Capítulo 5

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Su lengua había invadido algo muy íntimo para mí, algo que jamás había Sido tocado, mi cuerpo reaccionó pero no de manera grata, sentía asco y náuseas, quería golpear fuerte mente su cara pero tenía mis piernas aprisionadas con sus grandes manos, lloré de impotencia y cuando ví que se apartó un respiro de alivio salió de mi pero eso solo fue un engaño, el cierre del pantalón negro de aquel hombre fue bajado junto a su pantalón, el solo sonreía de una manera realmente sádica y sin más perdida de tiempo fui robada de las castidad con la que había llegado a ese lugar, el dolor agudo en mi entrepierna no tardó en aparecer y el pequeño hilo de sangre que bajaba de mis piernas me hacía ver qué había perdido mi pureza.

—  esto....es.....lo....que merecen malditas fornicadoras— dijo mientras daba penetraciones profundas — pide perdón maldita enferma

Cada palabra que salía de su boca era veneno, como alguien que dice servirle a Dios se puede comportar de esa manera, los golpes de su pelvis en mis nalgas se hicieron más rápidos y sin más sentí un líquido caliente caer sobre mi espalda, solo puedo agradecer eso, no sabría que hacer si llegase a tener un hijo de ese hombre, caí de rodillas y ví como aquel cerdo se acomodaba el pantalón, caminaba hacia mi y me desataba lo cual provocó que cayera de lleno al suelo.

— entren — ordeno — llevenla junto a Dayana a la habitación de castigo, tendrán 3 días de ayuno y oración —

— si padre— asintieron dos religiosas

Lloraba por todos los pasillos, con mi camisón manchado de sangre no solo en la espalda si no también de mis piernas, llegamos a un cuarto obscuro donde caían gota de agua, la humedad había echo que las paredes estuvieran verdosas, me lanzaron cuan saco de basura y cerraron tras de si, me fui asta una esquina de esa habitación y atrajeron mis piernas a mi pecho, me sentía sucia y me maldecía a mi misma, unos pocos minutos después trajeron a Dayana, pero ella estaba aún peor que yo.

— a...amiga estás bien ?— pregunté tratandome de acercar

— no, no estoy bien me duele horrible el vientre y no he dejado de sangrar, me han pateado y al parecer se rompió algo dentro de mi — musitó con una mueca de dolor y sujetándose con el estómago

me acerque asta quedar frente a ella, le acaricie el cabello suevemente, quería darle un poco de calma pero al verme llena de sangre su cara se tornó de preocupación, nos miramos y ambas lloramos.

— ese maldito bastardo te ha echo daño verdad ?— pregunto Dayana

— el ....el me ha mancillado, me ha tomando por la fuerza y....

No termine de hablar cuando sentí un fuerte abrazo,basta que nos quedamos profundamente dormidas.

Han pasado dos días aproximadamente, no hemos probado bocado desde ese maldito día, el olor debido a nuestros excrementos y orina es asqueroso, nuestra ropa se encuentra dura y sucia por la sangre seca, corrimos hacia direcciones distintas cuando escuchamos las puertas abrirse, ambas teníamos nuestras rodillas abrazadas pero al ver el rostro de ese hombre me provoco un escalofrío que recorrió mi espina dorsal y un odio llenaba todo mi ser.

— Cristine, Cristine .....me da pena verte asi......pero espero que hayas entendido que la mujer está echa para estar con un hombre — musitó dando pasos lentos asta quedar en medio de la pequeña habitación

El miedo recorrió todo mi cuerpo, me estaba preparando para lanzarle un golpe si trataba de tocarme un solo cabello, pero en lugar de eso se acercó a Dayana se puso a su altura y acaricio su cabello deslizando su dedo asta su mejilla, chasqueo la lengua y sonrió maliciosamente.

— Dayana tu sabes perfectamente que no deberías hablar con nadie — musitó con burla— no quiero que vuelvas a hacer eso, puede que por los castigos pierdas a mi hijo

Los ojos de Dayana comenzaron a cristalizarse, sabía que en cualquier momento lloraría pero estaba esforzándose para no hacerlo, el sacerdote se puso de pie y llamo a una de las monjas que rápidamente llegó y para llevarse a Dayana a otro lugar lejos de mi, quería salir corriendo tenía tanto lo que pudiera hacerme ese hombre.

— Cristine, espero que esto te haya enseñado lo que se debe hacer aquí, lávate bien y por favor has tus obligaciones — ordeno mientras me sacaba de esa habitación

Camine a duras penas asta la habitación, al entrar no ví por ningún lugar a mi amiga, tome mis hábitos limpios y me bañé , quería borrar toda la suciedad de mi cuerpo, trataba de borrar las huellas que había dejado ese maldito hombre, pero sabía que las que jamás podría borrar eran las de mi alma, salí del baño y me vestí, Dayana aún no volvía, tenía  tanto por mi amiga pero me alegraba que ella tuviera un trato diferente al mio, baje las escaleras recorriendo los pasillos asta llegar a la cosina, todas las novicias me miraban con lástima en sus ojos, las marcas en mi rostro eran visibles, tenía unos rasguños y mis ojeras por el ayuno de tres días eran notorias.

— señorita, usted tendrá que lavar las lozas y lavar los baños — musitó la madre superiora

— entendido— asentí

Quería preguntar por mí compañera pero me detuve, la madre superiora tenía una mirada extraña, no era la misma que solía darme, apenas pase a su lado y me tomo por el brazo fuertemente, hice una pequeña mueca de dolor pero la mire a los ojos.

— se lo que hiciste con el sacerdote, pero te advierto que su consentida soy yo y si tratas de  quitarme el puesto no te gustará el resultado — dijo con furia en cada una de sus palabras

Sabía que ella no estaba mintiendo, después de haber escuchado y visto lo que ella y el sacerdote hacian todo cuadraba, este maldito convento no es más que una vil y asquerosa mentira y me maldigo a mi misma por haber decidido entrar aquí, extrañaba tanto a mis padres que  por fin me decidí a escapar de este lugar.

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