I.

5.2K 168 20
                                    

Era de mañana, la última vez que miraba el sol ponerse. Subí al soñado puente, me posicioné en la orilla, justo en el medio. Miré personas abajo haciendo drama, ¿por qué hacían drama por mí? Meh. Los autos pasaban a montones, cerré los ojos, respiré profundo y dije para mí misma "los suicidas somos ángeles que queremos regresar a casa". Me parecía perfecto que nadie quisiera interrumpir mi suicidio, ¡Eh lo que faltaba! una televisora esta aquí grabando el suceso.

~ ~ ~ ~ ~ ~

Demonios, voy bastante tarde. Seguramente los chicos van a matarme por llegar tarde por cuarta vez en la semana. Recibí la llamada numero 50 de Ashton en media hora. "Ya voy en camino, fastidioso. Voy a tomar el puente, deja de llamarme" dejé el móvil en el asiento del copiloto. Pasaba por el puente y vi a una persona en la orilla. Era una chica. Un "mierda" salió de mi boca al ver lo que ella estaba por hacer.


Detuve el auto y bajé corriendo de el.

~ ~ ~ ~ ~ ~


- Adiós estúpido mundo -cerré los ojos y me incliné hacía adelante. Ya me daba por muerta cuando sentí unos brazos jalarme hacía atrás. Caí al suelo junto con la persona que tiró de mí.

- ¡NO LO HAGAS! -me gritó aquél chico y yo lo miraba llorando.


- ¿Porqué me has detenido? ¡Quería morir! -le grité.

- No lo hagas, por favor -me dijo serio, se notaba asustado-. No sé quién eres ni por qué haces esto, pero no es la solución. Te lo aseguro -me abrazó y yo lo alejé de mí-. Déjame ayudarte.

- ¿Estás de broma? Déjame seguir con lo mío -me levanté y volví a acercarme a la orilla.

- Tú no quieres esto... -bueno, terco el muchacho.

- ¿Tú qué sabes de lo que quiero y no? No me conoces. Sólo eres un extraño interrumpiendo mi suicidio -dije seca.

- Ven conmigo -giré a él.

- Bueno, no vas a dejarme en paz, ¿verdad? -Me reí por la increíble molestia que me causaba el rubio.

- Estaré insistiendo hasta que bajes de ahí y vengas conmigo, no permitiré que hagas esto -él me extendió la mano. La miré por un momento.

Subí al auto del rubio insistente... ¿qué más da? Nada importaba ya.



Llegamos a una casa de 2 plantas, blanca y con un camino de piedras que te llevaba a la puerta principal. Entramos y en ella estaba una chica de servicio.


- ¿Tan rápido en casa Joven Hemmings? -Preguntó ella desde la puerta de la cocina-. Oh veo que trae compañía -me miró con cierto asco y yo sólo volteé hacía abajo-. ¿Les sirvo algo?

- Amm -el rubio me volteó a ver y yo negué con la cabeza-. Estamos bien Jhocelyne, gracias -ella asintió y se fue-. Ven -me tomó del brazo y subimos hasta llegar a la puerta de una habitación. ¿En serio me había sacado de mi suicidio para esto?

- No quiero entrar -dije con la mirada al suelo.

- ¿Porqué? -no respondí-. Hey, vamos. Es el lugar más privado que hay -me limité a asentir.

Entramos a una habitación perfectamente ordenada, 2 de sus paredes eran blancas y las otras 2 azules. Tenía la cama pegada a una ventana, un gran armario, un baño y demás muebles.

Había un sillón a un lado de una mesa con apuntes, me senté ahí, era el lugar más cercano a la puerta. Él se sentó en el suelo con las rodillas cruzadas frente a mí. No decía nada, sólo me miraba fijamente, tanto que daba miedo.

- ¿Entonces me trajiste para observarme sin decir nada? Es increíble -dije sarcástica y molesta.

- ¿Porqué ibas a hacerlo? -no respondí de nuevo.

- No te importa, rubiecito -crucé mis manos y miré molesta a otro lado.

- Vamos, trato de ayudarte -me reí.

- ¿En serio? -él asintió-. Eso no se puede. Mis demonios no te lo permiten y ahora dicen que es hora de que vuelva a lo que estaba por hacer -me levanté y él me detuvo.

- Dios, no seas tan dura. Cree en mí, voy a ayudarte. ¿Cómo? Ni idea. Pero estaré aquí y estaré contigo -volví a reírme.

- Tú no me conoces, rubiecito.

- No me llames rubiecito, pelirrojita -me quedé seria sin expresión alguna.

- No funciona contigo, sólo funciona cuando lo digo yo -me crucé de brazos.

- ¿No vas a contestar? ¿Por qué ibas a hacerlo?

- Ya te dije que no te importa, ugh rubio tenías que ser -dije ya molesta.

El rubio siguió mirándome esperando que le contestara. No lo hice, traté de salir y bloqueó la puerta.

- Vamos, déjame salir -dije en voz baja.

- ¿No vas a volver a ese puente?

- Sólo déjame salir, por favor -bajé la mirada-. ¿qué es lo que quieres? ¿Sexo? Estoy acostumbrada, ya hazlo rápido y déjame ir -mi ojo dejó salir una gran lágrima.


- ¿Qué? Claro que no -pasó su dedo por mi mejilla-. Todo estará bien, ¿de acuerdo?

- ¿Por qué haces esto? No me conoces, no deberías estar haciendo esto por una extraña suicida que viste en la calle.


- Siéndote sincero, no lo sé. Vi algo en ti que me hizo bajar a detenerte, algo que me dijo que debía impedir que hicieras eso.

Él recibió una llamada. Gritó un par de veces a la persona que le llamó y luego cortó.

- Era mi amigo Ashton, dijo que necesito ir al estudio ahora.

- No te preocupes, puedo volver a casa.

- No, no me voy a arriesgar a que vuelvas a ese puente. Vas conmigo -yo negué.

- No quiero molestar, de verdad.

- Vamos, no molestas.

De nuevo volvimos al auto del rubio y éste lo puso en marcha. No tenía idea de a qué se refería con "estudio", pero igual, me perdí en mis pensamientos mirando las calles. Nadie decía nada, su móvil sonó una vez más y yo ignoraba eso, no quería meterme en asuntos que no eran míos.

No Lo Hagas; lrh. (2015)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora