Irma

Prólogo

Los observo desde el sofá y pienso en la suerte que tengo. Si me hubiesen dicho hace diez años cuando mi vida era un caos que este era el futuro que me esperaba, no lo hubiese creído.

Pero todo cambió hace cuatro años. Eva, nunca podré agradecerte lo suficiente que me obligases a salir de casa aquella tarde.

Me mira, le sonrio. ¿Qué pasa?, me pregunta. Que te quiero, le lanzo un beso. Y se levanta. Viene hacia mi. Es guapísimo.

Vivo en Madrid desde hace tres años. Al principio era muy reacia a esta ciudad. Tan grande, tanto caos, tan impersonal, tan veloz, tan distinta. Pero me adapté. Claro que me adapte. Quería estar con él, y ese paso era el que nuestra relación necesitaba. Y qué buena elección, la mejor de mi vida podría decir.

Tenemos un pequeño apartamento en el centro de la ciudad. Bueno, centro, centro tampoco es, pero como para permitirse un piso en la castellana. -Bastante pagamos ya por este cuchitril-. Bueno, que un cuchitril tampoco es - hay que joderse lo hater que estoy hoy-. Es pequeño, pero modesto y muy bien decorado.

Si preguntáis a Gèrard tal vez no esté de acuerdo, pero me da igual, a mi me gusta y Aroa no se queja.

Está compuesto por una pequeña entrada, con un aparador blanco y un platito para dejar las llaves - que si os soy sincera no sé qué pinta ahí, porque no lo usamos nunca, pero bueno, es bonito.

Si continuais hacia dentro, veréis nuestro salón-cocina. En tonos rosa pastel, y con muebles blancos, un sofá y una mesa con cuatro sillas heredadas de mi abuela. Normalmente estaba recogido, pero desde que llegó Aroa, nos invadió todo el espacio.

La cocina es blanca, blanca como la nieve. Menuda idea. No tengáis nunca una cocina en este tono -limpiar, limpiar y limpiar. Hartita estoy - pero bueno, es bonita, pequeña pero bonita. Ah, se me olvidaba, se comunican con un arco de piedra, qué direis, ¿qué pinta un arco de piedra en un apartamento de Madrid? pues mira, ni yo lo sé, pero me gusta. A veces le ponemos unas lucecitas- de estas de tres euros, tampoco os creáis que aquí se tira la casa por la ventana, bastante tenemos con llegar a fin de mes.

Si salimos de esta estancia, podéis ver - bueno, imaginar realmente- un pequeño pasillo en forma cuadrada. De este rinconcito, con un palé convertido en estantería lleno de libros, y dos butacones -blancos para variar- salen las dos habitaciones y un baño. Lo que os he dicho, es práctico el apartamento. Algún día tal vez nos mudemos, pero hemos construido tanto aquí, que me daría mucha pena que eso pasase.

Las habitaciones, pues como podéis suponer, una blanca y la otra rosa. La nuestra blanca, la de Aroa rosa. - Joder Gèrard, hay que hacer reforma, somos unos básicos. Este verano pintamos, si o si.

El baño, ¿blanco o rosa? ¿Qué creeis? Os dejo un minuto para pensarlo. ¿Ya? ¿Os habéis decidido? Venga, no seáis tardonas. ¿Si? Pues habéis fallado. Es azul. Y si me estoy riendo. Joder Anne, que humor más básico tienes tía. Perdonadme. No volverá a pasar. Lo prometo.

Y diréis, ¿qué narices haces aquí, annecita, contándonos tu historia? pues ni yo lo sé, yo la cuento y si alguien se la quiere leer, bienvenida es. Mientras tanto, yo sigo aquí sentada, con mi pareja abrazandome mientras los dos miramos a Aroa. Lo mejor que hemos hecho. No tengo dudas.

Esos rizos rubios me quitan el aliento. Igual que en su día lo hizo su padre. Pero como no iba a hacerlo. Aroa era la viva imagen de Gèrard. Que suerte tenerlos a ambos. Con ellos a mi lado, nada podría ir mal. O eso creía yo. Que equivocada estaba...

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Buenas!! Lo sé, es muy muy muy cortito. Pero es el prólogo. Prometo que los capítulos no serán así de cortos.
No sé, si os gustará esta historia, yo en ni cabeza tengo un croquis bonito jajaja. Y sobre todo no se si alguien la leerá, pero si estas leyendo esta mierdecilla de setecientas palabras, gracias ❤
Espero que os guste :)
Nos vemos en tw! (Irmaentw)
PD: me haría mucha ilu si queréis comentar algo! Y ya me callo, que soy muy pesada jejeje