–Muy bien señores– decía el maestro. –Para la próxima semana quiero que hagan un estado financiero siguiendo las instrucciones del libro y con todo lo aprendido– dijo. –Será en grupos de dos personas, un hombre y una mujer–
–¿Podemos escoger nuestras parejas?– preguntó un estudiante.
–No, los grupos serán compuestos por la persona que se siente detrás de ustedes–
Automáticamente las miradas fueron a parar a una esquina específica del salón de clases.
–¡Qué miran idiotas!– exclamó con fastidio, se puso de pie, tomó sus cosas y se marchó.
Todos guardaron silencio y nadie comentó ni una palabra. Cuando la clase hubo terminado se puso de pie y corrió para alcanzar con el que trabajaría para el trabajo asignado.
– Pimentel– gritó cuando lo divisó caminando hacia la salida del instituto.
–Maldita mujer– susurró por lo bajo y apresuró el paso.
-pimentel – corrió todo lo que sus piernas le permitieron y se interpuso en su camino.
–¿Qué mierda quieres maja?– gruñó.
–No me llamo maja– le dijo con algo de enojo.
–¿Que quieres zorrita?– su semblante era de enojo.
–Tampoco zorrita o muñequita o estúpida o odiosa o niñata– mencionó todos los apodos que él le decía. – TN– le dijo.
–¿Te han dicho que eres insoportable?– no le prestaba ni la mínima atención.
–Y tú un grosero– le dijo con las mejillas inflamadas.
–Habla ya maldita sea– dijo aborrecido.
–Respecto al trabajo que tendremos que hacer...– él la detuvo.
–Haber niñata– se llevó una mano a su perfectamente peinada cabellera. –No me interesa hacer el trabajo contigo– le dijo.
–Pero...– trató de protestar.
–Todos aquí saben que no hay nadie mejor que tú en las matemáticas, así que lo puedes hacer tu sola– dijo con fastidio.
–Pero...– nuevamente él la interrumpió.
–No me interesa, entendido– maldijo y se marchó con pasos apresurados.
Se quedó sorprendida, ese miserable, vago, poco sensible, grosero, con faltas de modales la había insultado y para el colmo la había dejado con las palabras en la boca.
Así era Joel Pimentel, el chico más guapo de todo el instituto pero el más grosero y poco sensible. Era alto y esbelto, y unos ojos en los cuales se reflejaba una mirada maliciosa y llena de misterios. Media mitad del instituto suspiraba por él, claro y quien no, era bueno en todo lo que hacía, en natación, jugando fútbol, practicando karate, todo. Pero también era el chico malo, el que se metía en cada problemas que le fuera posible o simplemente se los buscaba, nadie lo había visto o fumando o tomando pero no quitaban que se drogaba. Sabían que era de México y que su familia era muy importante y con muchas influencias por lo cual no entendían porque la actitud de él.
–¡Idiota!– gritó a todo pulmón.
–Esta vez sí que te sacó de tus casillas– le decía una chica al acercarse.
–Es un grosero– dijo con leve enojo.
–Pero hace maravillas en la cama–
–No me interesa lo que hace o deja de hacer–
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Chico malo (adaptada)
AléatoireNo te llevas bien con el chico malo del instituto, lo aborreces por los tontos y estúpidos apodos con los cuales te llama. Él te odia y te lo ha demostrado y ha dicho más de varias veces, pero que hacer cuando luego de una fiesta despiertas con él a...