V. Una bala en la cabeza

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"Nunca debemos derramar lágrimas,

es el fracaso del ser humano, y si cedemos a las emociones

solo conseguiremos demostrar nuestra incapacidad para controlarlo". Byakuya Kuchiki.

...

El sol de la mañana le caló de repente; era brillante y cegador. Kakashi abrió su ojo derecho con fastidio. Odiaba las mañanas, el tener que levantarse le fastidiaba, aunque al recordar que se había quedado dormido se levantó de inmediato, un poco incómodo y hasta avergonzado de haberse dormido a un lado de Hinata. Volteó a su lado para verla, pero el lugar que se suponía que debía ocupar ella estaba vacío. No le dio importancia en ese momento, seguramente ella había tenido hambre y había buscado la cocina.

Se levantó con pereza y estiró los brazos para tomar fuerzas. Al caminar vio que del lado de la cama de Hinata estaban sus zapatillas, lo cual se le hizo muy raro que ella estuviera descalza, pues el suelo era frío. Salió del cuarto llamándola por su nombre pero nadie le contestó.

— ¿Hinata? –La buscó en todos los rincones de la casa; en la cocina, en el baño, en el comedor, pero la chica no apareció. Fue hacia la puerta principal del departamento y vio la llave metida en la cerradura. ¿Hinata había salido sin zapatos? Aquello le pareció perturbadoramente extraño. Abrió la puerta y volteó a los lados del pasillo y lo encontró desierto.

Un poco preocupado, bajó las escaleras casi a trompicones y llegó hasta la recepción del lugar donde la anciana recepcionista estaba leyendo el periódico.

— Buenos días, señora. Dígame, ¿ha visto salir a una chica de cabello como azul oscuro que traía un pantalón negro y una blusa blanca? Me llega como por el hombro. –le indicó.

— Ahm... —pensó por un momento. –No, seguramente fue en el turno de Mashiro.

— ¿Mashiro? ¡Ah, sí, ya sé quién es! –recordó. Algunas veces había visto a esa mujer cuando él llegaba un poco tarde del trabajo o cuando se iba a cenar por ahí. – ¿Y dónde está ella?

— Parece que fue a tomar un café a la vuelta. –le indicó amablemente.

— Muy bien, gracias.

Con prisa, Kakashi fue a la cafetería de al lado y entre la gente buscó a Mashiro con la mirada, una mujer joven de cabello castaño y lentes gruesos. Aquella cafetería era muy buena, pues estaba completamente llena.

— ¡Mashiro! –la llamó y se acercó a ella después de pasar a algunas personas– Hola, qué bueno que te encuentro.

— ¿Vienes a pedirme una cita? –sonrió pícaramente Mashiro, aunque en realidad solo lo decía en broma.

— No. Necesito saber si viste a... ehm... una amiga, que estuvo alojándose en mi departamento en la noche.

— Qué historia tan patética, hombre. –se rio estridentemente.

— ¿La viste o no? –preguntó Kakashi con el ceño levemente fruncido.

— Vaya, qué genio. Pues sí, sí la vi, era una chica muy extraña por cierto. –musitó la castaña mientras tomaba un sorbo de su vaso de café –. Iba descalza y salió en plena tormenta.

— ¿Desde anoche que se fue? –preguntó Kakashi sorprendido. – ¿Cómo qué hora?

— Mnn... eran cerca de las once, creo.

— ¿Y por qué no la detuviste? –se enojó.

— ¡Oye, oye! soy una recepcionista, no una niñera. ¡Gracias! –le dijo al hombre que por fin le trajo la dona que había pedido.

¡Que le corten la cabeza!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora