—¡Olivia! ¡El camión ya esta aquí!- grita mi madre metiendo la última maleta en el coche.
Hemos contratado un camión de mudanzas que se encargará de transportar todas las cajas a la nueva casa, aunque de todas formas, nos llevamos lo más importante con nosotras.
—Abby, tu peluche- le digo a mi hermana pequeña, la cual, con la emoción y las prisas casi se olvida su muñeco favorito en la cocina.
Ella corre hacía mi y me lo arrebata de las manos sonriendo. Heredó los ojos marrones de papá, pero su sonrisa y su pelo castaño son iguales a los de mamá.
Yo, al contrario de ella, tengo el pelo mucho más oscuro, y los ojos más claros. Somos bastante distintas, pero de todos modos se nota que somos hermanas a pesar de los 10 años de diferencia que nos separan.Las dos nos dirigimos hacia la salida de nuestra casa, hechando un último vistazo a todo. Voy a echar de menos estar aquí.
—¿Estás lista?- esa voz me saca de mi trance, haciendo que me gire. Mi padre esta mirándome, apoyado en la chimenea del salón.
—No lo sé papá...- murmuro.
—Claro que sí hija. Confía en tu madre. Cuando ella te dice que va a ser un gran cambio, tiene razón.
—¿Tú crees?
—No lo creo, lo sé.
—¿No te molesta que mamá haya vendido la casa?
—Pues claro que no. Si vender esta casa implica que vosotras vayáis a ser más felices, ya está. Eso es todo lo que necesito- sonrío ante sus palabras y asiento con la cabeza, intentado auto convencerme de que tiene razón.
—Te echo de menos papá- la voz se me quiebra levemente, así que cierro los ojos para evitar derramar alguna lágrima.
Cuando vuelvo a abrirlos, ya no está, ha desaparecido de nuevo.
—¿Decías algo?- pregunta mi madre apareciendo en el salón.
—Eh... No, no. Vámos.
Sacudo la cabeza y salgo de casa para montarme directamente en el coche.
Nos espera un largo camino por delante.Durante todo el trayecto nos dedicamos a jugar a las adivinanzas y escuchar música.
Bueno, realmente las que lo hacen son mi madre y mi hermana, yo prefiero mantenerme callada, pensando en mis cosas.
Por lo que me explica mi madre, deduzco que mi nuevo instituto será bastante distinto al que he acudido todos estos años, lo cual implica más gente y más contacto social, algo que me inquieta bastante.
De hecho, no creo que vaya gustarme, la verdad.Antes, yo era una persona bastante sociable, pero desde hace unos años dejé de serlo, desde el accidente cambié drasticamente, me encerré en mi misma y dejé de relacionarme y hablar con gente. Al principio, todo el mundo creyó que eso solo era una etapa más del duelo y que tarde o temprano, volvería a ser la de antes, pero eso nunca llegó a pasar.
Finalmente, terminé siendo diagnosticada con depresión.A partir de ese momento, empezaron las visitas semanales al psicólogo y al médico, dejé de quedar con mis amigos, y a pesar de los múltiples intentos por su parte de hacerme salir de casa, terminaron sin servir de nada. Poco a poco, empezaron a distanciarse de mi y hasta día de hoy solo una de ellos ha seguido a mi lado.
Kate. A pesar de lo fría que he sido, y sigo siendo con ella, no se ha movido de mi lado, aunque obviamente, ahora que voy a mudarme, no podrá seguir estando fisicamente conmigo, me ha repetido incontables veces que no voy a librarme tan facilmente de ella.
***
—¿Cuánto queda?- pregunta mi hermana desde los asientos traseros, después casi tres horas de camino.
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Souls
RomanceOlivia es el claro ejemplo de una persona rota, sin metas ni razones para volver a ser feliz. Ash lo sabe. Desde el primer día que sus miradas se cruzaron supo que esa chica necesitaba ayuda. ¿Podrá él recomponer los cristales rotos de Olivia? ¿O...