Capítulo 20

89 8 0
                                    

Me coloqué mi ropa obscura y salí sigilosamente de la habitación, la temperatura del convento estaba demaciado baja, temía que fuera descubierta por el Castañar de mis dientes pero aún así tenía que llegar asta la pequeña; llegue asta el pasillo que conectaba la cosina con las catacumbas y abrí lentamente el pasadizo secreto, las voces de los hombres se podían escuchar a lo lejos y un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

— oye idiota, vayamos a visitar a alguna de las monjitas — dijo un tipo con voz burlesca

— estás mal de la cabeza, si se dan cuenta nos cortan las bolas, sabes que ellas valen muchos Miles para estos tipos — musitó el otro

Tenía que planear alguna distracción para poder acercarme a la pequeña puerta que custodiaban y como si de un milagro de tratase una voz conocida llamó a aquellos hombres dejando el paso libre, corrí sin hacer ruido y toque la puerta dos veces.

—soy Cristine, ¿estás ahí?— pregunté con la esperanza de encontrarla

— s...si pero se han llevado a Michel, por favor tráela de vuelta— musitó entre sollozos

Estuve a punto de hablar cuando escuché las voces muy fuertes, me despedí de la pequeña y sali corriendo pero para mí desgracia los hombres lograron verme.

— ¡detente ahí!—grito uno de ellos

—que te detengas maldita perra — refutó el otro

No podía detenerme si lo hacía tal vez me matarían, corrí tan rápido como mis piernas me lo permitieron asta llegar a una intersección de túneles, eran cuatro túneles que me conducirían a diferentes partes y elegí el que estaba de lado derecho, ahí me mantuve oculta por varios minutos asta que las voces de esos hombres dejaron de escucharse; decidí caminar guiada solamente por las paredes de aquel túnel, estaba totalmente a obscuras hasta que por fin un destello de luz se vislumbró a lo lejos, camine hacia lo que parecía ser una puerta y al empujarla levemente se abrió dejando a la vista una habitación con dos sillones y una mesa de centro.

¿Donde estoy ?— me pregunte a mi misma mientras caminaba hacia la puerta

Lo que ví dentro me dejó completamente helada, en ese cuarto desconocido había una cama y en ella había una pequeña niña no mayor de quince años, estaba atada de pies y manos a los postes de la cama estaba completamente desnuda y solo portaba una mordaza, quise correr hacia ella y rescatarla de los brazos de ese maldito hombre, era robusto, tenía solo unos pantalones puestos y en su mano portaba un látigo.

— ahora verás lo que es un hombre — dijo el tipo mientras le dió un azote en sus piernas

La niña; por qué para mí es una niña tembló de dolor su rostro mostraba tristeza y a la vez enojo, sabía perfectamente como se sentía, quise correr hacia ella y  desatar sus ataduras pero me sería imposible poder escapar juntos ella, lloré de impotencia y tuve que salir de ahí pese a mi remordimiento de conciencia, cague por los pasillos de ese lugar, solo Dios sabe dónde me encontraba, así que abrí puerta por puerta buscando la salida.

— dios guíame para poder salir de este lugar — musité mirando al cielo

Mis pies temblaban por el miedo a ser descubierta pero por fortuna encontré una puerta algo vieja y la abrí, había solo un callejón húmedo y camine a través de el, rece pidiéndole a Dios ayuda nuevamente y por fin llegue a lo que parecía ser la sacristía.

— gracias dios por ayudarme — dije arrodillándome frente al Cristo crucificado y lloré sacando todo lo que tenía dentro


Sin hacer ruido subí asta mi habitación derrumbando mi cuerpo sobre mi cama, abrace fuertemente la almohada mordiendo un pedazo de ella para callar mis sollozos, de pronto unas delicadas manos me envolvieron por detrás y gire mi rostro para encontrarme con usted Danielle igual de destrozada que yo.

—¿ lo has visto todo cierto ?— pregunto enterrando su rostro en mi cuello

— si — asentí sin dejar de llorar

— ayúdame a escapar por favor, necesito ir con mi madre —musito con un ligero temblor en su voz

— lo haré, pero no solo a ti si no a todas las chicas — inquirí girando me para abrazarla

La noche fue muy larga, la tristeza era sumamente fuerte y mi vida se me desvanecía poco a poco dentro de estas paredes, solo me quedaba ayudar a estas chicas y tratar de hacer mi vida junto a Demián. La mañana llego rápido, no había dormido ni un mísero minuto pero a pesar de eso no tenía sueño, las campanadas de la misa comenzaron a sonar, me maldecía mi misma por seguir aquí pero me tenían atada por ese maldito voto que hice sin saber en qué me estaba metiendo.

Las horas pasaron y la noche llego estábamos a punto de dormir cuando comenzaron a escucharse pasos por todos los pasillos, saque un poco mi cabeza para poder ver, eran varios hombres y cada uno entraba a una habitación de las novicias, transcurrieron cerca de 5 minutos y se escucharon sollozos de mis compañeras,e escondí debajo de la cama al escuchar que mi puerta se abría, pude ver como el mismo hombre que me había acorralado en la parte de afuera me buscaba.

— dónde estás pequeña, te tengo una sorpresa —

Estaba envuelta en llanto cuando fui jalada por mis cabellos y tirada al suelo bruscamente, el asqueroso hombre rasgo mi camisón dejando al descubierto mi ropa interior, sentí como su lengua recorría mi rostro dejando su saliva en el, trate de alejarlo recibiendo un fuerte golpe en mi rostro.

— por favor, no me haga daño — imploré mientras colocaba mis manos en su pecho

— pronto estarás en el cielo ya lo verás — escupió mientras bajaba mi pantaleta

No podía creerlo, nuevamente iba a ser profanada por un maldito hombre, mis piernas estaban inmóviles y sentía que el el peso de ese hombre me aplastaba quitándome la respiración, sentí como sus manos recorrían mi cuerpo y solo me encomendé a Dios para evitar cualquier cosa que el quisiera hacerme.

A lo lejos escuché la voz de Daniel, leves movimientos comencé a sentir y sin más abrí los ojos.

— Cristine,¿ estás bien ?— pregunto extrañada

— s...si pero ese hombre trato de...— dije sin poder terminar la frase ya que fui interrumpida por Danielle

—no hay ningún hombre aquí, solo estamos tú y yo, te has quedado dormida — respondió acariciando mi cabello — tuviste una pesadilla

— fue...fue tan real, pero me alegro que solo haya Sido un sueño — dije bañada en sudor

Cada quien se fue a su cama y nos dispusimos a dormir cada uno con sus demonios en la cabeza, solo espero que pronto termine esta pesadilla.

Voto De Silencio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora