I. En mi mundo

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"Nunca desapareceré

siempre estaré aquí...

susurrando"

...

Gritos de muerte...

Los vecinos asustados llaman a la policía rápido, saben que algo muy malo está ocurriendo en la casa de los Hyuga porque han escuchado varios disparos intermitentes.

La policía no tarda en llegar, son rápidos, eso es algo bueno que tiene la ciudad de Lobo.

— ¡Abra la puerta! –gritan los encargados.

No se escucha nada dentro de la gran casona blanca. Solo hay un perturbador silencio. Derriban la puerta, están decididos a encontrar al causante que corrompe la paz en Lobo. Lo que encuentran los deja atónitos. Son tres cadáveres mutilados con los rostros desencajados, sangre por todo el piso y en las paredes, un inmundo olor a muerte... sea lo que haya pasado seguramente los pobres sufrieron mucho y, al lado de los tres cadáveres... estaba una chica viva.

— ¡He, tú! ¡Las manos donde pueda verlas! –exclama el policía pero la sospechosa no parece estar en este mundo. Al menos no su mente.

La chica está vestida con una bata blanca, de rodillas, sentada sobre sus pies al lado de una pequeña niña parecida a ella. Tiene la bata manchada de sangre, al igual que las manos y las mejillas. Con una mano detiene una pistola y con la otra un cuchillo lleno de sangre que aún gotea. Mira con sus ojos vacíos -como si no estuviera ahí realmente- algún punto específico de la pared blanca que contrasta con la sangre roja.

— ¡Suelta tu arma! –le gritan, pero ella está como en trance. Ella está perdida entre sus propias memorias que reviven una y otra vez, recordándole lo que pasó con crueldad.

Aquella tarde la noticia se esparció por toda la ciudad de Lobo. Una chica de aproximadamente 18 años de edad que identificaron como Hinata Hyuga, que iba a la preparatoria, había sido encontrada en su casa donde presuntamente tuvo un episodio de locura en el que asesino a sangre fría a su padre, su pequeña hermana y a su primo. La sospechosa ya se hallaba arrestada por la policía local, pero al parecer no había salido del trance desde hace cinco días, por lo que una serie de psicólogos del condado la declararon mentalmente enferma y la internaron en el sanatorio a las afueras de la ciudad.

Nadie podía olvidar esa noticia; era la primera vez que ocurría algo así en una ciudad tan tranquila como esa, los habitantes estaban alterados.

¡Mierda!

¡Ya eran las 7:00am, llegaría tarde a su primer día de trabajo! ¿Cuál era su hora de entrada...?

— ¡A las siete! –recordó Kakashi mientras se duchaba a toda prisa. – ¡OUCH! –y para colmo se dio un tremendo golpazo al resbalarse con el jabón.

Con un moretón en el trasero que le dolía como los mil demonios, se vistió rápidamente en tiempo record, acomodándose bien algunos mechones de su cabello plateado para que misteriosamente le tapara el ojo izquierdo y colocándose con cuidado el cubre bocas blanco que siempre usaba.

Salió sin desayunar, conduciendo como un completo demente hasta llegar al imponente edificio que era el sanatorio Kuroshinzou. El hospital psiquiátrico de la ciudad era de piedras grises y sobresalientes como decorativo de las paredes frontales, grandes ventanas de cristal con protectores y algunos bonitos balcones con enredaderas verdes en los barandales.

Era un bonito lugar a las afueras de la ciudad donde todo era cubierto por una verde naturaleza que transmitía mucha paz. Supuso que era un buen lugar para las personas que necesitaban aliviar su mente.

¡Que le corten la cabeza!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora