Dylen bostezo mientras se removía entre las exquisitamente suaves sabanas para luego comenzar a ponerse de pie para iniciar un nuevo día. Según el reloj junto a su cama, eran las seis de la mañana en punto, horario en que acostumbraba a levantarse para poder salir a cabalgar antes de darse un baño y desayunar ya más relejado y fresco. Era una rutina inamovible, que ni siquiera en sus viajes habia modificado, cambiando las cabalgatas por caminatas cuando la primera se le hacía imposible de realizar.En silencio se movilizo por el castillo, recorriendo el camino que el día anterior habia memorizado. Esperaba que nadie, además de los sirvientes, estuviera despierto pues no era muy común en la clase alta levantarse tan temprano en la mañana. Para él ya era un ritual que lo ayudaba a despejar la mente y a calmar sus miedos internos.
Con la ayuda de un mozo, consiguió su caballo y repitiendo la rutina de todas sus mañanas, lo ensillo. La idea de que alguien más tocara su montura lo ponía nerviosísimo, por lo que prefería encargarse de la tarea personalmente. Sus maneras era poco comunes, pero tener gente revoloteando a su alrededor e invadiendo su espacio personal todo el tiempo era algo que optaba por evitar.
Desde que era un niño pequeño evitaba el contacto estrecho con la mayoría de las personas, lo ponía nervioso y lo hacía sudar frio, razones por las cuales prefería estar solo. Otra más de las razones por la que su padre lo habia despreciado y castigado. Con el tiempo y a base de mucha meditación habia logrado controlar esa ansiedad que se apoderaba de su cuerpo cada vez que alguien desconocido se le aproximaba, todo para dejar de lado al bicho raro de su niñez y ser aceptado como una persona un poco más normal.
Soltó un suspiro al sentir el aire puro rosando su rostro mientras avanzaba por la campiña, deleitándose con el paisaje y tenues rayos de sol que comenzaban a asomarse entre los árboles. El castillo estaba rodeado por hermosos y grandes parajes, en los cuales podía pasear sin problemas pues como el Rey y su hijo le había informado, eran privados.
A lo lejos oyó el sonido de risas y cascos de caballos ajenos a los suyos. Se acercó a paso lento intuyendo la presencia de algún integrante de la familia real. Aquello no le sorprendida para nada, ninguno de los hombres que habia conocido el día anterior le habia parecido un dandi ni nada por el estilo.
Dos agiles jinetes cabalgaban por el campo, en lo que parecía ser una carrera improvisada. Dylen supuso que el Rey y su hijo eran quienes en aquel momento disfrutaban de una buena competencia. Sin embargo, y luego de acercarse un poco más, pudo notar que si bien uno de los jinetes era Caleb el otro no era el monarca, si no su peculiar hija. Vestida con ropas masculinas y montando a horcajadas, completamente a la par de su hermano. Si no fuera por lo esbelto de sus piernas, detalle con el cual Dylen se maravilló en silencio, y por la larga trenza color marrón con suaves destellos dorados que colgaba de uno de sus hombros, él no habría podido diferenciarla de cualquier mozo de cuadra bien vestido y estando aun en la adolescencia.
— ¡Nuevamente te gané hermanito! — sonrió al escuchar como la princesa se vanagloriaba frente a su hermano, trotando junto a su montura con pose ganadora.
Aquella princesa era una hermosa caja de sorpresas que no paraba de intrigarlo con su osado comportamiento. Era una joven bastante mimada, la noche anterior habia sido testigo de ello, pero que tenía convicciones y que él estaba seguro tendría a cualquier hombre a sus pies con solo mover uno de sus delicados hombros.
Cualquier hombre menos él, no aunque lo deseara. Así que debía prepararse para evitarla, pues habia notado los coqueteos de la dama y caer en la tentación no era una opción para él. No con la hija de un rey y cuñada de su prima, no con una princesa que merecía nada menos que un amor y protección incondicional.
— Te retaría a una revancha, porque claramente el caso lo merece pero se acerca tu príncipe rojo — Caleb soltó una carcajada cuando Beck se giró a comprobar si sus palabras eran ciertas. — haz es favor de comportarte y evita incomodarlo con su raro enamoramiento —
Beck observo con el corazón acelerado, cosa que sucedía cada vez que estaba cerca del Sir escoces, y con las mejillas levemente enrojecidas por los comentarios burlescos de su hermano.
Por otro lado, la avergonzaba un tanto que él volviera a verla vistiendo ropas poco apropiadas para una dama.
—Sir Savidges, buen día — Caleb fue el primero en hablar. — espero haya pasado una buena noche y que nuestra hospitalidad haya sido de su agrado. — sonrió. Su esposa habia solicitado la mejor atención para su primo mientras este estuviera en el castillo, y hacer que su esposa estuviera feliz era de suma importancia, por lo que habia dispuesto todo para que el sir escoces se sintiera como en casa.
— Altezas — Dylen hizo una casi imperceptible inclinación de cabeza hacia los hermanos. — gracias, lo fue. —
— No esperábamos verlo tan temprano, Sir Savidges. — Esta vez fue Beck quien se dirigió hacia él, sonriendo con suavidad.
— Tengo por costumbre salir a cabalgar temprano en las mañanas — Dylen encogió uno de sus hombros al tiempo que continuaba. — espero no los moleste de algún modo —
— Oh, no se preocupe — Beck hizo un gesto con su mano derecha descartando las palabras de castaño. — nosotros solemos hacer lo mismo, ¿verdad Cal? — espero el asentimiento del mencionado. — Desde que éramos pequeños venimos a cabalgar con padre, y a veces madre, por las mañanas —
— Helsin solía unírsenos, pero como sabrá por su estado ya no puede — la sonrisa de Caleb fue inmensa al mencionar a su esposa y el avanzado embarazo de esta. Era un hombre feliz y no dudaba en hacérselo ver a cualquiera.
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16-07-2020
¡Gracias!
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Magic [Royalty#3]
Historical Fiction👑 Porque la magia del amor puede derretir el corazón más frió...nadie mejor que una ávida y apasionada lectora para afirmarlo y re-afirmarlo.👑 Atrévete a conocer la historia de Beck Southford. Tercera parte de la saga Royalty: Una familia, tres r...