Capítulo 27

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Aún escondidos detrás del confesionario ideamos varios planes los cuales todos terminaban en nuestra muerte pero nuestro deber era poner a salvó a los seres inocentes que esperaban por nosotros en aquel frío cuarto donde solo se respiraba muerte.

— amor, necesito que seas muy valiente está claro — dijo con la voz un poco temblorosa — yo tratare de distraer a esos hombres y tú correrás los más rápido que puedas asta llegar a un teléfono donde marcarás este número

No podía creer lo que el me estaba pidiendo, quería que lo dejase solo a Merced de esos malditos hombres, yo no era capas de hacer eso mucho menos utilizarlo de carnada para que yo escapara pero su mirada llena de preocupación hizo que sin pensarlo aceptará, lo abrace con el temor de no volver a verlo y lo besé transmitiendo todos mis sentimientos más sinceros que solo el podía despertar en mi.

— tengo mucho cuidado por favor — inquirí sin despegarme de sus brazos

— igual tú Cristine, te amo — dijo entregándome un trozo de papel con un número escrito

El dejo un nuevo beso en mis labios y se pudo de pie para después comenzar a tumbar todo lo que se atravesará en su camino, como era de esperarse los hombres fueron tras de el dejando libre el camino para poder escapar, quise seguir mi camino sin detenerme pero el ver los rostros llenos de temor de todas las chicas que estaban atrapadas ahí me hizo detenerme, llegue asta donde estaba Danielle, solté sus ataduras y así continuamos con todas las demás.

Todas me miraban agradecidas pero sabía que eso no iba a ser todo, todavía quedaba el camino hacia la libertad lo que conlleva más peligros; todas comenzamos a caminar en completo silencio, algunas estaban muy débiles pero no era impedimento para que caminarán, estábamos a unos cuantos metros de la salida cuando se escuchó las campanas sonar, sabía que eso no era posible y comenzamos a correr varios hombres comenzaron a seguirnos apenas nos vieron las espaldas.

Entramos a los cultivos que teníamos tratando de perder a los hombres pero a medida que nos adentramos en esos matorrales las voces de esas personas se volvían más agudas, estábamos rodeadas solo un milagro podía salvarnos; gracias a la divina gracia de nuestro señor pude divisar a lo lejos la carretera así que pedí a todas que corrieran con todas sus fuerzas tomando en sus manos piedras, palos y todo con lo que pudieran defenderse.

— chicas, fue un placer conocerlas ha llegado el momento de defendernos y acabar con todo esto — dije casi en un susurro

— si Cristine cuenta conmigo, yo no dejaré que nadie me vuelva a hacer daño — refutó Danielle con ímpetu

— yo también estoy dispuesta a defenderme — inquirió Danna una chica de apenas trece años

Una a una comenzaron a aceptar lo que nos había tocado, solo tenía por las más pequeñas, María, milagros y Dayra ,todos ellas no pasaban los 12 años, suspire y tome valor, avanzamos y comenzamos a sentir un escalofrío recorrer nuestro cuerpo, frente a nosotros estaban esas personas desalmadas armados asta los dientes, pero no dejaría que ellos nos impidiera el paso hacia un mundo sin abusos.

Recuerdo haber escuchado una detonación y pasar a mi lado un disparo pero por gloria de nuestro señor no logro darme así que lance con fuerza la piedra que tenía en mi mano derecha golpeando el rostro de ese hombre, ví como su nariz comenzaba a sangrar y fue como todas lanzamos nuestros objetos encontrá de ellos, sé que parecerá una locura pero así fue, tomamos  solo cosas para poder defendernos y funcionó.

— lo...lo....logramos, estamos a salvó — espetó Danielle abrazándome

— si, solo falta abrir el portón y saldremos de este infierno — respondí

Abrimos el portón y dejamos que todas las chicas salieron solo nosotras quedábamos cuando se escuchó un disparo, fue como un destello y en cuestión de segundo Danielle cayó al piso de rodillas, tocó su vientre y al revisar su mano se vio manchada de sangre, el pánico se apoderó de todas nosotras, no sabíamos que hacer, todo era confuso, así que como instinto lanzamos piedras en contra del único hombre que permanecía lucido.

No sé quién fue y si lo supiera jamás lo diría pero una de nosotras lanzó un objeto muy pesado destrozándole el rostro a aquel tipo, era como si una fuerza extraña y a la vez muy poderosa estuviese protegiéndonos, apenas logramos volver en si comenzamos a correr no sin antes tomar a Danielle en nuestros brazos para poder caminar más rápido.

La obscuridad de la noche era casi abrumadora, las calles estaban vacías y el temor de ser apresadas nuevamente estaba latente; después de varios minutos logré reconocer el camino que llevaba, estamos muy cerca del convento vecino pero a su alrededor había mucho movimiento de camionetas y algunos hombres.

— chicas escondanse en un lugar seguro, iré a buscar ayuda — espeté mientras recostaba a Danielle detrás de un depósito de basura

— cris....Cristine por favor cuídate — inquirió Danielle apretando mi mano

— si lo haré, prometo volver por ustedes — musité con una voz dulce tratando de tranquilizarlas

Me despedí de todas y comencé a caminar con precaución, tenía tanto miedo de ser descubierta pero también de lo que Demián estuviera sufriendo, tenía tantas preocupaciones en mi cabeza que no me di cuenta cuando llegue a un teléfono público justo el que queda frente a la plaza central, suspire con alivio y lo tome en mis manos, marque número por número y espere asta escuchar la voz de la otra línea.

— línea de ayuda para violencia doméstica y tráfico humano en que puedo servirle cual es su emergencia — soy Cristine el oficial Demián me dió este número dijo que aquí me ayudarían

El silencio del otro lado del teléfono se hizo presente pero cuando estaba a punto de colgar para volver a llamar la voz de un hombre me hizo desistir de esa acción.

— dígame cómo es que conoce al oficial Freeman — pregunto un hombre

— yo....yo soy su novia el es sacerdote o mejor dicho se hizo pasar por uno, pero ese no es el punto el está en peligro — dije con desesperación

— no se preocupe, busque un lugar seguro y en menos de 10 minutos habrá oficial en camino — espetó con calma

De un momento a otro la llamada se colgó, un sentimiento de alivio lleno mi pecho y fui asta donde había dejado ocultas a las demás chicas; todo estaba, las luces del farol iluminaba solo esa pared lleno de mugre que nos ocultaba, la noche estaba tranquila cuando se escucharon a lo lejos las sirenas y un gran número de pisadas que de solo pensar en que vendrían en nuestra ayuda me llenaba de felicidad.

Escuché unas pisadas acercarse, el miedo hacia que temblaramos de miedo, una luz nos iluminó en el rostro cegandonos por algunos segundo y cuando por fin recuperamos la vista la figura de un hombre apuntando nuestros rostros con un arma fue lo que nos encontramos.

— por favor no nos mate — supliqué con fervor

El solo se quedó mirando fijamente, todas cerramos nuestros ojos esperando algún milagro, será que este es nuestro fin o es nuestra salvación.

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