Epílogo.

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Meses después, tres meses para ser exactos, la relación de ambos había avanzado de forma lenta pero a la vez rápida en cuanto a sus sentimientos. Shōto en ese entonces tenía claro que amaba a Inasa, aunque se sonrojara al confesarlo o simplemente respondiera un "yo también".  En cuanto al alto, estaba tan feliz y más enamorado aún de su pequeño novio, prácticamente gritándolo a los cuatro vientos que era el hombre más afortunado del mundo por tenerlo. Había dejado que la noticia llegara a todos, sobretodo a su círculo de amigos y a la familia Todoroki, por supuesto. Con éstos últimos había charlado con Rei para prometerle que cuidaría muy bien a su hijo, pese a saber que la mujer confiaba plenamente en él. Mientras que con Enji la cosa había sido algo tensa, bajo amenazas de éste mismos que al final lo había aceptado, dándole un asentimiento que Inasa comprendió que tenía su "bendición". Recordaba no haber podido controlar su emoción, abrazando al otro tipo y agradeciéndole una y otra vez por ello.

Inasa le había presentado a su familia y le había contado de los múltiples perros que poseía, su novio había sido aceptado efusivamente por todos ellos. Y todo en su relación había avanzado increíblemente bien. Sus amigos estaban felices por ellos pese a la forma en que se habían dado las cosas. Incluso el bicolor había vuelto a hablar con Katsuki, ésta vez para aclarar aquello que la otra vez no habían puesto en palabras. ¿Se habían vuelto amigos? Podría decirse que sí. Incluso ahora, donde estaban, en la boda de Izuku y Uraraka, la voz que más resonaba luego de que ambos dieran el sí y la recién casada hubiera tirado las flores hacia atrás, era justamente la Bakugō.

— ¿POR QUÉ MIERDA ME DAS A MI EL PUTO RAMO, CARA REDONDA? —y sí, el "afortunado" en recibir el ramo y que seguiría la tan conocida tradición parecía ser el rubio.

Más de uno había reído por aquello, puesto que prácticamente él había estado alejado de la multitud de chicas y chicos que esperaban a tomar el ramo de la novia, y había caído justamente en los brazos de Katsuki. Éste último había mirado el ramo de flores con horror, enojándose mientras empujaba a los que se cruzaban en su camino para acercarse a reclamarle a la pareja recién casada.

— Kacchan mira el lado bueno, pronto serás quien se case y-

— Y una mierda, no voy a casarme con nadie. —había dicho, a punto de tirar aquel ramo que aún sostenía, sin embargo, su vista se había posado en Inasa, quien había estado en el grupo de los que querían recibir el ramo.

Y sí, también se había hecho "amigo" de Inasa, después de todo estaban destinados a cruzarse porque su novio lo consideraba uno de sus "bro" más importantes. Y Inasa se había autoproclamado su amigo, porque el 'el bro de su bro, era su bro'. El rubio se había acercado a la pareja, empujando el ramo de flores a Todoroki y murmurandole algo como "él parecía necesitarlo aún más".

La atención estaba puesta en ambos, más de uno sorprendiéndose por aquel acto de "bondad". Algo que Katsuki ignoró, alejándose de toda la conmoción y dirigiéndose al lado de su novio, el cuál había negado ante sus acciones. Había estado saliendo con Kirishima hace casi dos meses, al final él, quien no quería saber absolutamente nada de enamorarse y todo lo que esto conllevaba, había sido quien había rogado(amenazado) al pelirrojo para que aceptara salir con él.

— Sabes, es una pena que lo desperdiciaras. —lo había oído decir.

— No voy a casarme jamás, es una estupidez.

— ¿Ni siquiera conmigo? —había preguntado, acortando la distancia entre ambos y dejando un besito en su mejilla, derritiéndolo.

Katsuki había negado pero en su rostro había una sonrisa, odiaba las bodas y le parecían ridículas, más cuando había sido obligado a usar un traje porque el "padrino de bodas" debía estar presentable. Pero en el fondo, la idea de ser quien esperara en el altar por Eijirō no sonaba tan mal. Y de hecho, no necesitaba recibir un ramo de flores para confirmar que quería tener al pelirrojo como algo más que un novio. Bufando ante lo cursi que se había vuelto a causa de su novio y tirando de la corbata de éste para llevárselo de allí. Que le jodan a la boda de Midoriya y Uraraka, había pensado, porque él tenía más interés en pasar el tiempo con su pareja.

Ambos habían desaparecido de la escena, perdiéndose el momento en el que Inasa se había arrodillado frente a Shōto, cajita forrada de terciopelo azul y exhibiendo dentro de ella un anillo.

Se escucharon gritos y chillidos de emoción, todos los presentes allí, incluidos los recién casados estaban llenos de emoción por lo que veían.  Inasa tenía la vista puesta en su novio mientras que Shōto estaba rojo hasta las orejas quieto en su lugar. Su vista intercalándose entre su novio y la cajita que sostenía en sus manos, sabiendo lo que esto significaba.

— Todoroki Shōto, ¿te casarías conmigo?

Conectando sus miradas, e ignorando todo lo que sucedía a su alrededor. Shōto no pensó en otra cosa más en el hombre que amaba y que ahora le proponía dar un paso más en su relación, moviendo su cabeza de forma afirmativa incontables veces, aceptando. Se oyeron mas gritos, aplausos y incluso le habían arrojado arroz, haciéndolos reír mientras Inasa deslizaba el anillo en su dedo, volviendo a ponerse de pie y así inclinarse a besarlo.

Y todo se sintió tan bien y correcto, el bicolor lo besó, amándolo en aquel contacto y sintiendo cómo le profesaban el mismo amor, algo que nunca antes había creído que tendría.

Es decir, había visto un matrimonio roto por parte de sus padres, uno que jamás se había estabilizado, y él mismo no había tenido una experiencia romántica que le hiciera creer en el amor. Pero después venía Yoarashi Inasa, abogado de la familia que se ganaba el afecto de todos, haciéndolo sentir celoso incluso por la forma en que las sonrisas le salían tan naturales. E incluso molestándose consigo mismo porque pese a que había intentado mantenerse al margen, al final había terminado cayendo por la encantadora personalidad del alto. Y no sólo eso, su ahora prometido había llegado en el momento justo, cuando él se sentía agobiado por la separación de sus padres, las discusiones con su padre y su fría relación con Katsuki. Inasa había llegado y había estado en él en cada momento, comprendiendo sus silencios y sabiendo qué hacer siempre.

Y ahora estaban juntos, el hombre más alto le había dado muchas cosas en poco tiempo, provocando más sonrisas y felicidad de la que había tenido en toda su vida.

Y era feliz.

Eran felices.

I Would - InaTodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora