capítulo 5

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MADDIE no podía dormirse se revolvió en la cama, mientras recordaba la fiesta de aquella noche fatídica jabía tenido que enfrentarse a la alta sociedad griega por la primera vez, puesto que nadie de la familia de Dimitri ni sus amigos habían asistido a su boda.
Se había puesto un elegante vestido de seda color crema, que su marido le había regalado en los días que habían pasado en Londres de compras aun así se había sentido incómoda en medio de toda aquella gente rica y sofisticada.
Había soportado todas las preguntas y el examen detallado de su aspecto en un momento dado, había salido tenía un horrible dolor de cabeza y quería estar un poco tranquilla y reconquistar la confianza en sí misma.
Había salido a la terraza, donde había encontrado un rincón en la sombra y se había sentado en la barandilla de piedra pero su paz había sido efímera, porque Irini había aparecido de repente llevando un vestido dorado de diseño y unas joyas maravillosas. Por instinto, la mano de Maddie se había posado en el collar de zafiro que Dimitri le había regalado diciéndole que le recordaba sus ojos, aunque ninguna joya hubiese podido competir con la hermosura de su mirada había sido un halago delicioso que la había reconfortado Irini y ella habían estado en la boca de todo el mundo y Maddie lo sabía pero él la había elegido a ella, y eso le daba confianza.
—Me parece que hay un refrán en tu país que dice que no está hecha la miel para la boca del asno. ¡Qué acertado para la ocasión! Tienes que aprovechar al máximo estos días durarán sólo hasta que le des un hijo
Y cuando tengas barriga, Dimitri no tendrá que esperar mucho más —había dicho Irini tras inclinar la cabeza con una sonrisa cruel, ignorando la expresión demudada de Maddie—. ¿No me crees? Déjame contarte una historia —continuó con el mismo veneno en la voz—.
Erase una vez un rico hombre griego perdidamente enamorado de una hermosa heredera ellos deseaban casarse pero lamentablemente, la mujer, aún muy joven, había sufrido un accidente de coche que la había dejado incapacitada para darle un hijo,pero aquel hijo era necesario, el hombre no tenía ningún hermano que pudiese
tener un heredero si hubiese muerto sin un heredero, el patrimonio de su familia habría acabado en manos de un primo lejano o de alguno de sus hijos. ¡Qué dilema!
—¿Qué tiene que ver todo esto conmigo? —había preguntado Maddie. Odiaba la expresión cruel de Irini y la manera en la que la había tratado.
—Descúbrelo tú sola —había contestado Irini, acercándose y hablando más bajo—. ¿No? ¿Tu mente no es lo suficientemente ágil? Entonces permíteme ayudarte.
En su desesperación por casarse, los amantes encontraron una solución. No era demasiado ética, pero todo está permitido en el amor y en la guerra, ¿verdad? —
había explicado, encogiéndose de hombros—. Él tenía que buscar una mujer fértil y extranjera que no supiese nada de sus costumbres y tradiciones. Una mujer de origen humilde, para que no le pudiera crear ningún problema. Después, se casaría con ella, tendría un hijo y pediría el divorcio. Se quedaría con el niño y por fin se casaría con
la mujer a la que realmente amaba. ¿Sencillo, no? No hay ninguna razón por la quecompadecer a la primera esposa, si ella no era capaz de ver lo que tenía delante de las narices, si no se había preguntado por qué un hombre así había querido casarse
con una chica cualquiera como ella, entonces se merecía cualquier cosa.
—¡Estás loca! —Maddie había murmurado estremeciéndose. ¿Había pensado de verdad que se iba a creer que estaba hablando de Dimitri y de ella? ¿A qué había venido aquel cuento tan horrible? No había podido creerlo. Irini se había estirado y había proseguido con su monólogo.
—No estoy loca. Sólo soy incapaz de darle un hijo. Si él fuese un empleado de un banco y yo una dependienta en una tienda, no habría ningún problema. Pero dadas las circunstancias, te aconsejo que pienses en lo que te he dicho y que reconsideres tu posición.
Luego, había sonreído con una dulzura que había hecho temblar a Maddie y
había vuelto al interior de la villa. Maddie se había puesto en pie. No había creído ni una sola palabra de aquellas tonterías. Volvería a la fiesta en aquel preciso instante, buscaría a Dimitri y forzaría a Irini para que repitiese todo lo que le había contado.
¡Cuánta más gente lo presenciara, mejor!No había dado dos pasos cuando había aparecido Amanda.
—¡Hola, Mad! Te he buscado por todos los lados. No he tenido ocasión de
hablar contigo. Y mañana por la mañana me voy con Cristos a hacer un crucero de seis meses, así que no vamos a tener posibilidad de charlar en mucho tiempo.
Amanda la había abrazado y luego se había quedado mirándola.
—¿Qué te ha pasado? ¿Quién te ha molestado?
Maddie le había contado todo, relajándose un poco y olvidándose de Irini por unos instantes, Amanda y ella había compartido todas sus emociones, sentimientos y miedos desde que eran pequeñas. Cuando Maddie había acabado la historia, Amanda había silbado con incredulidad.
—Esa mujer es una víbora. ¡Nunca he oído un sinsentido igual! —había dicho con seguridad—. Está claro que se muere de celos. Siempre ha adorado a Dimitri, y todo el mundo pensaba que se iban a casar. Pero se ha casado contigo. ¿Sabes? Me lo imaginaba. Cuando volviste a Inglaterra, él no dejó de preguntar cosas sobre ti, tu familia, dónde vivías, todo. Cristos también pensó que estaba locamente enamorado de ti.
¿Le habría preguntado si tenía hermanos? ¿Habría hecho indagaciones sobre la tasa de fertilidad de su familia? Maddie se sentía culpable por tener aquellas ideas.
Tenía que confesar sus preocupaciones.
—Nunca me lo ha dicho —había afirmado.
—¿Dicho qué? —le había preguntado Amanda frunciendo el ceño.
—Que me quiere.
Aquella idea le había causado cierta preocupación, pero había intentado
tranquilizarse. Al fin y al cabo bastaba con que le hubiese pedido casarse con él.
—¿Y qué? —dijo Amanda encogiéndose de hombros—. Escúchame. Dimitri
perdió a sus padres en un accidente horrible cuando tenía sólo tres años. Su tía Alexandra se mudó aquí y lo cuidó. Ella es una persona de sangre fría. Cristos dice que Dimitri apenas si ha tenido muestras de afecto, así que está claro que le cuesta mucho expresar sus sentimientos. Pero se ha casado contigo, ¿verdad? Sigue mi consejo, cariño. No le digas nada. Dimitri odia estas escenas. Yo, si fuera tú, no hablaría de lo que ha pasado. Os habéis casado hace poco, tenéis todavía que
descubrir mucho el uno del otro. Esto sólo le haría pensar que no confías en él, aunque tú digas que no te has creído ni media palabra. La confianza en un
matrimonio es fundamental, especialmente cuando estás casada con un hombre de tanto carácter... lo sé por experiencia. Cuéntaselo dentro de dos años para que él pueda tachar el nombre de Irini de la lista de personas a las que envía postales de Navidad. Ahora vamos a la fiesta, has estado fuera demasiado tiempo.
—Entonces ¿adónde me llevas?
Aquéllas eran las primeras palabras de Maddie desde que habían subido a
bordo del helicóptero hacía veinte minutos. Detestaba a Dimitri por lo que le estaba haciendo.
Le odiaba con una intensidad que la asustaba; ella que no había odiado a
nadie en su vida. Había pasado una semana desde que habían vuelto a Atenas y Dimitri había estado de viaje hasta la noche anterior. La había dejado sola con Alexandra, que no la quería allí.
El primer día, el ama de llaves la había informado de que Dimitri e Irini se
habían marchado a primera hora y le había transmitido el mensaje de que mientras él no estuviera Kyria Kouvaris tenía que pensar en sus padres. El mensaje le había llegado muy claramente a Maddie, aunque Anna no lo hubiese comprendido. Si se
fugaba otra vez, sus padres se quedarían sin granja. Ella tenía que haberlos avisado para que renunciaran a su nueva casa y al negocio. Pero no iba a hacerlo hasta que su padre pudiese enfrentarse a una situación tan estresante. Las llamadas cotidianas a
su madre habían confirmado que su padre estaba todavía convaleciente y que se cansaba rápidamente. Él estaba deseando mudarse a vivir a la granja.
—Vamos a pasar unas semanas en mi isla privada —contestó Dimitri mientras ella se revolvía en su asiento.
Maddie no hizo ningún comentario. No le había sorprendido que él fuese el
dueño de una isla así como no se había sorprendido de que se fuese con Irini
Zinovieff.
¿Qué habrían hecho la semana anterior, juntos? ¿Habrían debatido cómo tratar a aquella esposa difícil que no tenía ninguna intención de darle un heredero? ,¿Tendrían un plan de acción? ¿Utilizaría Dimitri todo su magnetismo para llevarla
otra vez a la cama y dejarla embarazada? ¿Era aquella la razón por la que había vuelto triste y agotado de su viaje con Irini?
Quizás Dimitri intentase volver a conquistarla, pero no lo conseguiría.

Matrimonio Borrascoso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora