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sobre como fue que sus ojos se conectaron con los míos por primera vez 


Ya había pasado más de una hora de su llegada y aun no sabía que escribiría en el papel que pondría dentro del libro. 

Lance una mirada al chico, él seguía leyendo al igual que siempre. Algunas veces me preguntaba si sabía que lo observaba todo el tiempo, si siquiera tenia una idea de lo maravilloso que él me parecía.

No tenía idea si aquel punto en la lista iba a funcionar o no, pero nada podría superar el embarazoso momento del otro día, así que valía la pena intentarlo todo.

Pensé en lo que más me gustaba de él, habían tantas cosas.

Tus ojos

Escribí, e inmediatamente lo taché. A pesar de haber leído cientos de libros, la poesía no era lo mio.

Después de un par de intentos más me rendí, agarre la hoja e hice un bollo con ella para luego arrojarla al piso frustrado. Apoye la cabeza en el mostrador y bufé.

Debía pensar en alguna forma mas fácil. O tal vez lo que necesitaba era simplemente hablar con él, no eso no, él no parecía querer hablar conmigo. No quería volver a hacer el ridículo frente a él y dejar obvios mis intereses.

Ni siquiera entendía porque estaba insistiendo tanto. Probablemente porque él era especial y de alguna u otra forma, lo necesitaba.

—Creo que se te ha caído esto —escuché una voz muy cerca y levante mi cabeza, encontrándome con esos ojos, esos ojos azules que solía observar de lejos cada tarde, y ahora estaban justo enfrente mío.

Tenia una media sonrisa y me tendía el papel que antes había tirado, pero yo estaba demasiado concentrado en su suave y delicada piel. Y sus ojos, por fin conectados con los míos.

No pude emitir palabra alguna así que sólo tome lentamente el papel y él se dio la vuelta para poner su silla de ruedas andando hacia la puerta.

En cuanto me dí cuenta de lo que estaba pasando me sobresalte y corrí unos pasos hacia él, dispuesto a alcanzarlo, era mi momento.

—No lo hagas, por favor.— su voz volvió a sonar. Su voz era hermosa, era calma, era suave, era reconfortante— No se siente bien el que la gente pueda alcanzarte y tu no puedas mover tus pies mas rápido para impedirlo.

Me paralicé.

—Yo ¿lo siento?— dio vuelta su cuello un poco para dedicarme una sonrisa, una pequeña sonrisa. 

Y luego él se fue, dejándome parado en el medio de la biblioteca sin saber que hacer ni si aquel suceso había pasado realmente, porque yo había soñado con el día en que sus palabras fueran dirigidas a mi más tiempo del que siquiera recordaba.





limerencia • mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora