Uriel y Soleil, los eternos bailarines

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Uriel y Soleil, los eternos bailarines

Los ángeles existen, ¿Lo sabías? Pero no son aquellos seres con alas, aureola, y aspecto inocente, estos son como tú y yo. No los podemos ver, pero viven entre nosotros, cumpliendo un sinfín de funciones, dándole sentido a muchos aspectos de nuestras vidas.

En esta ocasión, te relataré la historia de un par de ángeles, que más que ángeles, son unos excelentes bailarines.

Soleil, el ángel de la vida, y Uriel, el ángel de la muerte, son una pareja de ángeles cuya residencia es un hospital. Cada uno tiene su función: Uriel toma las almas de quienes mueren, las purifica, y se las entrega a Soleil. Es allí cuando Soleil deja impreso un propósito, una característica, o un mensaje en dicha alma, transformándola en una completamente nueva, y luego colocarla dentro de los humanos recién nacidos. Todo esto lo hacen mediante una hermosa danza que jamás termina, siempre en sincronía, siempre perfecto.

Ellos viven dentro de aquel hospital, conocen a todos, observan todo pero jamás son observados, ellos son ángeles, aunque quisieran ser vistos, los humanos jamás podrán verlos.

Ellos bailan con toda la libertad de un mundo completamente distinto al de los humanos, un pequeño universo en el que sólo ellos dos existen.

Ese pequeño universo para dos se rompe con la llegada de un tercero: una niña pequeña, una enfermedad terminal, un ángel de la muerte que desea ver florecer la vida una vez más.

Uriel le ve llegar, se veía tan alegre que parecía la persona más feliz del mundo, su madre, por otro lado, le invadía la tristeza, su rostro lleno de preocupación no podía ser ocultado con sus falsas sonrisas.

Era como ver dos mundos totalmente distintos, uno lleno de vida que más temprano que tarde moriría, y otro sin vida destinado a seguir en ese estado durante años.

Era una tragedia poética, irónica, e incluso graciosa para el juicio de los ojos más cínicos.

Uriel observaba a la niña todos los días, jamás detuvo su danza y jamás le quitó los ojos de encima. Él realmente se fascinaba con ella, no entendía cómo teniendo tan cerca a la muerte podía ser tan feliz.

Él había visto vidas longevas de personas que jamás conocieron la verdadera felicidad, repletos de todo lo que cualquier humano desearía, ricos de muchas formas, pero pobres de muchas otras más.

— Es injusto — dijo Uriel

— Es lo que somos, la vida no es justa, la muerte tampoco lo es. No lo pienses tanto, ella no es inmortal, no lo será jamás.

— La vida no es justa porque tú no lo eres, la muerte no es justa porque yo no lo he sido.

— Sólo somos lo que somos, da igual si me tomas como una cínica. Sólo no intentes cambiar las cosas, arruinarás nuestra perfecta sincronía.

Continuaron con su danza durante meses, meses en los que Uriel no separaba la vista de la niña, meses en los que ella sólo sonreía. Jamás vio una lágrima en su rostro, ni siquiera un gesto de cansancio o tristeza. Esa niña se mantenía feliz, como si no entendiera nada de lo que le sucede, o quizás como si lo entendiera todo a la perfección.

Esa última semana ella sucumbió, sus fuerzas cada vez eran menos, su rostro estaba pálido, su mirada perdida, y aún así, mantenía una sonrisa, que aunque pequeña, era una que transmitía tranquilidad, la suficiente como para compensar todo el caos que había a su alrededor.

Uriel no pudo evitar quedarse junto a ella, él realmente se había enamorado de la fuerza de esa niña, sentía que ella era la viva imagen de la esencia de ambos ángeles: la sonrisa de una pequeña con ganas de vivir, la mirada apacible de una vida sin miedo a la muerte.

— Arruinaste la sincronía, Uriel. Nos vas a meter en problemas.

Uriel no contestó, estaba perdido en sus pensamientos mientras miraba fijamente a la nada. Él necesitaba hacer lo correcto, no estaba en paz, y no lo estaría si no lo hacía.

— No pienso matar a la niña, por favor, permítele vivir.

Soleil se quedó atónita, no supo qué decir ni qué hacer, sabía los problemas a los que se enfrentaría si decidía hacerlo. Sin duda era una decisión difícil.

— ¿Comprendes todo lo que sucederá si decido hacer lo que me pides? Cuántas personas morirán por este cambio de ritmo, cuántas vidas se arruinarán, los problemas que causaremos, ¿Entiendes todo lo que implica salvarla?

— Sí, lo entiendo. Por favor, permítele vivir.

Soleil miraba al suelo pensativo, no entendía qué tenía de especial esta niña.

— Antes quiero saber, ¿Por qué tanto deseo por salvar su vida?

— Desde hace años que está muriendo. Ella nació con la muerte bailando a su alrededor, y aún así, tiene la valentía de sonreír y ser genuinamente feliz cada día. He visto morir a muchos, eso es lo que soy, y sé que los verdaderos deseos salen a la luz justo antes de morir. El único deseo de esta pequeña es vivir, es lo único que pide, lo puedes ver en su sonrisa, en su mirada, en todo lo que la comprende. Hay vidas que duran años y no valen la pena, estoy seguro de que ella hará que la suya lo valga. Por eso quiero salvar su vida. Ahora, por favor, permítele vivir.

— Está bien, sólo espero que en realidad lo valga.

Soleil se acercó a la niña, acarició su cabello, y luego besó su frente.

— Mañana la verás salir caminando por la puerta principal de ese hospital.

— Gracias, Soleil.

Al día siguiente, Uriel vio a la niña caminando luciendo una gran sonrisa, a su lado iba su mamá, estaba tan feliz que lloraba de alegría, Vio como salieron juntas por la puerta principal del hospital.

— Sabes que algún día su vida terminará, y tendrás que hacer lo que evitaste hacer hoy, ¿Cierto?

— La muerte está tan segura de ganar, que de ventaja te da una vida.

— Es bueno saber que lo entiendes. Ven, bailemos esta pieza, es tu favorita.

Uriel y Soleil jamás dejaron de bailar, aún continúan su eterna danza. Pero claro, no todos son capaces de ver la belleza de un monstruo en un mundo perfecto.

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"La muerte está tan segura de ganar que de ventaja te da una vida"

Canserbero

Cómo pintar monstruos en mundos perfectos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora