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Cuando Inasa había despertado, aquello suave y esponjoso que estaba abrazando era todo menos Todoroki Shōto. Lo que estaba entre sus brazos era una simple almohada, y fuera de ello estaba sólo en la cama, rápidamente sentándose en ésta y haciendo una mueca al no encontrar ni siquiera las ropas del bicolor en su habitación. Soltando un suspiro al pensar que había arruinado absolutamente todo. Y si antes no tenía posibilidad, ahora mucho menos, incluso había arruinado su intento de amistad con Shōto.

Tomando de forma desganada su teléfono y revisando los cincuenta mensajes y las veinte llamadas pérdidas de Camie. La mayoría era preguntándole qué había hecho y porqué, sobretodo regañándolo y también contradiciéndose al decirle que no se contuviera. Esto último en broma, claramente, porque si ella se enteraba de lo que había dicho, sería ahorcado con un brasier.

Oh, definitivamente sentía escalofríos porque su naturaleza le gritaba que fuera a contarle a la chica de cabellos beige todo lo sucedido.

Cayendo nuevamente en la cama mientras tecleaba un mensaje a la chica para que viniera a verlo. Sabiendo que ella no despertaría hasta el mediodía. Por la hora en la que le había enviado los mensajes, se había quedado hasta altas horas de la madrugada en aquel club. Contándole además de todo lo que sabía de Bakugō(cosa que lo hizo molestarse y empeorar su humor) al comentarle lo que ya sabía por parte de Shōto. Suspirando, y dejando de lado aquello, decidió levantarse para distraer su mente en algo, al haber resuelto un caso y al estar trabajando en uno nuevo, no debía ir al edificio en el que trabajaba, sino que debía trabajar desde casa.

Cosa que le agobiaba, porque lo que menos quería era estar encerrado con sus pensamientos y el recuerdo de ver a Shōto dormido entre brazos en aquella misma cama. Por lo que usando de excusa de que necesitaba provisiones y snacks antes de que su amiga llegara, salió de casa, despejando su mente al salir a correr y luego detenerse en el parque a hacer estiramientos. Al final, y luego de que el sudor no fuera tan obvio en él, decidió ir a lo que había ido. Tardándose de más en el supermercado e ignorando la expresión de asombro de la cajera cuando tuvo que pasar los cinco potes de helado de tres litros.

Sí, iba a ver películas con Camie y luego lloraría en su regazo como el adulto que era.

Eso después de ser ahorcado y golpeado con tacones, claro.

Sintiendo nuevamente un escalofrío ante lo que su mejor amiga le haría al saber lo que había hecho. Tomó las bolsas y volvió a caminar a paso lento y desanimado hacia su casa. La mayoría de sus vecinos que lo vieron pasar, claramente se sorprendieron al no ver aquella faceta en él que era tan entusiasta. E ignorándolos también, ya que se sentía pésimo y no podía simplemente conjurar una sonrisa falsa para gusto de otros.

Una vez en su casa no esperó por Camie, llevándose dos potes de helado y sentándose frente al televisor a mirar películas de superheroes, dejando que algunas lágrimas caigan por varias razones. La mayoría porque le dolía pensar que jamás podría ver a Shōto y que lo había perdido por ser tan impulsivo e idiota, y la otra parte porque no podía superar la muerte de The Black Widow en The Avengers. Y sí, era patético y más al aferrarse a un almohadón y comer helado hasta terminarse ambos potes.

Horas después, y sin siquiera molestarse en limpiar aquel desastre, el timbre había sonado, encontrándose con su mejor amiga y el ceño fruncido que había puesto al verlo.

— ¿Me explicas por qué luces como si hubieras comido cinco kilos de helado de chocolate y hubieras llorado? —la chica se había llevado las manos a las caderas, esperando por su respuesta.

Inasa había suspirado, haciéndose a un lado para dejarla pasar, esperando que ella comprendiera su silencio. Pero obviamente siendo ignorado cuando ella había tirado de su oreja para llevarlo a la sala de estar. Oyéndola dejar escapar un grito por el obvio desastre.

I Would - InaTodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora