2. Me había olvidado de mi hija

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Cuando llegaron a casa hicieron lo típico. Bañar a la niña, cenar, dormirla, poner una película en netflix que Anne jamás terminaría al quedarse dormida, e irse acostar. Diréis están perdiendo la chispa. Que va, los geranios no la pierden nunca, pero el cansancio a veces puede con ellos. Que ya tienen una edad, vamos a ver.

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Que semana llevo madre mía. Es viernes. Diez de Mayo. Y sí, es por la noche y no he tocado esto desde el lunes.

Ha sido una semana de no parar. Y cuando digo no parar, es no parar. Estoy agotadisima.

El martes bajamos por la tarde al parque el trío revolución. ¿Qué por qué revolución? No lo sé bien. Es cosa de Mai. Un día nos dijo que en la vida había gente cuya mera existencia era revolución y que nosotras dos eramos eso para ella. Así que todo era ya revolución. El grupo de WhatsApp, el nombre de las tres juntas. Hasta teníamos unas camisetas que hizo Samantha una vez para las fiestas del barrio. Era para vernos la verdad. Vaya cuadro de personas.

Bueno, que me lío. El martes quedé con ellas para ponernos al día. Sam le contó a Mai la situación que me había contado a mi el lunes y ambas le hicimos prometer que nos pediría ayuda siempre que la necesitase.

Mai ya no se quejaba del comedor. ¿Lo odiaba? Con todas sus fuerzas. ¿Necesitaba el curro? Como la que más.

Del tema de las canciones ya ni hablábamos. Era tema vetado en este grupo. Bueno, en este y en cualquiera. Era tema vetado en la vida entera de Mai.

Se quejó de las horas que trabajaba Bruno, y de que sus horarios eran tan distintos que apenas se veían. Pero bueno, les venía bien para organizarse con los niños.

Pasamos una tarde agradable la verdad. Cuando llegue a casa agotada, con Aroa en brazos, Gèrard tenía la cena lista y la mesa puesta para los tres. Que suerte tengo con él. A veces pienso que no lo merezco. Es salvavidas. Siempre lo ha sido pero él no lo sabe.

El miércoles estuve en la revista, escribiendo un par de entrevistas que había hecho la semana pasada mientras Gè trabajaba y Aroa estaba en la escuela infantil. Fue un día gris. Llovía mucho. Llegué a casa calada. Aún tenía que reescribir dos entrevistas. ¿Sabes estos días que dices, para que me he levantado de la cama? Pues eso fue el miércoles. Que jodido estrés, madre mía. Que mal hablas Anne, menos mal que Aroa no te escucha lo que escribes aquí. Bueno a ver, escucharlo no puede nadie. Sería leerlo. Boba que eres boba.

Bueno, pues si el miércoles fue caos. El jueves ni te cuento. Gèrard tenía extraescolares. Yo estaba trabajando en un reportaje de investigación, el de las intoxicaciones en los restaurantes de la zona norte. Ese. Pero vaya, que todo el día fuera los dos. Todo el día sin ver a Aroa y encima tuve que tirar de Mai para que se hiciese cargo. Pobrecita, bastante tiene con los suyos pero no me quedó otra opción.

Ese día fue el día que me di cuenta de que era un mala madre, una mala amiga y y una mala todo. Pues no te jode que me fui a casa sin Aroa. Qué dirás, "pues menos mal que la echabas de menos"

Estaba tan cansada que ni cuenta me di. Subí, me descalcé, me senté en el sofá con los pies en alto y me puse a leer.

Que susto me lleve al escuchar a Gèrard abrir la puerta. Le oí decir "¿Donde están las reinas de la casa?. LaS reinaS. Mierda Anne joder, eres idiota.

Entré en pánico. Me había olvidado de mi hija. Todo el día echándole de menos y me había olvidado de ella. No tenía perdón. Me puse a llorar. Que dramática hija. Que está en casa de Mai. Bueno una irresponsable es lo que soy.

IrmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora