Capitulo 6

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No había podido poner atención en ninguna clase.

El incidente de la mañana la había tenido perdida, flotando a la deriva. Como un fantasma sin rumbo y sin resolución.

Aunque la mañana había pasado y la conmoción había desaparecido un poco, aun sentía ese vacío en su estómago. La preocupación y temor de lo que de ahora en adelante le podría hacer ese hombre.

Nunca había llegado más allá de amenazas, lastimándola visiblemente en sus brazos por sus agarres fuertes, o de acecharla por las noches tratando de abrir su puerta, cosa que nunca pasaba puesto que ella se encargaba de asegurarla demasiado bien. Aunque sintiera ese temor cada noche de que algún día pudiera entrar a su habitación, nunca había pasado más allá de eso. Hasta ahora.

Había sentido el verdadero terror. El temor de obligarte a hacer algo que no quieres. De lastimarte por una obscena obsesión.

Esto se estaba saliendo de su control. Ahora necesitaba hacer algo. Pero Hinata sabía que no podía hacer nada por ella misma. Tenía el suficiente miedo e incertidumbre como para dejar las cosas como estaban. Como para dejar pasar ese incidente y rogar a Dios porque ese hombre se vaya lo más rápido posible de su casa.

Sabía que esperaría a eso, por lo tanto no haría nada, y se odiaba por eso. Por no ser fuerte y tener el suficiente valor para enfrentarlo.

Se limpió una pequeña lágrima traicionera que salía de uno de sus ojos y soltó un pesado suspiro.

Las clases habían terminado hace veinte minutos y se encontraba limpiando el aula como siempre. No sabía en qué momento Karin había llegado a dejarle esa tarea. Pero ya no importaba, sólo quería distraerse, estar sola y pensar.

Fue entonces cuando su celular sonó y al ver de quien se trataba, un halo de luz se asomó por la oscuridad de su rostro.

Su pecho se sintió por un momento liviano y toda preocupación se fue apagando mientras tomaba la llamada y escuchaba la tranquila voz del otro lado de la línea.

-¿Hermano?- soltó en un susurro casi imperceptible.

-¿Hinata? ¿Estás bien?– del otro lado de la línea Neji pudo notar la extraña voz de la peliazul.

Con esas dos palabras Hinata quiso llorar, llorar desde el fondo de su corazón y decirle a su hermano todo lo que la tenía angustiada. Decirle todo lo que sucedía, sobre el monstruo que le aterraba y que no la dejaba vivir.

Pero se contuvo. Tomó aire y respiró profundamente.

No podía ponerse a llorar como si tuviera cinco años. Su hermano ahora era un hombre de familia, pronto tendría a su primer hijo, tenía cosas más importantes en las que pensar, como en su esposa y en su trabajo, como para que todavía llegara ella a molestarlo con sus niñerías.

-Estoy bien Neji.

Hinata cambio su semblante, se obligó a sonreír y a hablarle a su primo normalmente.

Y mientras charlaba, sin que se diera cuenta una sombra se había alzado tras ella.

Y unos ojos azules la estudiaban detenidamente.

o-o-o-o-o

-Sí, mi padre me dijo ayer que vendrían.

Una sonrisa que nunca le había visto antes a la chica se formó en sus labios.

-Estoy muy contenta Neji, ya quiero verte.

¿Neji? ¿Quién demonios era ese?

-¿Cómo esta Tenten-onesama?

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