Capitulo 13

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Epilogo

Estaba desesperado.

Hacia un año que no la tenía frente a él.

Aunque sus llamadas y mensajes eran frecuentes, el no poder sentirla y tenerla entre sus brazos lo estaba volviendo loco.

Y ahora ahí se encontraba moviendo su pie derecho frenéticamente esperando a que la banda eléctrica frente a él le arrojara su maleta para poder salir corriendo de ese aeropuerto lo antes posible.

Por fin después de un año de arduo trabajo y estudios al mismo tiempo, gracias a las explotaciones que su abuelo le hacía pasar en la empresa familiar, Naruto por fin podría visitar a Hinata en Londres. Y no pudo esperar ni un día más cuando tuvo la oportunidad. Habia llamado a Hinata, aunque para ella ya era pasada la media noche, diciéndole que iría a visitarla y la chica chilló de la emoción. Al día siguiente Naruto compró el boleto de avión y esa misma noche habia despegado con rumbo a Londres.

Su ser estaba nervioso y ansioso por verla.

¿Cómo se encontraría Hinata ahora?

Aunque sus llamadas eran diarias, las video llamadas no eran tan frecuentes pues los tiempos de ambos casi nunca se ajustaban y cuando estaban desocupados solamente podían hablar unos cuantos minutos. La última vez que la habia visto a través de la pantalla de su computadora, Hinata se veía con más energías, llena de brillo y de vida, y su cabello habia crecido otro poco.

Sin duda se habia vuelto más hermosa y eso le preocupaba.

Ella estando del otro lado del mundo y él ahí sin poder defenderla de cualquiera que se le acercara, lo hacía sentirse completamente celoso e impotente. Pero sobre todo, después de ese día que le habia contado como ella tenía nuevos amigos y los cuales estos también eran japoneses pues se encontraban en un semestre de intercambio.

Ah, y sin mencionar también que a su bella Hinata se le habia olvidado decirle que eran hombres.

¡Hombres!

Demonios, estaba seguro que su inocente Hinata podría correr peligro con esos a los que llamaba amigos pues a lo que le habia contado la chica, uno estaba loco por los perros y el otro era un raro que le gustaban los niños.

Naruto pasó una mano por su rostro abatido.

No debería de estar pensando en eso ahora. Sakura y los chicos ya le habían dicho que no fuera tan idiota. Y tenían razón, era obvio que sólo eran amigos de su Hinata, y ella seguía siendo su novia. No tenía nada de qué preocuparse.

Pero aun así, se plantaría seriamente la idea de pedirle matrimonio aun si apenas estaban por cumplir sus veinte años.

¡No, demonios no! ¿En qué estaba pensando? El cansancio del vuelo, el cambio de horario y la tortura de no tener a Hinata cerca, lo estaban volviendo loco.

¿Casarse a esa edad? No joder, todavía no era el tiempo adecuado para eso.

Soltó un frustrado y fastidioso suspiro, y tomó la maleta que se asomaba por la banda eléctrica mientras salía lo más rápido que podía de ese atestado lugar.

Voló por el piso y atropelló a las personas a su alrededor ignorando completamente los insultos que le dedicaban en otra lengua, y entonces llegó a las enormes puertas de salida del aeropuerto y su frenética carrera paró abruptamente al ver a unos metros de él a la persona que ocupaba en esos momentos sus pensamientos.

Y ésta se volvió hacia él, y el rubio sintió en ese momento como su pecho se contraía y su corazón se volcaba de entusiasmo al ver a la chica que tanto añoraba su ser.

Y al encontrarse de nuevo con esos hermosos y perlados ojos que lo miraban anhelantes, la idea de pedirle matrimonio ahora ya no le parecía tan descabellada.

Total, en los cuentos de hadas las princesas siempre se casaban a los dieciséis años ¿no?

¿O era que Ero-sennin y Oba-san se habían casado a esa edad?

Que más daba ya, ahora este iba a ser su propio cuento de hadas.

Fin.

Cruel Fairy Tale Donde viven las historias. Descúbrelo ahora