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México.

Al escuchar el llamado, volví en sí a la realidad, me había quedado en una especie de trance por lo que había sucedido hace unos minutos atrás.
Moví mi cabeza, tratando de olvidarme de los estúpidos pensamientos que rondaban en mi mente; noté que Rusia volteó hacia la puerta, atento a esta. Seguí su mirar y al instante la puerta de nuevo fue tocada.

—Adelante.

Ordenó con amabilidad él, me senté en al cama sumergido de nuevo en mis pensamientos. Rusia se acercó a mí, colocando una de sus manos en mi hombro, mientras el empleado entraba a la habitación y habla con él, minutos después me habló a mí.

—Hablaremos como personas civilizadas luego, ahora tendré que dejarte solo unos momentos y por favor, no hagas alguna tontería.

Alcé mi mirada hacia él, encontrándome con una de sus sonrisas que ya me era costumbre verlas seguido, mi corazón se aceleraba tan solo con mirarlo, al igual que él, mi sonrisa se enganchaba.

—no te prometo nada.

Solté relajando mi cuerpo y a su vez, tirando con delicadeza mi anatomía a las suaves telas de la cama. Oí cómo éstos dos hombres abandonaban la habitación, dejándome completamente solo.
Ahora me encontraba con toda mi atención pérdida en el techo, ¿Qué había sucedido? Rusia casi me besaba, mierda. Tan solo recordarlo mi mente se apendeja y mi corazón se vuelve como un auto en carreras. Sentía cómo éste salía de mi pecho.

En ese momento, solo me encontraba paralizado y tal vez, solo tal vez disfrutar el contacto que me brindaba en su instante el mayor. Suspiré, mi cuerpo sentía caliente y mis mejillas estaban hirviendo, de seguro con un notorio sonrojo, no es necesario mencionar que el corazón quería abandonar mi cuerpo.
Al primer roce me sorprendí y me enojé por el contacto, en la forma cómo me encontraba sobre él; era mi culpa, lo sé por alterarme y querer encararlo me gané eso.

La segunda vez, ya no me sentía enojado, es mas me sentía bien, feliz, extraño. Lo disfruté, lo hice. Joder ¿podría dejar de pensar en eso? solo al imaginarlo, mi cuerpo se tensa y mi felicidad se eleva.

—¿Será que me gusta Rusia?

Moví mi cabeza bruscamente por mi maldito pensamiento.

—No, no, no. No puede gustarme solo por hacer eso, no soy joto; no soy joto. Solo es una reacción común de mi cuerpo y sentimientos ante esa situación, lo es. Sí, es eso.

Me repetí a mí mismo, convenciendome de lo que era muy claro. Rusia no me gusta, nunca lo hará, solo fue el momento, la emoción, la situación.
Me golpeé levemente mi cabeza, cerrando los ojos.

"No seas un mentiroso, Méxi. Maldito mocoso, sabes que te gusta Rusia, te gusta el doctorcito ese, lo tienes claro aunque eres un ser asqueroso, nadie se fijaría en ti, ¿Crees que ese hombre lo hará? JAJAJAJAJA ERES UN ASQUEROSO GAY, UN ENFERMO, AH QUÉ ASCO SER TÚ, MUÉRETE jajajajajajajajaja eres una puta."

Las risas, palabras, voces regresaron a mí. Apreté los ojos con fuerzas, evitando enojarme por éstos, tape mis oídos y demás con las sábanas, esperando que las voces se alejaran, se fueran de mí.
Sentía cada vez más esas malditas risas, lamentos; son una tortura para mí.

Pov's.

Se despidió del trabajador que momentos antes le había informado sobre la persona que tenía en enfrente ahora.
Alzó una ceja confundido, colocando sus anteojos, acercándose un poco más al chico que tenía la mirada pérdida en algún punto de la sala.

—Hola, aquí Rusia. ¿En qué te puedo ayudar, joven?

Saludó con esa sonrisa que lo caracterizaba, metió sus manos en los bolsillos de su bata, ansiando la respuesta del muchacho que desconocía su nombre.

''''I will remain in your consciousness'''' Donde viven las historias. Descúbrelo ahora