1. Cuando las ranas críen pelo gerardote

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Lunes, 6 de Mayo de 2030

Hace calor hoy. Bueno, realmente hace calor para ser Mayo. Habrá alrededor de veinticinco grados en la calle. Y mira, eso para alguien de Navarra es calor hasta en Agosto. Así que no, no hace calor. Hace muchísimo calor, ¿qué locura es esta? Ay Iruña, como te echo de menos.- Joder Anne, que dramática eres tía. Veintinueve años y una hija a las espaldas, y sigues siendo una dramas. Tu antes no eras así eh, bonita.-

A veces pienso que es la vida la que te va llevando a distintas situaciones. Y qué es ella la encargada de ponerte en tu lugar. Yo hoy me siento más en mi lugar que nunca. He pasado por mil historias. Algunas mejores y otras peores. Pero todas ellas me llevan a ser la Anne que soy hoy en día. Feliz. Si, se podría decir que soy feliz. Bueno. Muy feliz de hecho.

-Anne cariño, ¿llevamos un rato a la niña al parque?

-Sí, vale, termino esto y vamos.

-Vale, voy a vestirla mientras tanto.- se levantó y dejó un beso en el pelo de su pareja.

Se fue directo a por Aroa. La cogió en brazos y la llenó de besos, uniendo a ellos numerosas pedorretas en la tripita de la pequeña. ¡Como reía! La risa más pura e inocente del mundo. La risa de su pequeña gran revolución.

Aún recordaba ese momento, fue uno de los más especiales de su vida.

Se levantó, dejó su cuaderno actual en la mesa, y se unió a su pareja en el divertido momento de vestir a la pequeña Aroa, que sólo tenía dos añitos. Su gran sorpresa. El mayor giro de sus vidas.

Se dieron un beso, y dieron otros veinte a la niña, que ya empezaba a cansarse de tener unos padres tan pegajosos. Sí, se lo que estáis pensando, tenía la mala leche de su madre.

Gèrard bajo con la niña y todos los trastos -véase carrito, juguetes, bolsa con recambios, sus cosas... - por el ascensor, mientras Anne bajó al segundo a preguntar a sus vecinos -ya amigos- si los acompañaban.

-Ay Anne, no te esperaba- dijo la rubia a modo de saludo.

-Hola bonita, te noto cansada.

-Puf, no lo sabes tu bien. Theo está empezando a andar y Luca de repente tiene unos celos insoportables. Y encima Fla, está haciendo guardias y doblando turnos porque no llegamos a fin de mes.- Sam terminó su discurso mientras observaba a su amiga- perdón Anne, ¿qué querías? ¿Sal? ¿Azúcar? Leche no me queda. Mierda. Tengo que ir a comprar.

-Venía a decirte que nos llevamos a Aroa al parque, que si querías venir con nosotros y los niños. Pero cambio el plan mejor. ¿quieres que nos llevemos a los niños y descansas un rato?

Casi lloró al oír aquello.

-Joder Anne, pues me salvas la vida. Así me da tiempo a comprar, porque ir con los dos es una locura, que están agotadores.

Si me das cinco minutos los preparo, cojo la lista de la compra- temazo donde los haya- y me bajo contigo.

Samantha estaba agotada, y razón no la faltaba. Criar a dos niños de edades tan dispares y con sus trabajos era bastante complicado. Flavio era enfermero, por eso doblaba turnos.

Porque, amigas, como sabréis las guardias se pagan más, y sinceramente en esa casa no venía mal. Samantha acababa de volver al trabajo, después de 15 meses. Cuando dio a luz a Theo, pensaba cogerse solamente los cuatro meses que la correspondían, pero decidió ampliar un par más con una excedencia mientras daba el pecho al niño. Cuando iba a incorporarse de nuevo al trabajo en el bar, se cayó y se lesionó el tobillo. Y toda esta locura se tradujo en reposo, Flavio sin guardias porque alguien tenía que estar de arriba para abajo con los dos niños. Y claro, entre eso, y los dos meses sin sueldo de ella, retomar su ritmo económico estaba siendo más jodido que la cuesta de enero. Que de enero. De cuatro eneros.

IrmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora