Capítulo 15

107 9 0
                                    

Estoy aquí frente a la persona más enferma de este mundo, su mirada me recorre de arriba abajo, sin siquiera parpadear, el miedo en mi interior provoca un hueco en el estómago, pero debo intentar salvar a Danielle.

— padre — musité con la mirada baja

—si Cristine, ¿que es lo que necesitas ?— pregunto entre cerrando los ojos

— yo...yo...debo pedirle que lleve a Danielle al hospital, está muy mal — musité temerosa

El silencio me confundía no sabía que esperar, pensé que reaccionaria de una manera diferente pero solo llamo a la madre superiora y fueron a mi habitación, esto estaba mal así que trate de que por favor no le hagan nada malo.

— padre, por favor no la lastimen, solo pedí ayuda tiene fiebre — explique rápidamente

— lo sé gracias y ten por seguro que nadie le hará daño — dijo seguro

El miedo aún estaba en mi interior pero agradecía que no me hiciera entregarme a el, suspire de alivio cuando ví a Danielle recostada en su cama, estaba durmiendo tranquilamente, me acerque y la revise, la fiebre había disminuido y tenía compresas frías en su frente.

— estarás bien, ya lo verás — dije acariciando su cabello

Me recosté en mi cama y me deje llevar por el reino de los sueños.

Al despertar el cielo estaba completamente nublado, el aroma a tierra mojada llegó a mi nariz haciéndome recordar mi hogar, salí de la cama y me fui a bañar, pero antes revise a Danielle que se veía completamente recuperada, sonreí e hice lo propio, al salir ví a Danielle sonriente, tenía su cabello desalineado pero con una sonrisa radiante.

— me alegra que estés mejor — espeté con calidez

— gracias, solo fue una infección de garganta pero estoy mejor — siseo con una sonrisa

— me alegro — dije mientras colocaba mi habito

Solo dijimos eso y Danielle entro al baño, yo en cambio salí directamente a la cosina, hoy tendría que preparar la comida así que comencé algunas verduras y las coloque en una olla de agua hirviendo, comencé a darle vueltas cuando la voz de la madre superiora me llamó.

— señorita Cristine, debe de ir al otro convento —musitó sin expresión

— pero...— refute

— nada de peros, irá Inmediatamente, lo ordeno el padre así que vaya de una vez — ordeno severamente

Deje las cosas y subí a mi habitación, tenía tanta pena por haber confesado lo que sentía por el sacerdote que deseaba que la tierra me tragara y me escupiera muy lejos. Suspire con pesadez y camine hacia la puerta de este edificio.

Cruce el gran portón de metal y camine los más lento posible, pude admirar con detenimiento las bellas cosas que había en el exterior, a medida que iba avanzando los nervios crecían pero de una u otra forma tenía que afrontarlo, inhale todo el aire que pude contener en mis pulmones y avance asta llegar frente aquella puerta; toque una, dos, tres veces y no hubo respuesta justo después del quinto golpe la puerta se abrió, era extraño no pude ver a nadie si no asta que ya estaba dentro, al cerrarse la puerta ahí estaba el padre al que le había confesado mis deseos por el.

— pa...padre buenos días — musité nerviosa

— buenos días, puedes ir conmigo a mi oficina — musitó con voz temblorosa

— si— asentí

caminamos en silencio asta llegar a la oficina, ahí apenas toque el suelo de ese lugar y un nerviosismo terrible me estremeció, estaba sudando y mi cuerpo temblaba, cerré los ojos tratando de tranquilizarme pero lo que sucedió me sorprendió aún más; sus manos tocaron mis hombros y me hicieron girar asta quedar frente a el, sus ojos eran profundos y transmitían una gran paz, trague saliva y carraspe la garganta.

— ¿que es lo que debía decirme padre ?— pregunté nerviosa

— yo...bueno lo que quería decir es que....!por dios¡ .... Yo....yo siento lo mismo que tú — espetó rápidamente

Mi casa de sorpresa no la pude disimular, estaba emocionada, pero a la vez me sentía mal, el era un sacerdote y yo lo estaba conduciendo a una vida de perdición, le pedí perdón a Dios por lo que iba a hacer y tome valor, me acerque poco a poco a su rostro, tanto que podía sentir su cálido aliento y una fragancia que me embriagó, moría por sentir sus labios y así fue, de un momento a otro el me había sujetado por la cintura y me había pegado a su cuerpo.

Poco a poco nuestros rostros se fueron acercando asta que nuestros labios se unieron, pude sentir por primera vez el delicioso sabor de los besos, estaba totalmente perdida y se que por este motivo ardería en las llamas del infierno, nuestros labios encajaban perfectamente, pareciese que estaban hechos el uno para el otro. El beso era casto solo un pequeño roce, pero a medida que avanzaba se fue intensificando. Nos separamos después de varios minutos, ambos estábamos totalmente rojos, era una sensación extraña pero a la vez cálida.

— lo siento señorita Cristine— dijo a modo de disculpa

— no se preocupe, yo....yo tuve la culpa — refute

— no, eso no es su culpa, sé que le he fallado a mi juramento, pero me he enamorado de usted — exclamó seriamente

No podía decir nada así que deje que el silencio hablara, el se acercó nuevamente a mi y me beso, esta vez fue un poco más apasionado pero lleno de amor, pase mis brazos al rededor de su cuello y correspondí sin dudar.

Estaba totalmente feliz, por una sola vez en toda mi estancia en este lugar, era feliz, me deje fundí en el cálido abrazo y pegue mi cuerpo en el de el, simplemente quería permanecer de esta manera el resto de mi vida, quería que así fuera siempre. Pasaron los minutos y una de las religiosas fue en nuestra búsqueda, la puerta estaba siendo golpeada una y otra vez así que nos separamos y el fue a atender.

— que sucede Sor María? — pregunto cortésmente

— solo venía a decirle que hay varias personas esperando la misa — musitó mientras bajaba la mirada

— le he dicho que no baje la cabeza, y dígales que en seguida voy — espetó tranquilamente

El me miró y cerró detrás de él la puerta, el solo verlo me hizo sonreír y corrí hacia el, lo abrace estrechando su cuerpo y sentí su respiración.

— dejaré de ser padre, quiero hacer una vida junto a ti — musitó acariciando mi cabello

— yo también dejaré el convento, quiero permanecer a tu lado siempre — bese fugazmente sus labios y salimos directamente asta la iglesia.

Escuché atenta cada palabra que salía de su boca, era la primera vez que me sentía de esta manera, pero una duda se formó en mi, como es que haría para poder escapar de mi infierno, que pasaría si yo dijese que quiero abandonar el convento.

Voto De Silencio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora