CAPITULO 7

2 0 0
                                    

Los ojos de Gia comenzaron a abrirse al sentir que algo de luz entraba en la que, era ahora, su nueva habitación. Comprobó que la luz hacía que las paredes blancas brillaran aún más pero sin molestar a la vista. No debía ser muy tarde pues la luz no era muy intensa aunque ya se escuchaba ruido en la calle, así que Gia procedió a levantarse y vestirse y tan pronto cómo estuvo lista bajo nerviosa, no sabía cómo eran allí, sus costumbres, si madrugaban o no, que desayunaban, todo era extraño y nuevo.

Bajó las escaleras hasta llegar al patio y desde ahí supo que debía cruzarlo hasta llegar al salón pues un pequeño murmullo provenía de allí pero al abrir la puerta se encontró con un escenario inesperado. Se encontró con sus padres pero no estaban solos, los acompañaban Shira, Kelz y Kenay y todos gritaban, o eso creyó hasta que al agudizar mejor el oído pudo empezar a comprender la letra de una canción, la canción del cumpleaños feliz.
Cuando terminaron se quedó de piedra, sin saber qué decir pero con algunas lágrimas de emoción amenazando con salir. No se había acordado de su cumpleaños con todo aquello, le había parecido un tema tan insignificante que había terminado por olvidarlo pero aquellas personas si lo habían recordado y estaría eternamente agradecida.
Después hubo un copioso desayuno y algunos regalos, que ya era más de lo que había tenido jamás. Shira le regaló mucha ropa y sus padres aparecieron con una gran jaula la cual llevaba en su interior el pájaro más hermoso que Gia hubiera visto jamás, era completamente negro pero una gran cola de plumas de tonos morados y azules electricos se extendía por toda la jaula, justo en aquel momento el pajaro abrió las alas y Gia descubrió que sus alas eran de los mismos colores que la cola, era hermoso y elegante y a Gia la cautivó al momento.
- Se trata de un Miyagpi, son pájaros leales y es muy típico aquí tener uno, sobre todo porque son buenos mensajeros y tienen un ojo especial para encontrar las cosas más pequeñas o cualquier cosa en movimiento bajo la maleza - le explicó su madre. Tras un rato observando al hermoso pájaro y metiendo la mano por la jaula para poder acariciarlo y que este la conociera Gia se acercó a sus padres.
- Muchas gracias de verdad, es precioso - y los abrazó con intensidad, luego también abrazó a Shira pero con Kelz y Kenay se contuvo, no tenía tanta confianza como para abrazarlos aún.

El resto de mañana estuvieron de celebración en el patio, vieron todos los regalos e incluso sacaron al pájaro de la jaula para que volara y estirara la alas pero no voló lejos, no parecía querer alejarse pese a que tenía el cielo ahí mismo.
- Era muy cierto cuando dije que son leales, jamás se alejará de ti si tú no se lo pides - Gia estaba impresionada, era un pájaro muy inteligente sin duda y ya casi se había encariñado con el.

Entonces alguien tocó a la puerta y su padre fue a abrir, se trataba de dos caballeros del castillo y Gia supo que buscaban a su madre, al girarse vió que esta estaba seria pero parecía que llevaba esperando aquello toda la mañana porque entonces suspiró y se levantó.
- imagino que me buscan a mí - habló primera.
Estos asintieron y el que estaba a la derecha contestó.
- Si, mi señora, el rey ha convocado una reunión del consejo.
- Era de esperar - Gia no entendía nada pero se mantuvo callada.
Su madre subió un momento a prepararse y segundos después salía de casa escoltada por los dos caballeros, se despidió dándole un beso a su marido y otro en la frente a su hija y entonces la puerta se cerró.
El ambiente se había enfriado tanto que dieron por concluida la fiesta de cumpleaños pero su padre informó de que iría a hacer la comida e invitó a Shira, Kelz y Kenay a quedarse y estos accedieron.
Después Gia dejó que todos subieran a su habitación, únicamente dejaría allí al pájaro pero comenzaron a hablar sobre lo que acababa de ocurrir y entonces Gia cayó en que tal vez tendría algo que ver con lo que había visto aquella noche así que les explicó cómo había notado una enorme vibración y luego había aparecido de la nada aquella columna de fuego, incluso les señalo desde su balcón dónde había ocurrido.
Lo tres quedaron de piedra como si tuvieran una pequeña sospecha de que había podido provocar aquello.
- Tal vez...fuera... - Shira habló pero parecía que le costase articular las siguientes palabras.
- Un dragón - Terminó Kelz.
- No hagamos suposiciones tan rápidamente, no solo un dragón puede hacer fuego, los magos y brujas también, por si no lo recordais - hablo Kenay serio.
- Si pero en la historia de Gia también había rugidos y un extraño sonido parecido a un batir de alas pesado, por si no lo recuerdas primo.
A Gia le caía demasiado bien Kelz, era el único que trataba a Kenay sin miedo a su seria mirada o su carácter algo desagradable.
- ¿Un dragón? - preguntó entonces Gia cayendo en la cuenta de lo que acababa de escuchar - así que también existen - dijo algo emocionada.
- Si pero son feroces y tienen un instinto casi asesino, si te cruzas con uno tu muerte está casi asegurada, no tienen nada de pacífico- le explicó Kelz con energía.
Aquello entristeció un poco a Gia, desde pequeña había leído cuentos donde aparecían dragones, se describían como seres hermosos y sabios y siempre la cautivaban pero no parecía que allí fuera a poder ver alguno ni de lejos.
- Pero no debemos precipitarnos, pudo ser un hechizo mal hecho de algún mago o bruja torpe o incluso la hoguera de algunos niños jugando - intentó calmarlos Kelz.
Pero Gia sabía que aquello no lo habían provocado los niños ni ninguna bruja o mago.
- Además - Siguió Kelz - Los dragones jamás se acercan tanto a ninguna civilización, eso solo ha ocurrido cuando estaban bajo algún hechizo, para las guerras - explicó Kelz.
- Si, pero también son seres proféticos - le recordó Shira mientras esta se levantaba para mirar por el balcón hacia aquella colina que ahora estaba algo carbonizada si te fijabas bien.
Todos quedaron en silencio, Gia creía haber comprendido lo que Shira decía pero preguntó igualmente.
- ¿A que te refieres con proféticos?
-  A lo largo de la historia - está vez respondió Kenay -los dragones han mandado señales de cualquier tipo para avisar de un acontecimiento importante, por ejemplo, cuando la guerra estaba a punto de comenzar muchos dragones volaron por los cielos de todos los reinos, solo rugían y a veces se mordían entre ellos pero que un dragón sobrevuele un reino es señal de mala suerte y aquella vez, sobrevolaron cada milímetro del mundo y ahora estamos así, si anoche vino un dragón a hacer arder aquella colina, quería avisarnos de algo, pero es muy complicado comprender sus señales, hay quienes estudian toda su vida para comprender cada señal, tal vez hablen de eso en el consejo o simplemente lleguen a otra conclusión, como por ejemplo, que no era un dragón, solo otra cosa.
Kenay lo había explicado a la perfección pero a Gia se le había quedado muy mal cuerpo, no sabría explicar porqué, pero de repente, no estaba tan ilusionada porque existieran los dragones.

La dama de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora