the gift

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Diez días más tarde la ojimarrón se encontraba desesperada en Perisur, había entrado a más de diecisiete tiendas y aún no encontraba nada que la convenciera. Nada de lo que había estado viendo parecía el regalo correcto para Valentina y odiaba a aquella rubia por ello.

Hace tres días atrás había recibido una invitación por WhatsApp para la fiesta en honor a los veinsiete años de la ojiazul, y por un instante le restó importancia, sin embargo, ahora estaba más estresada que cuando estaba en el hospital. Dejó para última hora el regalo de Valentina y no sabía que hacer, tenía dos opciones en mente, suicidarse o largarse de nuevo a San Antonio. Lo correcto, sin embargo, parecía ser simplemente no asistir a la fiesta, pero sabía que eso sería un golpe duro para la descarada de ojos azules.

- ¿Bueno? - respondió con tono malhumorado su celular mientras salia de la tienda número dieciocho del día

- Vaya, hasta que atiendes el teléfono. - la regañó su madre - ¿En dónde estás? Estoy afuera de tu departamento junto con Francisco, venimos a la ciudad para la verificación de la camioneta y nos pareció buena idea venir a verte.

- ¿Qué? Dios. - la morena suspiró - Estoy demasiado lejos del departamento, mamá. Mira, toca en el departamento 603, va a salir una chica de ojos enormes, pídele la copia de la llave de mi departamento. Se llama Tania, es amiga mía y mi respaldo cuando olvido mis llaves.

- Está bien, pero ¿a qué hora llegas? Te hemos comprado algo muy bonito. - su mamá sonaba demasiado emocionada - Estoy segura que te va a encantar.

- Probablemente llegue en dos horas. - dijo mirando el reloj de su muñeca - Debo decirte que llegaré de rápido porque tengo que alistarme para una fiesta de una amiga. - advirtió, conocía a su madre y sabía que corría el riesgo de que la reteniera por varias horas

- No te preocupes, Juli. Te damos el obsequio y nos vamos, le prometimos a los chicos que llegaríamos temprano a Cuernavaca. - explicó para tranquilidad de su hija

- Estupendo. - estaba a punto de despedirse cuando se acordó de algo - Oye, ma.

- ¿Sí?

- ¿Qué le regalarías a alguien que cumple veintisiete años? 

- Necesito más detalles, hija. - se rió su mamá al otro lado de la línea

- Bueno, ella es... Ella es una persona alta, delgada, suele vestirse demasiado bien y siempre huele rico. Le gusta la música pero solamente en CD's, su color favorito es el amarillo mostaza, tiene una adicción a los zapatos de todo tipo, ama las cosas dulces... - se quedó callada por unos segundos para pensar en qué más le gustaba a la ojiazul - Uhmmm, también es fanática del fútbol americano, pero no sé.

- La verdad es que no entiendo para que me preguntas, hija. Parece que lo tienes bien manejado, por lo que acabo de oír, la conoces demasiado bien. - la morena rodó los ojos - ¿Son algo así como mejores amigas?

- Yo... uh... ¿sí? Sí, algo así. - se rascó la mejilla - Creo. - susurró

- En ese caso, podrías obsequiarle algo que puedan hacer juntas, no sé, un día en el spa, un viaje en carretera a donde sea que las lleve el destino, ese tipo de cosas ¿entiendes? - Juliana masculló irritada - Son solo ideas, hija. Bueno, te dejo, Francisco ya quiere entrar a tu departamento para dormir un rato. - rió - Nos vemos aquí.

- Sí, ma. - colgó y se guardó el celular en el bolsillo

Pensó en la sugerencia de su madre y entonces arrugó la nariz. ¿Estaría dispuesta a pasar un día entero a voluntad con Valentina? Ya han estado solas antes, han salido en alguna que otra ocasión cuando a la rubia se le ocurre secuestrarla de sus actividades diarias, pero siempre ha sido por iniciativa de la más alta. Por más que le agradase Valentina, la morena no tomaría la decisión en pleno uso de sus facultades mentales de estar a solas con ella. 

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