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– Tantas veces he dicho... Los humanos son una plaga que debe ser exterminada. Sigo sosteniendo mi punto de vista.– la humana miró fijamente a su enemigo – Tú eres la prueba viviente de que deberíamos dejar de existir.– recibió una última puñalada, sonrió con algo de sangre saliendo de su boca – No te cansas... ¿verdad?...– cayó al suelo, exhalando sus últimos alientos.

¿Cuántos reinicios iban? ¿530? ¿740? ¿1000? ¿Más de mil? Ya había perdido la cuenta, la humana perdió la felicidad, los sentimientos de goce, de diversión... Todo era un mundo gris. Fingía sentir... Pero...

¿Siquiera lo valía? ¿Era necesario? Ha visto al humano hacer tantas rutas genocidas que no sabe cuando realmente dejó de sentir, cuando comenzó a fingir o si alguna vez tuvo sentimientos de verdad. Todo se volvió normal, un repetitivo ciclo, donde cualquier persona podría haber perdido la cabeza desde hace mucho.

La humana se cansó de lo mismo, una y otra vez, el mismo evento. Decidió hacer algo drástico: Interferir antes de tiempo. Cuando el enemigo llegó a Snowdin, la humana intervino y lo atacó.

Iniciaron una pelea intensa, donde la humana salió victoriosa y el humano murió. Pensaba que iba a reiniciar pero no lo hizo, dejó que todo transcurriera con normalidad... Bueno, casi.

Pasaron los días, convirtiéndose en semanas y la humana empezó a sentirse extraña. Sentía como si rasguñaban su alma, alucinaba con sangre mágica, polvo, personas muertas, en los rostros de sus amigos veía al humano y a veces escuchaba su voz – Genial, ya me volví loca.– rió amargamente, lágrimas empezaron a descender de sus ojos.

¿Lágrimas? La humana tocó su rostro, sintiendo algo viscoso en él, alejó su mano y la observó. Sus ojos se ensancharon al ver las manchas negras, fue corriendo al baño para verse en el espejo; no entendía que era esa sustancia. Llegó al baño y dirigió su vista hacia el espejo, quedó en shock al ver marcas negras descendiendo de sus ojos mientras los mismos se cubrían de color negro. Esa cosa no era normal, ni en monstruos ni en humanos.

La joven no quería salir de su casa, comenzó a preocupar a su hermano y sus padres, intentaban ayudarla, sacarla de su casa, pero la chica se rehúsaba todo el tiempo.

Y luego todo empeoró. Empezó a tener reacciones violentas, no reconocía a nadie, no podía controlarse así misma, todos se veían igual al humano y ella los atacaba sin parpadear. No se sentía cuerda, se sentía desquiciada, sin capacidad de poder remediarlo, encadenada a algo que no puede controlar.

Una ruta genocida había sido iniciada, pero no por un humano extraño, sino por la joven humana que todos conocían. Una repetitiva rutina de rutas genocidas había nuevamente empezado, con otro "enemigo" tomando el rol de asesino de todo el subsuelo.

Su alma se había vuelto extraña, el corazón que la representaba había comenzado a deformarse, volviéndose dos círculos, creando una apariencia de 'blanco'. Seguía siendo roja, pero no tenía la misma forma y no se sentía bien como antes. Era como una nueva sensación, extraña, dolorosa pero soportable. Algo que nunca había sentido en todos sus años y reinicios... Era algo 'nuevo' para ella.

Las rutas genocidas siguieron repitiéndose y cada vez que una nueva iniciaba, las marcas negras de sus ojos se volvían más densas y viscosas, casi hasta podrían ser consideradas permanentes. Sus ojos ya no 'existían', por decirlo de manera sencilla; sus pupilas, iris y esclerótica se habían vuelto totalmente negras, aparentaban ser agujeros vacíos a la simple vista de cualquiera; la humana que alguna vez había sido desapareció, tornándose en una asesina sin remordimiento.

Pero todo llega a un final. El subsuelo comenzó a quebrarse, algunos agujeros se abrieron en las paredes y suelos del lugar; la humana estaba confundida ante estos hechos, hasta que algo la arrastró hacia un agujero cercano a Snowdin, llevándola a un lugar desconocido para la joven.

...

Abrió sus ojos, encontrándose con árboles llenos de distintas frutas y flores, miró a sus costados notando arbustos frondosos, un pasto verde brillante y pequeñas flores decorando el lugar. Se paró con lentitud, aún confundida por el escenario nuevo en donde había aparecido, escaneó el entorno buscando alguna señal para salir de esa zona; al no encontrarlo, simplemente comenzó a caminar cuidadosamente, manteniendo su guardia alta en caso de un ataque sorpresa.

Caminó por unos cuantos minutos, hasta llegar a las afueras del bosque. Observó el campo y fijó su vista a una aldea lejana "¿Esto es la superficie?" pensó. Se dirigió hacia aquel pequeño pueblo, sus intenciones no eran claras, pero si encontraba algo para hacer en ese extraño lugar, debería agarrar la oportunidad.

Al llegar, vio a un esqueleto parecido al Rey Sans pero con otra ropa y más bajo. A unos centímetros más atrás estaba una humana que perturbadoramente era igual a ella, excepto que tenía aún sus ojos casi normales, su alma no se veía y su capucha tenía bastante polvo.

Se acercó más, captando la atención de ambos y recibiendo una mirada fija e intensa por parte de la otra humana. Ambas se miraban a los ojos, escaneándose entre sí, mientras el esqueleto miraba a uno y a la otra – ¿Son hermanas?– preguntó. La recién llegada se asombró al escuchar la falta de emoción en la voz del esqueleto, parecía que estaba vacío de vida.

– No. Aunque debo admitir que tiene una apariencia física muy similar a la mía.– la otra humana respondió – Mi nombre es Chara Dreemurr, ¿y el tuyo?–

– ... También es Chara Dreemurr.– un silencio algo incómodo se formó. La joven miró al esqueleto, intentando romper la tensión – ¿Y tú cómo te llamas?– cuestionó.

– ... Dream.–

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》We are an Unity from the Fallen《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora