Prólogo

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Inglaterra, Reino Unido

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Inglaterra, Reino Unido

Enero, 1825

Beck se reclino sobre el pequeño sofá en que antes se encontraba sentada, soltando un bufido poco femenino y dejando caer el libro que leía sobre su pecho, luego de darse por vencida con la lectura. Habia estado tratando de leer un párrafo por más de media hora sin lograr comprender lo leído. Estaba distraída, y no tenía idea por qué.

¡Y tan bueno que estaba el libro! Estaba llegando a la parte en que el héroe masculino hacia su declaración de amor eterno, definitivamente su parte favorita, y ella no estaba disfrutándolo.

Un sacrilegio.

- ¿Qué te tiene tan inquieta, cariño? -preguntó su madre, observándola desde su lugar junto a la chimenea cerca del calor del hogar, estaban a la mitad del invierno, con una sonrisa divertida en el rostro.

- No lo sé -Beck se irguió y dejando el libro sobre la mesita en que normalmente servían el té, se giró hacia su madre. - Mami... ¿Cómo supiste que estabas enamorada de papá? -

- Bueno...-Alexa sonrió como siempre al recordar la época en que había conocido a su esposo, y como poco a poco se habían enamorado. - no sabría decirte el momento exacto en que lo supe, es diferente para cada persona ¿sabes? - suspiro. Beck por su parte la observo con fijeza, absolviendo todas y cada una de sus palabras. - es algo que evoluciona...comienza con un simple golpeteo acelerado en el pecho, que se extiende por todo tu ser hasta que sabes que si no tienes a esa otra persona a tu lado no serás completamente feliz, estarás incompleta -

Ante aquellas palabras, Beck se mantuvo en silencio, procesando lo expresado por su madre y tratando de comprenderlo. Ansiando comprenderlo.

Comprender un sentimiento como el amor, cuando estaba rodeada de él, pero jamás lo había llegado a sentirlo, era difícil...muy difícil.

¡Era desesperante!

Una de sus cualidades no era la paciencia por lo que esperar que su príncipe rojo, no azul porque esos ya estaban trillados, la estaba volviendo loca. Ya estaba cerca de cumplir los veinticinco años, una completa solterona según la sociedad, y aún no se habia decidió por ninguno de sus fieles pretendientes...pero es que no podía casarse así, no sin sentir aunque fuera una pizca de lo que su madre le explicaba era el amor.

Quizás ya no debería seguir esperando a su príncipe rojo...no, debía búscalo ella misma. Después de todo, nada perdía intentando ir a la caza del amor ¿¿no?

- Gracias, mami - de un salto, y con completa convicción, se puso de pie. - ¡iré a dar un paseo por el jardín! -grito a modo de aviso mientras salir dando saltitos por la puerta de la salita en que habían estado.

- Pero estamos en pleno invierno, cielo, no crees... - la voz de Alexa murió mientras veía a su hija desaparecer detrás de la puerta. Soltó una pequeña risilla, al tiempo que sacudía la cabeza. Aquella niña nunca cambiaría.

Magic [Royalty#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora