CAPITULO 3

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-Tu no naciste aquí... En este mundo

-¿Que...-Gia no entendió que quería decir Heda pero aquello no le quitaba ninguna de sus dudas.
-Recuerda lo que te he dicho, escúchame con atención y no me interrumpas- así que Gia calló.
Existe un lugar, dónde los dragones surcan los cielos y en nuestros ríos nadan seres mitológicos que vosotros solo conocéis por los libros, también...también existe la magia, una magia que creemos que eres capaz de usar porque... tú naciste allí, tus padres son de allí y tu madre...tu madre sabe usarla.
Gia no sabía que pensar, Heda le había dado la descripción del típico libro de fantasía y aventura, no sabía que creer pero el lobo solo le daba la razón a cada una de las palabras de Heda.
Hubo un silencio tenso hasta que Gia habló.
-Imagino que el lobo también es otra de las criaturas de ese lugar- Heda asintió.
-Hombre lobo- le corrigió Kenay -es un hombre lobo y loco, uno de los que no pueden contener su sed de sangre- Gia no contestó, se le había helado la sangre con aquella explicación.
-Y la magia... bueno, yo no sé hacer nada, siquiera comprendo esos típicos trucos donde adivinan la carta que estás pensando.
-Eso no es magia Gia, solo ilusiones, la magia de la que yo hablo...- pero no pudo terminar porque entonces un silueta de rayos se alzó frente a ambas y las saludo, luego desapareció, cuando Gia miró hacia atrás descubrió una bola de rayos contenida en la palma de la mano de Kenay, había quedado petrificada, no tenía palabras para preguntar por aquello.
-Gia, se qué es algo raro y difícil de asimilar- dijo mientras miraba con enfado a Kenay, desaprobando lo que acababa de hacer- pero hay más- dijo.
-Tus padres están vivos y te mandaron aquí para mantenerte segura, Shira y yo éramos las encargadas de protegerte.
Cada vez asimilaba menos de cada una de las palabras de Heda pero debía hablar.
-!Shira también es de ese lugar¡... y... dios, jamás ha dicho nada- Heda dejó que Gia pensara un momento en todo pues estaba nerviosa. Comenzó a moverse por toda la habitación bajo la mirada preocupada de Heda y la mirada seria de Kenay. Entonces se paró un momento, frente a Heda.
-Vale, mis padres siguen vivos, y son de ese lugar, me mandaron aquí, para que me protegiérais, ¿de qué?- entonces Kenay y Heda se miraron nerviosos.
-Estamos en guerra- soltó Kenay.
-¡Kenay!- volvió a regañarle Heda.
-¿Qué importa?, si no se entera ahora, se habría enterado más tarde.
Heda volvió a suspirar.
-Siempre ha habido quienes, pese a tener poder, querían más. Nuestro mundo está dividido en reinos, cada uno con sus soberanos y sus reglas, pero había un reino, Asterlon, dónde un rey y su reina, ambos con el don de la magia, recibieron un día la visita de un dios, este les alagó por tan poderosos que eran, el dios permaneció con ellos días y días, cegado por la falsa amabilidad que los reyes le ofrecían, hasta que un día, cuando el dios era más débil por haber permanecido tanto tiempo en nuestro mundo, lo encerraron y usaron como fuente de poder, usaron su poder para conquistar otros reinos, obligaban a sus habitantes a serles fieles o morirían, usaron la magia para todo tipo de barbaridades y pronto aquella magia se tornó oscura debido a su uso, los reyes se volvieron inmortales pero sus cuerpos morían por lo que cada cierto tiempo mataban a personas bellas para tomar sus cuerpos y así hasta día de hoy. Desde entonces luchamos contra ellos y sus demonios, nuestro principal objetivo siempre ha sido salvar al dios pero está bien escondido e internarse en una misión en su búsqueda implica una muerte segura. Llevan muchos años tranquilos, a veces mandan hordas de lo que sea para atacarnos pero los reinos que quedamos sobrevivimos como podemos, somos fuertes pero su magia lo es más- Heda hizo una pausa dejando que Gia lo asimilara
-Y porque me mandaron fuera mi padres, si podían cuidarme allí ?
-La razón por la que tú fuiste mandada a la tierra es porque tú madre pertenece al gran consejo de brujos, en el que solo entran los más poderosos, tu madre es más que conocida y los reyes la odian por igualárles en poder. El que uno de esos brujos tenga un hijo solo implica problemas, pues probablemente sea tan poderoso como su progenitor y los reyes mandan a asesinos para borrarlos del mapa... Por ahora, eres la única que queda como descendiente directa de uno de los brujos del consejo.
Gia no preguntó por los otros hijos, ni quería saberlo pues sabía cuál había sido el final de aquellos niños, probablemente todos demasiado pequeños como para comprender porqué.
- Llevo toda mi vida en peligro y no lo sabía.
-No del todo, tu madre fue lista, te mantuvo junto a ella solo unos meses esperando que los reyes notasen tu llegada al mundo, su plan era esperar que enviaran a alguien para matarte, para entonces mandarte aquí, eso volvería locos a tus buscadores, tu rastro se pierde por completo al pasar de un mundo a otro y solo queda de ti, tu olor en el último lugar que hayas estado, cuando tus asesinos llegaron, tus padres lucharon y desde entonces los reyes no sabían dónde estabas hasta hoy, parece que alguien nos traicionó y le dijo a los reyes donde estabas, está niebla que cubre el colegio sirve para dormir a los humanos y que no descubran nada de nuestro mundo, han debido ser los asesinos de los reyes.
Heda se puso de nuevo las manos en la cabeza.
-Fue culpa mía, Shira se fue y pensé que podía marcharme unos días, solo para ayudar y lo único que hice fue dejarte sola y un camino sin obstáculos para los asesinos- algunas lágrimas comenzaron a caer por su rostro pero entonces algo extraño pasó, su piel clara empezó a desaparecer y Gia llegó a ver un tono celeste.
-Heda- gritó Kenay, llamando su atención. Al segundo aquel tono celeste desapareció, aunque Gia lo había visto, no preguntó.
Heda miró durante unos segundos a Gia, esperando cualquier cosa pero al no haber respuesta se giró hacia la ventana, no miraba nada en concreto, solo pensaba.
Entonces Gia miró a Kenay y se preguntó que hacia allí.
-¿Y tu?, ¿qué haces aquí?- preguntó algo tensa.
- salvarte la vida- respondió serio, provocando una risa nerviosa en Gia, pues había notado una pizca de burla en sus palabras.
-No me refiero a eso...-Comenzó a decir Gia, intentando aparentar la tranquilidad de la que carecía.
-Soy buscador, me mandaron a vigilarte cuando descubrimos que los asesinos iban a por ti.
Gia entrecerró los ojos y apretó los labios, era justo la respuesta que quería pero hablaba con tanta tranquilidad que Gia no llegaba a comprender a aquel chico e incluso la cabreaba un poco.

De repente el edificio entero vibró.
-Estan aquí- dijo Heda aterrada.
-Heda, hay que hacerlo ya, ha llegado la hora y tenéis que dejar de retrasarlo todos, ya no está segura aquí- habló Kenay nervioso por fin.
Heda lo miró con nerviosismo y con un asentimiento de cabeza le dio la razón.
-Hazlo- le dijo.
Se escuchaban gruñidos y pasos rápidos acercándose cada vez más a ellos y Gia sabía de quienes se trataban pero no comprendía cuál era el plan de Kenay y Heda, sin duda no era luchar.

Tras la confirmación de Heda, Kenay se puso frente a una pared donde menos cosas había y las mandó ponerse tras el, entonces de su mano salió una especie de masa morada que lanzó contra el suelo, al tocar la superficie, la habitación entera resplandeció obligando a todos a cerrar los ojos, cuando los volvieron a abrir había una especia de portal frente a ellos, era rectangular como una puerta y se veían reflejados en el, como si fuera un espejo, pero al mirarlo mejor se podía comprobar que no tenía una superficie lisa sino que se movía como pequeñas olas en el mar, Gia se acercó un poco más y lo tocó, su dedo atravesó la superficie y se apartó asustada pero al mirarse la mano el dedo seguía allí.
-Es un portal, si lo atraviesas llegarás al otro mundo, este te lleva a nuestro reino, Milkvar.
¿Que se suponía que debía hacer ahora, atravesar aquel portal, dejar toda su vida de la tierra allí, la cual era una mentira, confiar en quienes le habían mentido durante toda su vida y llegar a aquel lugar nuevo que desconocía?.
-Gia- le habló Heda- se que no es fácil y se que tienes dudas de que todo esto sea real pero necesito, necesitamos que atravieses ese portal para que puedas estar segura, te pido que confíes en mí aunque no tenga el derecho de pedírtelo.
Si todo aquello era cierto, Heda había estado protegiéndola durante todo aquel tiempo y el no contarle nada era parte del plan de protegerla, aún tenía dudas de todo, pero le habían dado las demostraciones suficientes, el resto era cosa suya. Miró unos segundos más el portal y entonces decidió que saltaría, confiaría en quienes la habían estado protegiendo todo el tiempo.
Cuando Heda notó que estaba preparada miro a Kenay.
-Llévatela, ¡Ya!- gritó Heda.
Ahí Gia comprendió que Heda no iría con ellos.
-¡Espera no, tú vienes con nosotros!- dijo Gia desesperada.
-Debo contener a los asesinos, así también arreglare mi error.
-Nononono, Heda, no fue un error, solo querías ayudar.
Heda la miró con una sonrisa apenada.
-Me ha encantado criárte y verte crecer hasta convertirte en quién eres hoy, Gia.
Entonces Gia comprendió que aquello era una despedida y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos cayendo por sus mejillas, y la desesperación empezó a poseerla.
-¡Ni se te ocurra Heda, esto no es una despedida, nooo!. Los derrotarás y volverás con nosotros, viva.
Un aire templado llegó de algún lado cayendo sobre Gia y Heda y está última sonrió.
- No prometeré nada Gia, pero ahora vete, si no sales de esta, mi trabajo habrá sido en vano.
Aquello último fue el último empujón que Gia necesitaba para atravesar el portal, se acercó con miedo y sin previo aviso Kenay la cogió de la mano.
-Cierra los ojos y concéntrate en no vomitar- le avisó.
Justo después tiro de ella hacia el portal sin dejarla mirar atrás una última vez, solo pudo escuchar un gran estruendo de la madera de la puerta al romperse, luego sólo había remolinos a su alrededor, cerró los ojos pero la barriga la amenazaba con no aguantar mucho más y entonces tocó la superficie lisa, unos segundos después, vomitaba sobre la hierba.
Alguien la miraba desde arriba, lo sentía, entonces le tendió algo, un frasco con un líquido morado y rosa, se veía apetecible.
-Bebe un poco, viene bien para los mareos provocados por los portales.
Era Kenay y sonaba algo más amigable que segundos antes. Gia bebió un poco, estaba bastante bueno y le alivio el dolor de barriga, luego Kenay le extendió una mano y la ayudó a levantarse. Una vez de pie pudo ver mejor donde estaba, se trataba de un frondoso bosque, jamás había visto uno tan verde y con tantas hojas que la luz del sol atravesaba a duras penas las copas de los árboles.
-¿Dónde estamos?- preguntó Gia, aún sobreponiéndose del viaje.
- A las afueras de Milkvar, estamos en el gran bosque de Milkvar, no muy lejos de nuestro destino.
Pero Gia había dejado de escucharle hacía un rato, miraba hacia donde había estado el portal apenas unos segundos antes.
- Entonces Heda...
- No lo sé, podría sobrevivir pero eran muchos- respondió Kenay serio pero con una pizca de tristeza en su voz.
Gia apretó los dientes y los labios intentando no volver a llorar pero una lágrima se escapó.
- Lo siento mucho, sé que era importante para tí.
- Era como una madre para mí- Kenay solo asintió, no dijo nada durante unos segundos, dejándola a solas con sus pensamientos pero pronto volvió a hablar.
- Aún no estamos del todo seguros- dijo tratando de salir de allí lo antes posible, Gia asintió y lo siguió, derrotada por todo lo que había vivido aquel día.
Estaba tan cansada que no se fijó bien en lo que la rodeaba pero lo que la rodeaba si se fijó en ella.
Los ojos de seres con alas a la espalda, seres escamosos o seres diminutos la seguían sin saber aún de que era capaz, incluso los árboles se agitaron celebrando su llegada pero la tristeza y el cansancio de Gia no la dejaron ver todo aquello.

La dama de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora