32 | Vana Ilusión

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¿Cómo era que el clima cambiaba constantemente y lucía como una representación de todo lo que estaba sucediendo en su matrimonio? No sabía la respuesta, pero sí que la tormenta apenas estaba comenzando.

Sin prisa y sintiéndose cansado después de un largo vuelo, abrió la puerta y, estaba más que claro que no esperaba encontrar a tantas personas en su casa, la misma que abandonaría tan pronto viera a su pequeño hijo.

—¿Qué están haciendo ustedes aquí? —preguntó, mirando fijamente al grupo de personas.

—Adam, nos hemos enterado de lo ocurrido y...

Él exhaló con fastidio y cansancio. —Si están aquí para pedirme que piense las cosas y que me detenga en cuanto al divorcio, pueden irse.

—¿Por qué estás haciendo esto? —cuestionó el hombre de ojos azules—. No puede ser que después de todo lo que ha pasado en tu relación con Grecia, creas en unas malditas fotografías que lo único que demuestran es...

—La infidelidad de mi "santa esposa" —interrumpió—. Maximilian, tú deberías comprenderme mejor que nadie, también fuiste víctima de la traición de quien era tu esposa y madre de tu hija.

—Sí, Lindsey era una bruja asquerosa, pero no puedes comparar nuestras situaciones, Adam —dijo—. No puedes porque Grecia y Lindsey son totalmente diferentes. Conoces a tu esposa mejor que nadie y sabes que ella no es capaz de hacerte algo así.

Tirando el saco sobre el sofá de lana, caminó de un lado a otro, con las manos en los bolsillos de su pantalón y una sonrisa burlona adornando sus labios. —¿Qué carajos es lo que les dio Grecia a todos para tenerlos a su favor? —masculló—. ¿Cómo pueden estar de su lado y darme la espalda a mí?

—Tenemos ojos. Todo este tiempo, hemos sido testigos del amor incondicional que Grecia siente por ti... te ha sido fiel hasta cuando te creía muerto.

—Kian, ella estaba fingiendo —dijo—. Es una actriz sensacional, ¿no se dan cuenta?

—Eres tú quien no se da cuenta de todo lo que puede perder si continúas con ese pensamiento estúpido —gruñó Maximilian—. Adam, por favor, no te dejes llevar por esas fotografías, escucha lo que ella tiene para decir; debes conocer su versión de la historia. Por Dios, tienen un hijo y el bebé que viene en camino.

—El bastardo que engendró con su amante —rechinó.

Las palabras eran crudas, sí, lo sabía; pero también sabía que tenía que dejar en claro que no sería el idiota que terminaría criando un hijo que, claramente, no era de él.

¿Qué has dicho? —sollozó la voz femenina.

Girando, se encontró de frente con los ojos avellana que una vez le hicieron sentir miles y miles de sensaciones.

—Nada que no sea verdad —respondió, encogiéndose de hombros.

Lágrimas se deslizaron por las mejillas regordetas de ella al mismo tiempo que la veía sobar su vientre.

¿Bastardo? —inquirió—. ¿Cómo puedes llamar así a nuestro hijo?

—Tú hijo —gruñó, con los dientes apretados—. Tuyo y de ese maldito infeliz.

Por Dios, Adam —lloriqueó, secándose las lágrimas—. Estás siendo muy cruel e injusto.

Él esbozó una sonrisa sardónica. —¿Cruel? ¿Injusto? —rechinó—. No. Aquí la víctima soy yo, no lo olvides.

—Adam...

—Quiero que todos se vayan de mi casa —dijo, mirando a sus amigos—. ¡Largo! Fuera de aquí.

Ground And Pound© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora