por lo que decido ponerme la bufanda porque soy propenso a los resfríos y todas esas cosas del mal desde eso que pasó.

Mauro es un buen amigo. Hablamos poco, pero sé que si lo necesito él está, y él sabe que yo siempre estoy, así que me parece una buena combinación. Me invita unos mates con bizcochitos y yo accedo. Nos ponemos al día, hace un tiempito que no nos veíamos por cosas de la vida y me cuenta cómo anda con su novia y qué tal su familia. 

Es hora de volverme a casa, creo.

Alem. Subimos todos amuchados, ahora me cuelga un auricular porque hay dos discutiendo y soy un poco chusma, así que decido oír un poco de qué viene la secuencia. Nada, una pareja recién separada y están viendo quién se queda cada cosa. Que paja que discutan en el subte lleno, trompeense afuera.

Callao. Se descomprime un poco y sube gente, pero no me molesta nadie todavía. Me sacuden un poco el hombro, pero debe ser porque está amuchandose gente de mi lado. Me vuelven a sacudir el hombro y comienzo a temblar un poco, evidentemente me estaban llamando.

"Disculpe, se le cayó." oigo bajo por la oreja vacía que tengo. Volteo a verla. "No sabía que eras vos..."

Sara. Igual a ella, era ella claramente. Se me cierra el pecho de un tirón, o mejor dicho de un golpe y comienzo a recordar doscientas mil cosas que creí haber bloqueado o borrado para siempre. "Sos un inútil.", "No me queres tanto como decís.", "Valentín, esto es tu culpa.", "Proba, no seas cagón.", "Semejante nariz de tucán y ni siquiera servís para aspirar."

Pasteur. Salto del vagón apenas se abren las puertas y busco el aire. No hay aire, no hay aire para mí. ¿Y si Sara tenía razón? ¿Y si yo no merecía respirar y por eso no encuentro el aire que en estos momentos necesito? Veo gris, veo raro,  traslúcido o borroso, no lo distingo. 

"Alejense, dejen espacio." escucho una voz que en este momento suena a salvación y a cualquier sinónimo de la palabra. "Mirame, mirame..." pide suave, intentando cazar mi mirada con la suya. "¿Me ves? Estamos bien..." sonríe buscando paz. "¡Gente, corranse!" vocifera a lo último.

Sacudo levemente con mis fuerzas la mochila que cargaba en el hombro y señalo el bolsillo más chico de la misma. Ella entiende perfectamente la señal y saca el inhalador del lugar señalado. Me ayuda a apoyarme sobre la fría pared que me quema la piel con lentitud, como saboreando y disfrutando cada centímetro ahora quemado de mí, así como me quemaron hace ya tiempo.

Inhalo. Entra como baldazo de agua fría en verano, o en invierno, todavía no lo descifro. La gente vuelve a su normalidad, fingiendo y autoconvenciendose de que en algún momento les interesó mi bienestar y estado, solo para sentirse un poco mejor con el falso ego que en sus espaldas cargan. 

"¿Estás bien?" insiste sin separarse de mí. "¿Querés agua?" preguntó sacando una botella de su mochila con velocidad.

Asiento ante la primer pregunta y niego con la segunda. Pobre chica Malabia, perdió el subte por culpa de un inútil que no puede respirar tranquilo y que se siente amenazado por su ex.

"P-p-perdiste el sub-te..." musito rezando a todos los dioses que no preste atención al tartamudeo nervioso que largo al hablar.

"¿Estás bien?" asiento nuevamente. "Entonces no perdimos nada." sonríe dulce.

No, no compro. Sara también era dulce.

Toso con fuerza y uso mi codo para evitar enchastrar el lugar. Sangre, pero unas pocas gotas. Era obvio, siempre que me la cruzo me pasa lo mismo. Quien te destruye jamás te dejará sanar. Ruedan mis ojos al ver la escena y siento la mirada fija de la chica Malabia sobre mi antebrazo. 

"Capaz te gusta." murmura a mi lado extendiéndome un auricular. 

Me gustaba. Era Conociendo Rusia, más específicamente "Puede Ser." 

Malabia. Asiento y sonrío muy poco, sintiéndome muy chiquito. Ella se levanta del asiento decidida a bajar, pero de un momento a otro niega con la cabeza y vuelve a sentarse a mi lado.

Dorrego. Me bajo y ella me sigue. 

"Te acompaño, quiero asegurarme que llegues bien y que no te de nada en el medio... ¿te molesta?" me mira tímida, como si yo la intimidara o le diese miedo.

Ninguna palabra o sonido sale de mi boca, pero hago algún gesto que le indique mi visto bueno ante su propuesta y me acompaña.

"Te cuesta hablar..." acota. Yo solo la miro. 

"Acá..." señalo la puerta. Ella asiente. 

"Que descanses bien, nos vemos en el subte." sonríe antes de irse. 

Yo entro y me recuesto sobre la puerta. Yo entro, me recuesto sobre la puerta y lloro.

Un inútil, un incapaz, un tarado manipulable, eso soy... eso y mucho más.

Tadeo está dormido, Manu no está y Baco lame mis lágrimas.

Me acuerdo de la internación, me acuerdo de cuando me inyectaban cosas que no quería y me acuerdo de cuando me contaba el doctor todas las consecuencias que en mí habían tenido las acciones ajenas. Me acuerdo de Sara, de ella ríendose pensando que yo la estaba pasando bien sometido al alcohol y las pastillas que me daba sin yo darme cuenta.

La veo a Sara y a su falsa sensibilidad y amabilidad, ¿por qué esa no fue mi Sara?

Ya no quiero comer, ya no quiero dormir.

Solo me quiero ir.

🥀🥀🥀

SARA LA CONCHA DE TU MADRE.

tirste#

grande chica malabia we stan.

𝐥𝐢𝐧𝐞𝐚 𝐛 - 𝐰𝐨𝐬Where stories live. Discover now