150 Puntos Menos

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Las cosas no podían haber salido peor.

Filch los llevó al despacho de la profesora McGonagall, en el primer piso, donde se sentaron a esperar; sin decir una palabra. Alice temblaba.

¿Cómo podían haber sido tan estúpidos para olvidar la capa?

¿Alice pensaba que las cosas no podían estar peor? Estaba equivocado.

Cuando la profesora McGonagall apareció, llevaba a Neville.

-¡Harry! -estalló Neville en cuanto los vio- Estaba tratando de encontrarte para prevenirte, oí que Malfoy decía que iba a atraparte, dijo que tenías un drag...

Harry negó violentamente con la cabeza, para que Neville no hablara más, pero la profesora McGonagall lo vio. Lo miró como si echara fuego igual que Norberto y se irguió, amenazadora, sobre los tres.

-Nunca lo habría creído de ninguno de ustedes. El señor Filch dice que estabais en la torre de Astronomía. Es la una de la mañana. Quiero una explicación.

Ésa fue la primera vez que Alice no pudo contestar a una pregunta de un profesor. Miraba fijamente sus zapatillas, tan rígida como una estatua.

-Creo que tengo idea de lo que sucedió -dijo la profesora McGonagall- No hace falta ser un genio para descubrirlo. Te inventaste una historia sobre un dragón para que Draco Malfoy saliera de la cama y se metiera en líos. Te he atrapado. Supongo que te habrá parecido divertido que Longbottom oyera la historia y también la creyera, ¿no?

Harry captó la mirada de Neville y trató de decirle, sin palabras, que aquello no era verdad, porque Neville parecía asombrado y herido. Pobre metepatas Neville, Harry sabía lo que debía de haberle costado buscarlos en la oscuridad, para prevenirlos.

-Estoy disgustada -dijo la profesora McGonagall- Cuatro alumnos fuera de la cama en una noche. ¡Nunca he oído una cosa así! Tu, Alice Grey, pensé que tenías más sentido común. Y tú, Harry Potter... Creía que Gryffindor significaba más para ti. Los tres sufriran castigos... Sí, tú también, Longbottom, nada te da derecho a dar vueltas por el colegio durante la noche, en especial en estos días: es muy peligroso y se se descontarán cincuenta puntos de Gryffindor.

-¿Cincuenta? -resopló Harry. Iban a perder el primer puesto, lo que había ganado en el último partido de quidditch.

-Cincuenta puntos cada uno -dijo la profesora McGonagall, resoplando a través de su nariz puntiaguda.

-Profesora... por favor...

-Usted, usted no...

-No me digas lo que puedo o no puedo hacer; Harry Potter. Ahora, vuelvan a la cama, todos. Nunca me he sentido tan avergonzada de los alumnos de Gryffindor.

Ciento cincuenta puntos perdidos. Eso situaba a Gryffindor en el último lugar. En una noche, habían acabado con cualquier posibilidad de que Gryffindor ganara la copa de la casa. Harry sentía como si le retorcieran el estómago. ¿Cómo podrían arreglarlo?

Los tres llegaron a la sala común y vieron a Hermione dormida, Alice la sacudió un poco logrando despertarla.

-¿Ah? ¡¿Chicos?!- levantándose del sillón- ¿Como les...- no termina de hablar ya que ve a Neville subiendo las escaleras, confundiendola- ¿Que paso?- viéndolos preocupada

Alice no dijo nada y la abraza mientras comenzaba a llorar.


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Al día siguiente, los Gryffindors que pasaban por el gigantesco reloj de arena, que informaba de la puntuación de la casa, pensaron que había un error.

Alice y la Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora