Sit down beside me.

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Había observado el rostro de Pina mientras amanecía, el cielo no tardó mucho en aclararse, y unos minutos después se quedó dormido en su pecho. Si no hubieran estado tan cansados, Pina por su debilidad e indicios de estarse enfermando y Bill por insomnio, quizás no hubieran conciliado el sueño tan rápido en esa posición, pero estaban cómodos al fin y al cabo.

Bill había pasado varias noches en vela, no conseguía dormir durante días y alguna noche su cansancio era tal que caía rendido con facilidad, pero se despertaba a los pocas horas y tenía que mantenerse despierto a punta de café. No sabía por qué comenzó a pasarle, después de haber conocido a Pina, simplemente se quedaba pensando, algunas veces rememorando las relaciones pasadas y otras solo preguntándose quién sería esa oveja (que resultó carnero) con la que bailó esa noche?

Después de romper con la tigresa, se sentía menos culpable, y agradecía que él le permitiera aclarar las cosas, aunque fuera una grabación, era suficiente para demostrarle que no estaba mintiendo.
Incluso si no parecía un problema grave, Pina se había sentido mal, como si lo hubiera traicionado, y fue un completo alivio cuando lo dejó escuchar la conversación, no se lo dijo pero le quitó un peso de encima.

A pesar de lo que pasó entre ambos, de haber conseguido conciliar el sueño después de lo que hicieron, Pina no estaba tranquilo. Kotaro volvió a perturbarlo en sus sueños, recordándole que las cosas explotarian en su cara. Las mismas palabras y la misma escena, los mismos repugnantes olores y el miedo que lo invadió, volvieron a él.

Intentaba escapar, salía por una ventana y terminaba en la misma habitación llena de sangre, ese olor nauseabundo invadía su nariz y recorría todo su sistema, cortando su respiración al llegar a la garganta. Con sus manos trataba de quitar esa sensación de asfixia, que luego se volvían las manos de su amigo, y podía sentir la sangre caer por su cuello hasta su pecho. ¿Morir era tan doloroso?

Escuchaba su nombre siendo repetido por el eco, miles de voces distintas que lo llamaban, sus palabras parecían tomar forma y envolverse en su cuello para luego posarse en sus mejillas. Cerró los ojos con fuerza, viendo lágrimas de sangre filtrarse entre sus párpados, y cuando abrió los ojos se encontró de frente con un borroso Bill.

Sus lágrimas caían permitiéndole verlo mejor, él limpiaba su rostro, pasando sus pulgares por el camino que dejaban las lágrimas al caer, no eran sangre como en el sueño, eran sólo lágrimas.
Cuando su vista se aclaró, pudo ver la preocupación en su rostro, ni siquiera podía sonreírle como siempre.

— ¿Qué pasa? — Sus pulgares aún acariciaban sus pómulos, sentía su cuerpo frío y sus pulsaciones demasiado alteradas. A pesar de lo preocupado que se veía Bill, no sentía que pudiera decirle lo que había pasado con Kotaro, la razón de su discusión era era bastante ridícula. Cerró los ojos con fuerza, esperando que él lo entendiera y que no lo presionar, como solía hacer. — ¿Pesadilla?

Asintió sintiendo sus labios retorcerse, aunque evitó llorar, su tristeza era demasiado clara, recibió su abrazo y las caricias en su cabeza hasta estuvo más tranquilo. Bill sabía que no era de los que consuelan a alguien solo porque se sintiera mal, él no era así, por lo tanto ese simple consuelo era otra señal de que estaba enamorado, pero no era momento de pensar en eso.

Una vez que se hubo calmado, se amarró la misma toalla de antes, que ya estaba seca, fue a lavarse la cara y los dientes, antes de que Bill le ofreciera dormir un poco más, después de todo era mejor que descanse para recuperarse un poco. Si no hubiera estado tan cansado, seguro se habría negado, pero aceptó ocupando esta vez la cama para él solo; se quedó dormido bastante rápido.

Él sonrió viéndolo, mientras cepillaba sus dientes y se vestía para bajar a hacer desayuno para ambos, cada atención y detalle que pensaba para Pina lo acercaba más al veredicto sobre sus sentimientos; no le molestaba pensar que estaba enamorado, aunque temía por lo que dirían sus padres. Sin embargo, terminaba pensando que sabría arreglarlo y que todo estaría bien.

Aquel valsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora