『4』

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—Yukiko, ven aquí.—la niña oji-gris detuvo su entrenamiento con la espada para acercarse al mayor—.

—¿Hice algo malo, Tadashi-sensei?—uno de sus miedos más grandes era no ser lo suficientemente buena para cumplir con las expectativas de su maestro—.

—Por supuesto que no, puedo ver todo tu esfuerzo desde aquí.—sus palabras la hicieron sentir más tranquila. La peli-blanca tomó asiento al lado del hombre que consideraba como la persona más importante en su corta vida—.

—¿Qué tiene en sus manos Tadashi-sensei?—su sentido de la curiosidad apareció, algo pequeño y brillante relucía en las manos de su sensei—.

—Mientras caminaba hasta aquí, acabé con un par de demonios que estaban acechando a una abuela. Le dije que no debía darme nada a cambio, pero insistió tanto que no pude negarme.

—¡Tadashi-sensei es el más fuerte!

El más viejo sonrió levemente, encontrar a la niña en medio de su soledad fue el mejor regalo que la vida pudo darle. El Harada no había podido tener hijos y su mujer había muerto a causa de una extraña enfermedad, cuando creyó que había perdido todo y no encontraba sentido a la vida, él encontró... la luz.

Pensé que se vería muy lindo en tu cabello, ¿Quieres probar?—el espadachín extendió su mano y se sintió contento al ver los ojos brillantes de Yukiko observar con suma fascinación el pasador en forma de copo de nieve—.

—¡Muchas gracias, sensei! Lo llevaré siempre conmigo, un obsequio de la persona más importante que tengo.

«Por otro lado, Yukiko había sido el mejor regalo que Tadashi alguna vez pudo recibir».

La habilidad de esa mujer demonio era cambiar, transformar, cortar y expandir unas amenazantes cadenas de color rojo a su antojo

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La habilidad de esa mujer demonio era cambiar, transformar, cortar y expandir unas amenazantes cadenas de color rojo a su antojo. Yukiko sentía como su propio cuerpo le mostraba los posibles patrones en los que se movían sus ataques, ella podía esquivar cada uno de ellos, la victoria yacía sobre sus manos. En uno de los saltos, Snow observó como la demonio lanzaba un ataque en dirección al niño que había encontrado y rescatado, intentando confundir a la pilar. Todo pasó en cuestión de segundos, pero afortunadamente la espadachín había bloqueado con su nichirin la técnica de la demonio y logró protegerlo, a pesar de que su haori se hubiera rasgado por el movimiento instantáneo. El haori que le había regalado Tomioka...

Mi haori...—susurró levemente, la rabia comenzó a esparcirse en su cuerpo como un virus—.

A Yukiko no le hacía gracia perder regalos valiosos que habían pasado a ella con tanto cariño y amor. Aún recordaba la cara de felicidad de Tomioka al ver el traje sobre el cuerpo de la pilar, definitivamente fue hecho para su única postura, le había quedado perfecto. Snow estuvo tan agradecida ese día que no pudo evitar llorar mientras prometía que nunca jamás usaría otro haori y lo cuidaría como su tesoro más preciado. El sentimiento de molestia se incrementó cuando recordó el día que había perdido una de las cosas que siempre deseó tener consigo para recordar todos los días a su difunto maestro Tadashi. Aquel pasador en forma de un copo de nieve, pequeño y brillante, tal como el Hadara solía describirla a ella...

𝓢𝓷𝓸𝔀 『tomioka giyuu』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora