10. No puedes ser tu.

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10. No puedes ser tu.













Algo en mí se rompió una vez esa imagen apareció frente a mis ojos. Respire con irregularidad, sin saber muy bien como ocultarlo, ¿Desde cuándo esto había ocurrido? Ver a ese par, envueltos en esa cercanía ¿Desde que momento todo se había estropeado? Maldición. —Haitani—Guardé el teléfono, volteando para atender mi llamado. —¿No has visto mi teléfono? No logro encontrarlo—Pronunció el peli-plata, buscando aún en sus bolsillos al ver al suelo buscando vagamente.






—¿Ya revistaste en el campamento?—Seguí el juego, siguiendo sus pasos al regañarlo un poco por ser descuidado.







Me importa un carajo cómo sucedió, si esto es real definitivamente debe terminarse.






¿Cuándo te convertiste en su cómplice? ¿Cómo pudiste aceptarlos de esa manera? Jamás fue mi intención revisar sus cosas pero encontrarme con esa foto significó el quiebre de todo. Ví el momento exacto en que Akihiko había dejado su teléfono atrás, queriendo jugarle una broma y así dejará de ser tan descuidado, ¿Quién diría que las cosas terminarían en esto? Teniendo esa foto en tu poder ¿Qué planeabas hacer? Absolutamente nada, por supuesto, volverte en contra de Takano sería imposible para ti.






Todo el día solo pude pensar en esa foto, en la rabia que me provocaba recordarla, no se necesita ser genio para saber que ese azabache quien besa a Onodera es Takano, no cuando he memorizado perfectamente cada detalle de él. Involucrarte con ese niño era algo que no debía pasar, algo que me niego a aceptar.





Fui a buscarlos en cuanto el anochecer se hizo presente, ¿Por qué nadie está preocupado por esto? Sabiendo sobre su nueva cercanía, no soporto saber que están juntos ahora mismo. Lo ví, eso que me negaba a aceptar. Aún existía una parte de mi que quería pensar que era una broma, una mala jugada. Por supuesto que eso era mucho pedir ¿Verdad? Algo cerca de ese par, tras las hojas y árboles los encontré, luciendo tan cómodos al recrear lo que sucedía en aquella foto. —¡Ah! Los encontré—interrumpí. Deben parar con esto.






¿Cómo puedes lucir tan calmado? ¿Desde cuándo he sido tu imbécil? Regresamos al campamento, observándolos. Me niego, no quiero aceptarlo.







Fue mi error confiarme, alejarme los últimos días debido a tareas de mi carrera ¿Fue ahí cuando pasó? En mi primer descuido, tenías que arruinarlo.






—¿No vas a comer?—Su gruesa voz llamó mi atención. Teniendo esa mirada color miel sobre mi, ¿Por qué lo hiciste? —Haitani, se va a enfriar. Ya deja de estresarte con tus proyectos, debes cuidar de tí—Habló con dureza, logrando entender a la perfección sus palabras.







¿Puedes detenerte? Podía aceptarlo, limitarme a solo seguir tus pasos, permaneciendo a tu lado. Todo estaba bien pero esa amabilidad, ¿Por qué debías mostrármela? ¿Por qué debías dársela a él también? Ya basta.







—Lo siento, es por los finales—Me límite a responder, desviando la mirada.





No quiero lastimarte pero no puedo permitir que sigas con este estúpido juego.






—Bien—suspiró—pero será mejor que comas. De nada servirá tu esfuerzo si enfermas—Pronunció de manera más tranquila, dando por terminada la conversación. Recibiendo con un animado saludo a nuestro amigo cuando llegó a sentarse junto a nosotros en la cafetería.






Enemigos de dia, amantes de noche; Sekaiichi HatsukoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora