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Reed siempre fue una persona complicada.

Nunca temió meterse en peleas; siempre portando su arrasadora mirada atrevida, escupiendo la cara del que pretendía amenazarlo o hacerlo sentir menos. Manteniendo su mirada orgullosa, altanera y burlona para todos lados.

Recordaba sus peleas con los bravucones de su colegio cuando veía alguna injusticia, o también cuando se enteraba que mocosos malcriados les quitaban el almuerzo a los indefensos ñoños del salón.

Dios, Gavin realmente se creía un puto justiciero cuando era más joven. Soltó una amarga risa por ese recuerdo.

Recordó también la vez que dejó a Jeremías en el hospital cuando el puto niñato se había reído a carcajadas y les había contado a todos cuando descubrió que Gavin a veces se quedaba horas esperando a su mamá, por que esta se había olvidado de él.

No soportó que se burlaran de él por ello.
Reed odiaba que le recordasen lo poca cosa que fué (y que seguía siendo) para sus padres.

Esa vez se había sentido demasiado incómodo en la oficina del director, incluso cuando muchas veces había estado ahí.
Lo único que recordaba era que mientras escuchaba la cansada voz del director bajo y canoso expulsándolo de su mugriento colegio, las miradas de indiferencia de sus padres recaían en su pequeño cuerpo. Mirándolo como si ya no esperasen nada bueno de él.

Cuando salió del colegio y se subió al lujoso auto azul rey de su papá, lloró en silencio mientras escuchaba como sus padres discutían por él, mencionando los años que quedaban para que Gavin cumpliera su mayoría de edad y se esfumara de una vez por todas de la casa.

Escuchó como lo comparaban con su hermano y en la vergüenza que representaba para la familia.

Maldición, como los odiaba a todos.

Pero el peor sin duda era su hermano. Dios, como odiaba (odia) a su hermano.

Siempre pretendiendo que tenía una familia perfecta, siempre pretendiendo que Gavin no sufría de aquellos maltratos por parte de sus padres. Siempre ignorante de todo el muy cabrón

Nunca pudo compararse al nivel a su perfecto y feliz hermano, pero eso nunca le importó realmente. O por lo menos no después de cumplir la mayoría de edad.

Las notas de Gavin siempre fueron excelentes y eso -casi- compensaba su horrible carácter y comportamiento. Aún así, logró graduarse con honores y ir a un buen trabajo como detective.

Se largó de aquella casa y nunca más volvió a ver a su horrible familia. Se alquiló un lindo piso con el dinero que ganaba y vivía con las comodidades necesarias.

Vivía muy feliz él solo.

O bueno, casi solo. Tenía a Lía, una hermosa gata gris que llegó a su vida cuando recién pudo tener su piso.

Podía decir orgullosamente que aquella gata era la única compañía que necesitaba, y que la gente podía irse bien a la mierda.

Bueno, apartando aquello vivían bien ellos solos. No necesitaban a nadie más.

Tenía un muy buen puesto en su trabajo debido a su determinación por mejorar, y también obviamente por lo muy buen detective que era. Incluso sus compañeros que parecían odiarlo con todas sus fuerzas, aceptaban a regañadientes y con el ceño fruncido que Gavin Reed hacia un magnífico trabajo.

Aunque su desempeño respecto a convivir con los demás en el departamento no era muy bueno, intentaba trabajar en eso y llevarse bien con todos... Bueno, quizás realmente no lo intentaba. Pero eso no importaba.

¿Qué? [Gavin x RK900]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora