Pick up lines (NormanxOc) The Promised Neverland

5

Como de costumbre Norman estaba en su asiento disfrutando de una amena lectura mientras esperaba a que la clase iniciara. Pero interrumpió su concentración al ver que su compañera rebelde entraba al aula.

-Buenos días Norman. -saludó con cortesía la castaña.
-Buen día Victoria. -respondió al saludo con una gran sonrisa. Estaba ansioso por saber lo que diría hoy su compañera.
-Norman, ¿acaso eres un sol? ¿O por qué me derrito al estar junto a ti? -ante lo dicho por la castaña el albino sonrió cohibido. Por su parte Victoria no esperó respuesta y marchó a su lugar. Era una pena que los profesores fueran tan estrictos con el orden de los asientos ya que si no fuera por eso ella se sentaría al lado del albino o mínimo junto a una ventana.

La mañana transcurrió con tranquilidad. Estaban en la tercera clase cuando alguien llamó a la puerta interrumpiendo la cátedra del profesor.

-Oh, ya es la hora. -dijo el maestro mientras miraba su reloj de muñeca. Luego de eso fue abrir y unos cuatro chicos y dos chicas entraron al aula acompañandos de un hombre mayor.
Todos vestían con batas blancas y los dos últimos chicos en entrar empujaban una mesa metálica donde tenían puestas jeringas, frascos con alcohol, algodón, tubos de ensayo y otras cosas que Victoria no se atrevió a ver. Con solo observar las jeringas ella perdió todo color en su rostro.
-Buenos días chicos. Soy el doctor Lucas y hoy procederemos a tomarles una muestra de sangre para estudios generales. -anunció un hombre de unos treinta años. Al parecer era el médico que supervisaba a los estudiantes.
-Chicos, habla olvidado decirles pero la escuela de medicina de Glory Bell pidió ayuda al colegio para que sus residentes tomaran sus prácticas para muestras sanguíneas aquí. A cambio ellos les harán un examen general para ustedes. Con esto sabrán sus niveles de glucosa, colesterol y también si tienen alguna ITS. -comentó acusador para luego sentarse en su lugar y tomar una revista que hojear mientras esperaba a que los chicos terminaran.
Todos guardaron sus cosas para desocupar sus bancas y que los residentes pudieran hacer su trabajo sin ningún inconveniente.
Luego de guardar sus cosas Victoria se quedó en blanco. Sus manos habían comenzado a sudar y sus pies se movían inquietos.
Ella solo podía observar con terror como los alumnos de enfrente arremangaban sus uniformes para que los estudiantes de medicina procedieran a extraer la sangre. En cuanto veía la jeringa acercarse a la vena ella apartaba la mirada. Internamente trataba de tranquilizarse pero su corazón se había acelerado de cero a cien en un segundo y las ansias no disminuían.
Lo peor fue cuando una chica comenzó a preparar al chico a su lado para extraer la sangre. Su sudoración había parado pero no por eso estaba mejor.
Cuando vio por accidente como la sangre salía sintio la primera arcada y supo que ya había perdido la guerra. Con mucho esfuerzo y de manera débil se puso de pie.

La atención de todos fue dirigida a Victoria al escuchar el chirrido de su silla siendo arrastrada hacia atrás.

-Profesor ‐llamó para captar la atención del docente-. No me siento bien. ¿Puedo salir a tomar aire? -pidió con voz temblorosa.
-Victoria. Estas tan pálida como Norman. ¿Estas bien? -Norman también había notado la carencia de color en el rostro de su compañera pero la comparación de su maestro lo incómodo un poco, él no era tan pálido, ¿o sí? Por su parte Victoria se sorpendio de la comparativa, eso indicaba que en verdad estaba mal, así que trató de tranquilizarse y sonrió con esfuerzo.
-Si, es solo que no desayune. Debe ser eso. -dio esa pobre mentira como excusa y el maestro negó en desaprobación.
-Puede salir. Y compré alguna bebida azucarada en el camino por el amor de Dios. -regañó el docente para luego volver a su lectura.
-Gracias. -expresó con verdadero alivio la chica.

Salió de su lugar y camino en medio del pasillo por el que siempre transitaba pero que por alguna razón en ese momento le pareció estrecho y sofocante.
Lo siguiente que todos escucharon fue un sonido sordo. Victoria no había avanzado ni la mitad del pasillo cuando cayó desmayada.