❝Don't go, I'm alone❞ Rickorty

⸙; seven. mad

A pesar de no tener ganas de hablar con Rick, sabe que no puede dejar las cosas así. Junta las cejas, aburrido de la terquedad de su abuelo.

No es el mismo cobarde ignorante de la temporada uno, que no dejaba de idealizarlo.
Bueno, eso quiere creer.

Conociéndolo, es fácil decir que la dependencia de Rick le ha traído varios complejos que lo hacen sentir despechado y olvidado por él, por Morty. Y también por todo el resto de la familia. Cual perro abandonado.

Tan así, hasta llegar al punto de aislarse como humano rencoroso, incapaz de sentarse frente a la humillación de las propias ideas que imagina sin razón. Se siente derrotado, pero él es el único que se cree como tal.

Como su nieto y compañero, vivió muchas situaciones de diferentes magnitudes a su lado. Ya vio todas sus caras. Con toda esa experiencia, puede predecirlo, deducirlo, analizarlo, y hasta comprenderlo. Eso ya no es todo un enigma.

Cada vez se hace más transparente.

Aunque el miedo a la soledad es uno de los terrores que Rick sigue sin confesar directamente. Morty debió haberlo ayudado más al principio, ahora se culpa de no haberlo hecho.
Debió oír a esa vocecita en su cabeza que le advertía que, ese trabajo, corrompería su relación con el mayor.

¿Cómo iba a hacerle caso a un tonto presentimiento? Él es un hombre de ciencia, como su abuelo.

Ahora se siente estúpido por no haber notado lo obvio. No pensó en las emociones del abuelo tras anunciar su independencia. Ahora debe pensar en algo bueno para decirle y que no piense en matarse a sí mismo.
No sería la primera vez que lo intente...

No lo encuentra en las demás habitaciones, pero sí halla una que ha sido brutalmente destrozada. 

Entra en alerta y el vello de los brazos se le eriza.
Recordando algunas palabras e instrucciones que Rick le dio, vuelve al pasillo y golpea cierto punto en la pared. Éste reconoce sus huellas: Un arma paralizadora de diseño discreto se despliega ante él. Lo toma y se dirige con cuidado al cuarto donde sabe que las memorias borradas de la familia son almacenadas. Un rastro de líquido encamina hasta ahí.

Sin tener idea de qué mierda pasó ahí abajo, entra a la habitación, dándose cuenta de que la puerta ya estaba abierta. Baja el arma al ver a Rick sentado ahí, con el casco puesto y con memorias reproduciéndose en su cabeza. Los frascos son de colores aleatorios, el que tiene puesto ahora mismo, es color celeste.

Esperará a que vuelva a recuperar la consciencia, pero no puede pensar en la razón de por qué está ahí.

—¿Reviviendo memorias? —se pregunta a sí mismo.

Una respuesta empieza a formularse lentamente y no le agrada el peso que genera a su bolsa de culpa. Morty está por desmoronarse.

Su abuelo está hundido en el pasado, sin saber que la razón de su colapso está justo ahí, esperando de pie para pedirle disculpas. Aunque, quién sabe cuánto tiempo esté de pie, ahora se siente cual basura.

...

—¡Oh, oh Rick, esto es malo! —balbuceaba el castaño, desesperado por el caos que observaba.

—¡Tranquilo, amiguito! Deja que, que arregle esto —contestó Rick, tratando de darle confianza.

Un viento con más potencia que un huracán los rodeaba, y la pobre casita local que los protegía estaba a punto de desmoronarse. Las paredes estaban cayendo.
Morty alteró, sin querer, el clima entero de ese planeta con un simple silbido. Estaban prohibidos.

Todos los habitantes fueron azotados por esa fuerza y murieron. El castaño lo veía todo desde la ventana que poco a poco dejaba de existir.
Rick estaba en un rincón intentando arreglar la pistola de portales para largarse, ya que se rompió cuando los emboscaron por condenar a toda la población. Con la misma desesperación, por no estar lográndolo con la prisa necesaria, empezó a lamentar toda su vida.

Pero no estuvo solo. Entre llanto lleno de culpa y arrepentimiento, su nieto también empezó a exclamar sus perdones.

—¡Lo siento, Rick! ¡E-es todo mi culpa! ¡Soy un idiota, como di-dices! ¡Quiero que sepas que eres el mejor abuelo del multiverso! ¡Lo eres!

Y tras eso, la pistola quedó lista para ser usada. No hubo tiempo ni para limpiarse la nariz. Ya quedaba poco para que terminen siendo succionados y arrastrados por esa furia de la naturaleza.

Disparó hacia Morty y corrió en esa dirección, saltando y empujando a su nieto para entrar en el portal que abrió. Lo lograron antes de morir.
Ahora estaban en la entrada del garaje, a salvo y dejando el caos detrás.

Los dos alzaron la vista, sabiendo que lo consiguieron.

Rick oyó perfectamente las que quisieron ser las últimas palabras de Morty, hasta quería sonreír, porque sabía que fueron sinceras. El corazón le latía como cronómetro desquiciado. Fue el cariño más auténtico que últimamente sintió.

Pero la cara de horror que el menor tenía, más ese sentimiento de haberla cagado enormemente, lo hizo pensar en una sola opción para rescatar su sanidad mental:

Debía borrarle ese recuerdo.

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