¡Felicitaciones, eres padre!

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—Pasa, Lily. —recibió Remus a su amiga, dándole un gran abrazo —. ¿Cómo has estado?

—La pregunta es cómo estás tú, Rem. —sonrió con tristeza al ver el rostro rasguñado del muchacho.

—Sabes que me has visto en peores condiciones, Lils. —le devolvió la sonrisa, mientras se dirigían a la sala de estar —. Fleamont me ha ayudado mucho con las pociones. Ya no es tan doloroso.

—Cuando me case con Potter quiero una casa como esta. —rió la pelirroja sentándose en el pequeño pero cómodo sofá.

—Creo que tendrías que conseguir una casa más grande para todos los hijos que quiere James. —se carcajeó.

—A propósito, ¿dónde está James?

—Tratando de sacar a Sirius de la cama. —rodó los ojos.

—Ya les dije por milésima vez que NO voy a ir. —se quejó el pelinegro, bajando de mala gana las escaleras.

—¿Ir dónde? —inquirió Lily curiosa.

—¡Lils, cariño! —exclamó James, corriendo a sus brazos —. ¿Cómo está mi hermosa futura esposa?

—Bagh. —Sirius hizo cara de disgusto al tragar un sorbo de la leche cortada que estaba en la nevera —. Tenemos que ir de compras.

—No, tenemos que ir a la cita. —negó Remus autoritario, pues sabía que su amigo buscaba cualquier excusa para evitar ir al orfanato.

—¿Cuál cita?

—A Sirius lo citaron en un orfanato muggle. —respondió James.

—¡¿Qué demonios hiciste, Black?!

—Otra. —rezongó —. No hice nada, debe de ser una equivocación, ya les dije.

—Más te vale que te alistes rápido, Black, sino te voy a llevar en bata. —amenazó Remus.

—Supongo que podemos ir los cuatro al mundo muggle. —propuso la pelirroja —. Ustedes van a averiguar el lio de Black mientras yo hago las compras al supermercado.

—Esa es nuestra responsa...

—¡De verdad eres encantadora, cariño! —El azabache interrumpió a su amigo, dándole un beso a su prometida.

—Me encontré con Andrómeda y la pequeña Dora en el Callejón Diagon. —comentó Lily, recordando a la pequeña niña de cinco años con cabello rosa chicle —. Tenía el semblante preocupado.

—No hemos tenido noticias desde hace un tiempo y temen ser los siguientes. —respondió Sirius —. Según sé, los mortífagos están sospechando de que pueda estar ayudando a la Orden y todo gracias a mi prima Bellatrix.

—No debería pasearse con la niña en estos tiempos. —negó James, abrazando a Lily.

—Creo que es algo de familia. —Remus miró de mala gana a Sirius.

❅ ❅ ❅

—¿Es aquí? —inquirió James, observando el lúgubre edificio cuadrado.

Sí. —asintió Remus —. Orfanato Wool.

—Acabemos con esta equivocación de una vez por todas. —Canuto aclaró su garganta y entró al orfanato.

—¿Qué se les ofrece? —inquirió una mujer de mala gana, sin despejar la mirada de su viejo escritorio.

—Verá, señorita. —habló Remus, atrayendo la atención de la mujer —. Nos llegó esta carta. —el muchacho tendió la carta, mientras miraba mal a Sirius que soltó una apagada risa por llamar señorita a una mujer que, según él, pisaba los setenta años de edad.

Serendipia | Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora