Capitulo 4

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La recostó sobre la orilla de la alberca, estaba inconsciente y no reaccionaba. Naruto gruñó.

Le presionó el pecho una, dos, tres veces y aún seguía sin reaccionar.

Joder.

Ahora sólo le quedaba hacer una cosa.

Separó los labios húmedos de la chica y pegó su boca con la de ella. El aire entró a sus pulmones y la chica se despertó entre un ataque de tos.

-¿En serio eres estúpida? – le habló enojado después de que la peli azul se estabilizara.

Asombrada y sin saber que decir Hinata se limitó a mirarlo. Cosa que alteró al chico.

-¿Cómo es que pudiste ahogarte? – le espetó. – ¿Es que no sabes nadar?

La chica había escondido su mirada nerviosa y sonrojada al escuchar las palabras del rubio.

-Y-Yo lo s-siento. – soltó en un hilo de voz temblorosa haciendo que el chico se calmara de repente.

¿Pero qué demonios le pasaba? ¿Por qué se ponía tan irritado con ella? Naruto nunca se había comportado así antes. Era estúpido.

Suspiró fastidiado.

-Está bien – habló más calmado. – Vamos a cambiarnos antes de que nos dé un resfriado o algo.

El rubio se incorporó y apoyó su mano en el brazo delgado de la chica para ayudarla a pararse pero el quejido doloroso que soltó la peli azul de sus labios lo dejó perplejo un segundo.

-¿Te lastimaste? – de pronto su voz la escuchó seria. – Déjame ver.

Pero no era necesario, la camisa blanca del uniforme transparentó el enorme cardenal que tenía en su brazo. Morado, rojizo y un poco amarillo se dejaba ver a través de la camisa mojada de la chica.

-Joder. – soltó de pronto el rubio en un gruñido sorprendiéndola. – ¿No me digas que fue por el apretón de ayer que te hice mientras salíamos de la escuela? – preguntó con un extraño deje de frustración en su voz al saber que él era el causante de tal herida.

Entonces la chica abrió los ojos avergonzada.

-¡N-No! C-claro que no. – se apresuró a responder cosa que extrañó al chico. – D-De verdad, no fue tu culpa.

Sus ojos perlados los miraban tan inocentes y avergonzados que nunca pudo haber dudado de ella. Era extraño el efecto que tenían sobre él, estaba seguro que si fuera culpable de un asesinato y le dijera que no fue ella, le creería sin dudarlo.

Se fijó nuevamente en su rostro, sus mejillas exquisitamente sonrosadas, su rostro mojado y su larga cabellera estilando agua al igual que su ropa, lo dejó sin aliento.

Su camisa blanca bien podía transparentar su ropa interior y unos abundantes pechos podían apreciarse a través de un delicado sujetador. De pronto sintió una excitante punzada dentro de su estómago que avanzaba rápidamente hacia su miembro. Era demasiado delgada para la proporción de sus pechos los cuales siempre escondía bajo el holgado chaleco de su uniforme, pero ahora podía contemplaros perfectamente.

No se dio cuenta cuanto tiempo se quedó viendo a sus generosos pechos hasta que vio como la chica comenzaba a temblar. Se quitó su chaqueta rodeándola con ella, sabía que estaba mojada y no le serviría de nada pero al menos la cubriría de exhibir su ropa interior.

Tragó saliva tratando de olvidar la visión de su sujetador y la tomó del brazo.

-Vamos.

Y dicho eso se dirigieron hacia la enfermería.

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