Cómo pintar monstruos en mundos perfectos

Toth, el guardián de la vida

Toth, el guardián de la vida

Hace mucho tiempo, tanto como para ser el único capaz de relatar esta historia, ocurrió un suceso que transformaría el universo para siempre: surgió la vida.

Empezó siendo un pequeño cúmulo de energía, minúsculo, al punto que ni el ojo más certero podía percibir un cambio, pero el tiempo pasó, y aquella partícula imperceptible tomó forma y tamaño, convirtiéndose en una tierna bacteria flotando en el medio de la nada.

Dicha bacteria se multiplicó infinidad de veces, al punto de albergarlo todo. Luego de una serie de complejos procesos, aquellas bacterias, con el tiempo, se transformaron en seres totalmente diferentes unos de otros. Los humanos de este tiempo le llaman evolución.

Al ver la vida nacer, florecer, y recoger sus propios frutos, decidí tomar a aquella bacteria singular que lo inició todo, y liberarla en el universo, donde sería libre. De forma esperadamente inesperada, dicha bacteria tenía una conexión especial con todas y cada una de las partículas vivas en el universo, de las cuales absorbió todas y cada una de las propiedades del resto de seres vivos del universo. Convirtiéndose rápidamente en el único ser capaz de entender, albergar, y proteger la vida en todas las escalas y formas posibles.

Fix, al ver a aquella criatura, decidió nombrarla "Toth, el guardián de la vida".

Toth tenía aprendidos todos los idiomas y lenguajes de todos los seres vivos. Podía hablar un lenguaje tan primitivo como el de los humanos, y comunicarse en un lenguaje tan complejo como el de las plantas, las nubes, e inclusive las estrellas. Siendo así, uno de los pocos seres capaces de comunicarse conmigo sin ningún tipo de limitación. Irónicamente, a pesar de poder comunicarse con absolutamente, detestaba hacerlo.

A lo largo de los años, logró hazañas increíbles: detuvo ejércitos enteros, rescató cientos de especies de la extinción, solventó disputas milenarias, logró dormir al gran témpano, y la más importante, durante toda su vida mantuvo un balance perfecto entre la vida y la muerte.

Toth era fanático de los humanos, sobre todo los que luchaban por causas que consideraban justas, los que vivían enamorados, los que compartían sus conocimientos, los que se preocupaban por ayudar a otros, y los que buscaban preservar la vida a toda costa.

Lo más admirable de Toth, era definitivamente su gran capacidad de amar a todos los seres vivos. Él sentía la muerte de la más pequeña de las hormigas, hasta el incendio de los bosques más grandes. Vivía y moría a diario, conocía el infinito dolor de todo aquello que tenía la fuerza suficiente como para tener vida. Y a pesar de todo el sufrimiento con el que cargaba, jamás dejó su labor como guardián.

Aún cuando la gran guerra del período oscuro llegó, él se mantuvo en aquella armonía que tanto le caracterizaba, al punto de reunir tanta energía, que acabó transformándose en el gran coloso que todos conocen, quien se sacrificó por todos nosotros, y, a su vez, vive en todo lugar. Yo mismo, con la ayuda de una de mis creaciones, acabé con su vida, poniendo fin a una de las más grandes y caóticas eras jamás vividas.

Los cinco guardianes, y las cinco virtudes, fueron diseñadas por Toth, como su último obsequio a la tierra. Dejó una porción de sí mismo, en cada una de sus partes. Toth aún se mantiene vivo dentro de aquellos capaces de encontrarlo: en los guardianes, y los humanos con la fuerza para convertirse en virtuosos, en el perfecto balance entre los distintos monstruos, planos, dimensiones, y mundos.

Donde exista algo, o alguien con la necesidad de vivir y florecer, Toth, de una u otra manera, le brindará esa fuerza necesaria.

Esa es la historia del primer guardián sobre la tierra, Toth, el guardián de la vida.

Ahora, sólo puedo pedirles que, por favor, no permitan jamás que su memoria se desvanezca en las profundidades del tiempo.

Cuento con todos y cada uno de ustedes. En especial contigo, Sekani.