family dinner

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Juliana caminaba por los pasillos del área de neurología mientras revisaba todas las aplicaciones de redes sociales de su teléfono con aburrimiento. Su día había comenzado con el pie izquierdo desde que había tomado un vaso de leche pasada, lo cual la había hecho correr rápidamente al baño y vomitar.

Estaba por guardar su teléfono en el bolsillo cuando una notificación de WhatsApp llegó de la nada haciendo que su corazón se acelerara y una sonrisa se formase en sus labios.

Valentina [6:32 pm]: Doctora, tengo una duda. ¿Es normal no poder dejar de pensar en alguien? estoy comenzando a preocuparme, no he podido concentrarme en el trabajo.

Juliana [6:34 pm]: Me temo que no se hacen consultas por teléfono, señorita. 

Valentina [6:34 pm]: Es una pena. Creo que me volveré loca.

Juliana [6:35 pm]: Tome un respiro, eso funcionará a calmar su mente.

Valentina [6:35 pm]: Soy una persona cero calmada, no creo que mi mente deje su brazo a torcer. ¿Le soy sincera, doctora?

Juliana [6:37 pm]: Esperaría que siempre fuera sincera.

Valentina [6:45 pm]: No dejo de pensar en usted.

Valentina [6:46 pm]: Y en sus labios. Su sonrisa. Sus ojos... Estoy muriendo de desesperación por verla, ¿está libre esta noche?

Federico miró con curiosidad a la morena que entraba a la sala de descanso del hospital con una sonrisa boba en el rostro y entonces comenzó a reírse, lo que llamó la atención de Juliana, quien levantó la vista del celular y miró a su amigo.

- ¿De qué te ríes? - preguntó mientras se sentaba en uno de los sillones a un lado de su amigo, quien seguía riéndose - Oye, en serio. - le tocó el hombro mirándolo con preocupación - ¿Estás bien?

- Sí, sí. Lo siento. - dijo secándose las pocas lágrimas que había derramado por la risa - Es solo que me parece realmente impresionante verte de esta forma. - la señaló

- ¿De qué forma?

- Tan enamorada. - rió - ¿Quién lo diría, no? Tanto le rehuías a Valentina y ahora solo sonríes como estúpida a tu teléfono cada que ella te manda un mensaje.

- ¿Quién te dijo que es Valentina con quién hablo? - preguntó a la defensiva

- ¿Acaso no es ella? - señaló el teléfono de la morena - ¿Tienes otro liguesillo por ahí y no te has molestado en decirme, Juliana? - preguntó haciéndose el ofendido - Aunque bueno, tal vez a quien deberías decirle de esa otra persona sea a Valentina.

- ¿Qué le tiene que decir a Valentina? - la voz de Gustavo asustó a ambos amigos - ¿Qué hacen aquí? No falta mucho para que acabe el turno, sin embargo, siguen en horario de trabajo, par de flojos. - los regañó mientras se servía un poco de café en su termo

- Terminé mis notas, dejé todo ordenado en el consultorio y ya no hay ningún pendiente... al menos en mi caso. - respondió la ojimarrón - Por eso he venido aquí.

- Yo estoy tomando un respiro, me salí con la excusa de ir al baño. - explicó Federico encogiéndose de hombros -  Y he aprovechado para interrogar a tu cuñada. - la pierna de Juliana se levantó golpeándolo en un brazo - ¡Ouch!

- ¿Interrogando, uh? - el rubio se acercó hasta donde estaban sentados colocándose frente a ellos y viendo directamente a la morena - ¿Qué hiciste?

- ¿Qué? ¡Nada! - dijo - Es solo Federico siendo Federico. - se quejó - Estaba hablando con Valentina y él...

- ¡Jaaaa, lo sabía! - dijo el castaño interrumpiéndola - Esa cara de estúpida solo la podía causar la Carvajal más chiquita. - se burló - Mi trabajo aquí terminó, los dejo. - se levantó y salió de la sala de descanso dejando a sus amigos solos

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