—¡Oyakata-sama!—la pilar de nieve hizo una cordial reverencia ante la presencia de su líder—. Espero que goce de una buena salud, por favor siga cuidándose mucho.
El mayor sonrió levemente ante las palabras de Yukiko, era increíble la forma en la que cada uno de los pilares veían como una prioridad su salud. Ante este pensamiento Kagaya se sintió bastante agradecido y tranquilo, sus hijos siempre estarían allí para él, a pesar de que su tiempo de vida transcurriese de forma acelerada.
—Yukiko, hija. Levanta tu rostro.—la pilar siguió las órdenes al pie de la letra. Las hijas de la familia Ubuyashiki abandonaron la sala y dejaron a la espadachín a cargo de su padre, toda la familia confiaba plenamente en Snow—.
El líder del escuadrón de Exterminio de Demonios siguió con su rostro el origen de la voz de Yukiko, sus capacidades eran tan buenas que logró localizarla con facilidad. Kagaya no podía verlo, pero los ojos de Yukiko resplandecían como el mismísimo sol, reconocía todo lo que le debía a su líder, ni siquiera su propia vida era suficiente para pagarle. Oyakata-sama había sido una figura paternal en medio de la tormenta, él cuidó, protegió y dejó todo su conocimiento en manos de Snow, tanto que la oji-gris gozaba de habilidades mucho más desarrolladas a diferencia de una persona promedio. Cuando Yukiko se vio sola, sin un rastro o recuerdo de los que alguna vez fueron su familia, una pequeña luz al final del camino representada en su difunto maestro Tadashi, Urokodaki-san, los pilares, Kagaya, Sabito, Makomo y Giyū se presentaron en su vida. Si no fuera por tantas personas, ella jamás estaría en la posición que se encontraba.
«Los lazos de sangre no son necesarios para ser una familia, Yukiko».
La mencionada recordó aquellas palabras reconfortantes para su alma, aquel hombre sabio cuyo apoyo genuino pudo sacar adelante a una niña perdida en el mundo que vagaba sin propósitos fijos o voluntad propia. Yukiko se sentía en una deuda infinita con su primer maestro Harada Tadashi. Él la recogió, le ofreció un hogar y siempre la ayudó a entregar lo mejor de sí cada segundo de su vida. Incluso el apodo con el que todos la conocían, había sido obra de su sensei. Snow.
—Yukiko, sé que te has vuelto muy fuerte. Desde el principio supe que eras una niña especial, con cualidades únicas.—un suspiro apagado, la voz del azabache tenía un efecto tranquilizante sobre todos los individuos de la tierra. Kagaya sabía como impactar positivamente sobre las sensibilidades de cada persona—.
—Muchas gracias por su cuidado durante este tiempo, Oyakata-sama. Siempre lo llevo en mi corazón, todo lo que me enseñó es muy preciado para mí.
—Sin tus habilidades, el entrenamiento no hubiera funcionado en lo absoluto. «Eres alguien especial, no lo olvides...»
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𝓢𝓷𝓸𝔀 『tomioka giyuu』
Fantasy-𝓟𝓮𝓻𝓶𝓲́𝓽𝓮𝓶𝓮 𝓼𝓮𝓻 𝓽𝓾𝓼 𝓸𝓳𝓸𝓼, 𝓣𝓸𝓶𝓲𝓸𝓴𝓪. 𝓠𝓾𝓲𝓮𝓻𝓸 𝓮𝓷𝓼𝓮𝓷̃𝓪𝓻𝓽𝓮 𝓶𝓲 𝓯𝓸𝓻𝓶𝓪 𝓭𝓮 𝓿𝓮𝓻 𝓮𝓵 𝓶𝓾𝓷𝓭𝓸. -¿𝓔𝓼𝓽𝓪𝓻𝓪́𝓼 𝓹𝓸𝓻 𝓼𝓲𝓮𝓶𝓹𝓻𝓮 𝓪 𝓶𝓲 𝓵𝓪𝓭𝓸? -𝓛𝓸 𝓹𝓻𝓸𝓶𝓮𝓽𝓸. 『0』