''''I will remain in your consciousness''''

07

Pov's.

—Largo.

El tricolor norteamericano miró desconcertado al médico, pues sus acciones habían sido demasiado extraño o al menos eso pensaban los latinos.
Chile sintiéndose nervioso, solo miró a México, dándole a entender que era mejor que se vaya. Él entendió y asintió, regalándole una sonrisa a su mejor amigo, hecho que notó el eslavo e hizo enojar más de lo que ya estaba.

—México, espero que te recuperes pronto. Nos vemos dentro de un año, Méx. Te quiero.

Esas fueran las últimas palabras del chileno, antes de salir de la habitación dejando solos a el médico y paciente.
El ambiente se sentía tenso, incómodo. México solo pudo bufar molesto, acostándose cómodamente en la cama, dándole la contraria a Rusia, ignorandolo.
El contrario solo pudo suspirar, fatigado y enojado, tomó asiento de nuevo, pero esta vez hizo que la silla estuviera más cerca de la cama del chico.

—Méx, hay que hablar.

Él solo lo oyó, quedándose callado ante las palabras de su mayor. Se arropó, sintiendo la calidez que emanaban las sábanas.
Los minutos pasaron, exactamente 10 minutos; donde el Azteca-maya no emitía palabra y callaba, el euroasiatico no decía más después de su última oración.

Cansado de esta situación, decidió tomar cartas en el asunto. Sin lastimar o incomodar al menor, se levantó de su asiento acomodando su anatomía junto la del chico, abrazándolo. No mentiría, se sentía bien hacerlo y su pecho se sentía cálido, mientras una nueva sensación que absolutamente no le molestaba, llenaba este mismo, abandonando la sensación que tenía cuando Chile estaba presente.
Respiró, sintiendo el aroma de México, bueno era una combinación  de medicina, alcohol y a miel, claro que le gustaba sentirlo en sus fosas nasales.

Sin embargo, el mexicano al sentirlo sobre él tensó su cuerpo, confundido y sorprendido se encontraba pero al paso de los minutos se acostumbró, relajando su cuerpo y disfrutando de la cercanía, aunque claro estaba que la sorpresa no se iba de él.

—¿R-rusia?

Soltó nervioso, sí. Habían pasado varios minutos desde que Rusia lo abrazó, no niega que le gustaba pero ya estaba siendo un poco incómodo soportar el peso del eslavo, su frágil y doloroso cuerpo pedía auxilio. Se removió, tratando de quitar al mayor, siendo inútil; sonrió al sentir cómo él poco a poco se alejaba de su cuerpo, pero igual su cuerpo de nuevo se sentía frío sin su presencia cerca.

—¿Podemos hablar ya?

El mexicano retomó su lugar, ahora tomando asiento en la cama mirando al médico.

—Claro.

Afirmó, sonriéndole al ruso. Este solo podía disfrutar de la bella sonrisa que le brindaba el mexicano y desde luego ese extraño sentimiento que inundaba su pecho.
Con delicadeza, poso su mano sobre la ajena, acariciando tratando de transmitirle confianza al chico.

—No quiero ser chismoso, Méxi. Pero un pajarito me dijo que lo que me contaste era falso; ¿Debo creerle?

Soltó demostrando una expresión de confusión, pero por dentro se estaba muriendo de risa. Él mismo sabía que no era verdad, pero quería comprobar hasta qué punto piensa llegar México.
Sí, el chico se rascó su cabeza, evitando la parte lastimada; con evidente nerviosismo, era obvio que ya lo habían descubierto.
Se resignó, pues el mayor ya sabía la verdad, no le quedó de otra que hablar con sinceridad.

—ah, sí. No es verdad, todo es falso. Es que no me gusta que me anden preguntando como si estuviera loco, es incómodo ¿sabes?

Suspiró al termino, llevando sus cicatrizadas manos a sus mejillas, estas igual tenían marcas de rasguños y daños por parte de él mismo.
El eslavo solo pudo sonreír, agradeciendo lo sincero que fue México estaba vez. Tomó asiento a un lado de cama, a lo que México se arrimó dándole su espacio.
Rusia tomó sus apuntes y diagnósticos, anotando sus observaciones y avances.
El muchacho notó ésto y estiró un poco su cabeza, tratando de averiguar qué había en esos papeles, a lo cual Rusia igual se percató y lo escondió de la vista, riendo por la expresión del chico.