Después de aquel último ataque del dragón del que nadie sabía nada, el reino entero se sumió en unas semanas de caos donde las reuniones del consejo de brujas y magos con el rey y el resto de gente de castillo no cesaban, a todos se les veía cansados al terminar sus reuniones y todo el reino notaba que ni ellos sabían que hacer, por eso mismo, pese a que la gente había decidido seguir con sus vidas normales, pese a todo lo ocurrido, el nerviosismo en las calles casi se podía respirar, muchos habían decidió volver pronto a casa marcando un toque de queda general que nadie había hablado pero que todos habían decidió, por lo que a horas muy tempranas, la noche en Milkvar se volvía realmente silenciosa, con aquel toque de tensión.
Aquellas semanas fueron realmente estresantes para Gia, notaba todo aquel nerviosismo y ella se sentía igual pese a no conocer tanto aquel mundo y poder comprender solo la mitad de todo aquello, lo notaba todo, incluso mucho más de lo que quería, resultado de que su poder hubiera despertado del todo y aquella era la principal causa de que tuviera los nervios a flor de piel, cualquier cosa la sentía el doble, incluidos los sentimientos ajenos, algo que empezaba a odiar, sentía cuando su padre estaba preocupado por su madre, provocando que ella se sintiera igual, e incluso sentía cuando esté tenía hambre.
Deseaba poder controlar todo aquello pero aquellas reuniones del consejo le quitaban casi todo el tiempo a su madre para todo lo demás y sin quererlo, aquello cabreaba un poco a Gia, necesitaba aprender a controlar sus poderes porque si no sentía que perdería toda su cordura en cualquier momento pero su madre no estaba ahí, entendía el parque pero sus poderes la nublaban y solo podía estar cabreada hasta que un día no pudo más.Era medio día cuando su padre y ella comían frente a un plato lleno que comenzaba a enfriarse, era el de su madre, se había marchado aquella mañana a Palacio y pese a creer lo contrario no había podido volver para la hora de comer aunque su padre le había puesto el plato igual. Por otro lado Gia solo podía mirar aquel plato y sentir rabia, no quería, sabía que no era justo pero no podía controlarlo así que cuando terminó, recogió su plato y lo llevó al lavadero blanco de la cocina pero antes de llegar se le resbaló, cayendo al suelo y llenando la cocina de pedazos de cerámica de mil colores. Se quedó un rato quieta, mirando los coloridos pero afilados trozos del suelo y luego miró sus pies descalzos, su padre llegó segundos después preguntándole que había ocurrido pero al no recibir respuesta le advirtió que no se moviera, ya que podría pisar algún trozo, y se dispuso a barrer toda la cocina mientras su hija seguía allí plantada a la entrada de la cocina, con los puños apretados y la mirada perdida.
Cuando Ruel terminó se le acercó, llevaba un rato sabiendo que algo ocurría, recogió el pelo rubio de su hija dejándolo tras su oreja y entonces preguntó.
- Bien, creo que es el momento de que me expliques qué ocurre.
Gia se quedó callada solo unos segundos antes de explotar.
- Todo...todo esto...es culpa de mamá, ese plato seguiría entero si no fuera por ello, nada de esto estaría ocurriendo si... Si estuviera aquí- pudo observar, entre las lágrimas que caían por sus ojos, que su padre no apoyaba aquella opinión, por aquella mirada seria.
- Tu madre no está aquí porque no quiera, eso debes comprenderlo, todas esas reuniones son un horrible peso que le ha tocado aguantar, pero te aseguro, que estaría aquí encantada, para tí, si pudiera, te lo aseguro.
Gia lloró más fuerte
- Es que... no puedo más, todo este poder, siento que se va para todos lados y me está volviendo loca, se que mamá no lo hace a posta pero no aguanto más - ahora sí lo había soltado todo, se arrepentía de lo que sentía pero era así, y era mejor intentar explicarlo que seguir sufriendolo sola.
Entonces su padre la abrazó, sin duda era el gesto que menos se esperaba pero lo acogió con gusto.
Cuando se separó este le plantó un beso en la frente y la miró con cariño.
- Tu madre también vivió algo parecido, te aseguro que con entrenamiento o sin el, ibas a pasar por esto y también sé, por experiencia que no hay mejor forma de ignorarlo que ocupando tu cabeza con otras cosas, como tus amigos, paseos o incluso conmigo si te apetece - Gia no comprendía como tanta bondad cabía dentro de aquel hombre de estatura media, sin duda se sentía muy afortunada de que Ruel fuera su padre por lo que el resto de la tarde la paso viendodo cómo cuidaba el patio, recogía los frutos de su árbol, que al parecer se trataban de roxtas, a simple vista eran parecidas a una piña pero más redondas y pequeñas y rosas, algo extrañas, pero lo mejor era cuando se abrían, su interior era de un rosa muy intenso y estaba llena de puntos negros que eran semillas pero he se podían comer, la verdad era que estaba muy jugosa.
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La dama de fuego
Teen FictionNo pertenecía a la tierra y así lo indicaba el fuego de sus ojos.