II. Salir de Hirusagari

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"Cada quien tiene el poder

sobre el mundo que creamos..."

...

Había un hombre de cabello plateado frente a ella, misteriosamente una parte de su cabello cubría su ojo izquierdo y tenía un cubre bocas blanco, lo que le añadía un toque de terror si uno consideraba estar en la media oscuridad con un desconocido de esas características.

— Bienvenida a la realidad, Hinata-chan. –le había sonreído el desconocido.

— ¿Qué...? –susurró, fue lo único que pudo decir Hinata sin dejar de ver el único ojo visible de él.

— Lo he dicho ya muchas veces... soy Kakashi...

— ¿Hatake?

— ¿Eh? ¿Lo recuerdas?

Una vaga voz se repetía en la mente de la joven... "Soy Kakashi Hatake, tu psiquiatra. Gusto en conocerte, Hinata".

— ¿Qué pasó? –preguntó dándole a conocer a Kakashi lo tierna, dulce y cantarina que sonaba su voz.

— ¿Recuerdas por qué viniste aquí?

Al parecer aquél desconocido era un doctor, eso pensó Hinata cuando lo vio con la bata blanca. Ella intentó recordar...

— ¡Basta! –grito sosteniendo con sus manos los laterales de su cabeza, intentando suprimir las miles de imágenes sangrientas que se agolpaban en su mente.

— Hinata... —Kakashi se levantó para colocarse frente a ella. –Tranquila, ahora todo está bien...

— No confíes en nadie. –negó Hinata cerrando los ojos, luchando por volver al mundo en donde estaba, pero aquello no estaba funcionando.

— Puedes confiar en mí. –la contradijo, poniéndole las manos sobre los hombros, inclinándose para mirarla.

— ¡Todos te quieren hacer daño! –gritó, estaba descontrolándose.

— Yo no, Kakashi Hatake nunca te haría daño. –Tuvo que sostenerle los brazos, pues se empezó a arañar la cara al desesperarse.

— ¡Suélteme!

— ¡Hinata, cálmate!

— ¡Nunca podrás contra mí! –Empezó a patalear y ambos cayeron al césped.

Uno de los enfermeros se acercó al escuchar el alboroto.

— ¡Traeré una inyección! –dijo Kotetsu corriendo hacia dentro del hospital sin darle tiempo a Kakashi de que objetara por eso.

— Hinata, por favor... —suplicó, no quería que le pusieran un sedante, al fin estaba hablando... solo era cuestión de tiempo para que se tranquilizara. – ¡Jamás te haré daño!

Hinata no dejaba de forcejear, quería escaparse de todo, quería huir de la realidad.

— ¡Estoy de vuelta! –exclamó el enfermero de pelo negro; Kotetsu, tomándole un brazo a Hinata.

— Solo espera un momento... —musitó Kakashi.

— ¿Es que no está viendo cómo está, doctor? –se molestó.

Él tenía razón, debían aplicar el sedante.

— Mierda. –masculló Kakashi enojado, ayudando a Kotetsu con la inyección.

De un momento a otro, Hinata perdió fuerzas y dejó de manotear, pero seguía consciente.

— La llevaré a su cuarto. –sugirió el enfermero.

¡Que le corten la cabeza!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora